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entrevista_ Íñigo Ortíz de Mendíbil, creador y presidente de Alucinos-La Salle “La rentabilidad de una empresa debe medirse por el número de personas que incorpora a la vida, no sólo por la cuenta de resultados” Texto_Mar Hedo Cassinello Fotos_Fran Ferrer A Íñigo Ortiz de Mendíbil un reportaje le cam- bió la vida. Podría haber seguido trabajando como periodista, pero las Madres contra la Droga lo “engancharon” para el trabajo con chavales de esos a los que la vida pocas veces les da segun- das oportunidades, a veces ni siquiera la primera. Cambió el barrio de Salamanca por el de San Fer- mín, en el sur de Madrid, y hoy es el presidente de Alucinos-La Salle, una asociación que tiene talleres de electricidad, cocina, camarero, alfabe- tización de adultos… y una empresa de servicios, AluciService, que da trabajo a muchos de esos chavales. Casado y padre de tres hijos, mide el éxito de sus empresas en “incorporaciones a la vida” de las personas que trabajan en ellas, no en números con muchos ceros. A sus 51 años, y tras superar un infarto, sigue teniendo energía para montar un nuevo proyecto: un restaurante eco- lógico que abrirá en 2015. ¿Cómo nació Alucinos? En los 80 yo trabajaba en la radio y vino gente de Madres contra la Droga, que entonces era un movimiento social muy importante en los barrios, para un debate sobre delincuencia. Me impactó muchísimo lo que transmitían, su garra, a pesar de que eran mujeres casi analfabetas. Propuse hacer un reportaje de lo que era este movimien- to asociativo y me fui a la parroquia de Entrevías. 46_Abogados_Diciembre 2014 Allí conocí a Enrique de Castro, a Enrique Martínez Reguera, a un grupo que acogía en la parroquia a gente, que hacía asambleas,…Lo que ahora son los Círculos de Podemos, se hacía en los 80 en la parroquia de Entrevías. Todo aquello me impactó muchísimo. Y empecé a colaborar con ellos en mi tiempo libre apoyando a un grupo en San Blas. Allí había un punto de venta de droga tremendo, y montamos una asociación de vecinos. Era el año 87-88, y entonces me llamaron de la Asociación de Vecinos de San Fermín para poner en marcha un proyecto con chavalitos, los hermanos pequeños de los que estaban enganchados. ¿Por qué el nombre de Alucinos? Aquí existía un grupo que se llamaba la ALU, Aso- ciación La Unión de ex toxicómanos. Tenían un huerto en una casita baja, donde hoy está la Caja Mágica, y ahí estaban los chavales tratando de desintoxicarse. Tenían muchas mascotas: coba- yas, los patos que había puesto Tierno Galván en el Manzanares, un burro, perros. Era una auténtica chabola-escuela, que no granja-escuela, montada por ellos. La asociación de vecinos se había fusio- nado con ellos y habían creado este proyecto para trabajar con niños y jóvenes. Empecé a ir por allí. Al principio pensaban que era policía y me miraban la nuca a ver si tenía la marca de la gorra de pla- to, pero encajé bien y empecé en el local que nos