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especial_ formación EL FUTURO DE LAS ESCUELAS DE PRÁCTICA JURÍDICA: LA FORMACION INICIAL CONTINUADA Carlos Fuentenebro Zabala Decano del Colegio de Abogados de Bizkaia En estos tiempos convulsos que vivimos en la Abogacía, con una activad legislativa que está poniendo en peligro no solo las instituciones propias, sino, además, en tela de juicio derechos fundamentales de los ciudadanos, cobra especial importancia, algo que siempre ha estado presente en la profesión: la apuesta por la formación, ab- solutamente necesaria ante los cambios que se avecinan. La formación de la Abogacía también ha sufri- do esta desconcertante forma de legislar, con una Ley de Acceso a la Profesión por la que la Abogacía luchó durante muchos años, pero que finalmente, tras numerosas modificaciones, no ha cumplido las expectativas de ninguno de los operadores afectados. Ya con esa ley en vigor y en marcha, podemos analizar, qué papel pueden y deben jugar los Co- legios y sus centros de formación o Escuelas de Práctica Jurídica en el presente y en el futuro. El papel de los Colegios y las Escuelas Pese a existir modelos y formas de colaboración diversas, algunas incluso en igualdad de condicio- nes con la Universidad, la propia configuración de los masters o cursos y la existencia de un examen final, condicionaba la formación, al menos de la manera que anteriormente se impartía en la ma- yoría de Escuelas de Práctica Jurídica. No obstante, no podemos olvidar que el papel de los Colegios y de los profesionales que participan en dichas actividades formativas, es vital y ya se está de- mostrando que los alumnos lo notan y agradecen, al conseguir distanciarse de la clásica formación académica de las Universidades, totalmente nece- saria por otra parte. En este aspecto debemos seguir incidiendo y estoy seguro que el tiempo pondrá a cada uno en su sitio. La necesaria visión práctica de los Cole- gios acabará teniendo el peso que corresponde en los cursos o masters de acceso a la profesión. De todas formas, no podemos negar, pese a lo dicho anteriormente, que la formación con la que ahora llegaran los estudiantes a la hora de cole- giarse, en general, no es tan adecuada como la que recibían tras la licenciatura y los antiguos cur- sos de las Escuelas de Práctica Jurídica, si nos ceñi- mos al objetivo de “preparación para el ejercicio de 42_Abogados_Junio 2014 la abogacía”. Es lógico, ya que esos cursos gozaban de mayor libertad y se organizaban con el único objetivo de preparar para ese futuro ejercicio de la profesión. Esto abre un nuevo horizonte a las Escuelas de Práctica Jurídica. Lo que alguna vez hemos deno- minado en nuestro Colegio como formación inicial continuada cada vez es más necesaria. Es evidente que esos recién colegiados tendrán necesidad de profundizar en materias concretas y específicas, tanto por las carencias que puedan tener como por la cada vez mayor exigencia a especializarse, al menos de hecho. Debe ir unido a la formación continua que cada vez es más necesaria ante la especialización del Derecho y que necesita de estructuras adecuadas, llámense Escuelas de Práctica Jurídica, llámense centros de formación, o departamentos de forma- ción. Deberán gozar de estructuras capaces para hacer frente a esos nuevos retos para ofrecer una formación adecuada e individualizada a cada tipo de alumno o profesional. El futuro En un hipotético horizonte de profesión liberaliza- da (independientemente de que eso sea deseable o adecuado) se debería incidir en ofrecer servicios, pero incluso en el horizonte actual, debemos ser cada vez más útiles a la sociedad y a nuestros co- legiados ofreciendo servicios de utilidad. Para ello, podemos y debemos fomentar la cola- boración entre Colegios y entre el Colegio y otras instituciones, ya que puede ser beneficioso desde el punto de vista estrictamente formativo, como desde el punto de vista operativo y financiero, compartiendo estructuras para un único objetivo. La formación online es otro de los retos intere- santes en los que las Escuelas deben incidir nece- sariamente (muchas ya lo están haciendo), y más aún ante la inmensa oferta formativa de ese tipo que se está creando, muchas veces sin ninguna institución de prestigio que la respalde. En resumen, debemos ser optimistas sobre el futuro de las Escuelas de Práctica Jurídica y en ge- neral sobre la formación de los Colegios de Abo- gados. Eso sí, debemos adaptarnos cuanto antes a los tiempos que vienen, para estar preparados y dar una respuesta adecuada y de calidad. l