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Carta del editor La Abogacía y las reformas de la Justicia Decía recientemente Antonio Garrigues Walker que “España está llena de imposibles que acaban siendo posibles, y si atacamos nuestros déficits y potencia- mos nuestras virtudes, podemos ser una gran poten- cia”. Refiriéndose a las reformas en la Justicia, señaló que “siempre que hay reformas hay contestación y eso es bueno”, pero que la Justicia española “necesita diálogo y un Pacto de Estado, debate y consenso”. Es una vieja y siempre reiterada petición de la Abogacía institucional. Éste es tiempo de reformas en la Justicia y no sólo hay contestación por el fondo de los cambios y por la fal- ta de diálogo con los sectores afectados sino por la esencia de algunas de esas nuevas propuestas. Como la Abogacía siempre ha tendido la mano al diálogo, tiene las manos libres para exponer sus apoyos y sus discrepancias con responsabilidad. Hemos dicho muchas veces que la Justicia no funcio- na y que hay que hacer todos los cambios que sean necesarios. Pero partiendo de un diagnóstico exacto y, como dice Antonio Garrigues, con diálogo, con debate y con pacto. Ninguna reforma puede funcionar si se hace de espaldas a quienes la tienen que aplicar. En Justicia, mucho más. Si queremos tener una Adminis- tración de Justicia competitiva, hay que empezar por el caos organizativo y la falta de medios personales y materiales, que son la causa primera de la lentitud de la Justicia y de su ineficiencia. El de la Justicia no es un problema de exceso de litigiosidad –como demostró el Informe elaborado para el Consejo de la Abogacía por profesores de la Universidad Autónoma- sino el mal reparto del personal, la carencia de medios tec- nológicos –hasta de ordenadores o de wifi- y sobre todo la pésima organización. El 43,6 por ciento de los órganos judiciales, como reconoció un portavoz del PP, no llegan al módulo básico de resolución de asuntos. Unos 1.700 de los 4.000 jueces no sufren sobrecarga. Cada año, desde hace tres ingresan menos asuntos en los Juzgados y los jueces resuelven cada año más asuntos de los que entran. No hay exceso de litigiosi- dad y una adecuada organización de los medios, per- mitiría acabar con esa bolsa de asuntos pendientes. Leyes como la de las Tasas –un daño irrecuperable a la Justicia y a los derechos de los ciudadanos-, los proyectos de Ley de Justicia Gratuita o del Poder Ju- dicial –la propia reforma del sistema de elección del Consejo General del Poder Judicial- y otras que están en marcha, se pueden hacer –se han hecho- de espal- das a los operadores jurídicos o contando con ellos. De la manera de hacerse dependerá su estabilidad, su acierto en la resolución de los problemas de la Justi- cia y su eficiencia para contar, por fin, con una Justicia moderna al servicio de los ciudadanos. Hay que elegir entre perseguir y acabar con los abusos o perjudicar a todos y desconfiar de todos. Creemos que el camino está claro. Aunque no tenemos demasiadas razones para con- fiar abiertamente, la reciente constitución, después de una entrevista entre el ministro de Justicia y el presidente de la Abogacía española, de una Comisión Mixta Ministerio de Justicia-Consejo General de la Abogacía Española para abordar los problemas de la Justicia y de la Abogacía de forma conjunta, deja abierta una puerta a la esperanza. Pero, mientras tan- to, los proyectos de ley siguen su camino y casi todos van en la dirección de limitar los derechos de los ciu- dadanos y hacer más difícil el acceso a la Justicia. Ahí están las tasas: miles de ciudadanos que han visto obstaculizado o impedido su acceso a la Justicia, 149 millones de euros recaudados en 2013 frente a los 306 previstos por el Ministerio y ni un solo euro para la Justicia Gratuita. O el proyecto de reforma de la Jus- ticia Gratuita que penaliza a ciudadanos, abogados y Colegios. O el proyecto de LOPJ que aleja la justicia de los ciudadanos, se reserva imponer una ley del silen- cio a jueces y medios de comunicación, aumenta el número de aforados y siembra dudas sobre la inde- pendencia judicial. Queremos pensar que la esperanza dejará paso a los acuerdos y a los pactos. Por nosotros no quedará. l Abril 2014_Abogados_3