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Carta del editor A pesar de todo, Feliz Año 2014 (y si puede ser, con una Justicia para todos) Cerramos un año que inauguramos casi con las tasas judiciales y lo terminamos con todo un sca- lextric de reformas que van a dejar a la Justicia de tal manera que no la va a conocer ni la madre que la parió. Eso no tendría por qué ser necesariamen- te malo, porque la Justicia necesita un cambio casi total, y así lo venimos reclamando ministro tras mi- nistro, con escaso éxito. La Ley Orgánica del Poder Judicial, la Ley de Jurisdicción Voluntaria, la reforma procesal penal, la amplia y profunda reforma del Código Penal y el nuevo Código Mercantil, la Ley de Servicios y Colegios Profesionales, La Ley de Asisten- cia Jurídica Gratuita, la Ley de Planta y Demarcación Judicial, la Ley Orgánica del Estatuto de las Víctimas, la Ley de Transparencia, son algunos de esos proyec- tos que analizamos en este número de “Abogados”. Y eso que faltan otros como la Ley del Derecho de Defensa que debería ser tan importante y necesaria como cualquiera de las anteriormente citadas. El problema es que, en el asunto de las tasas, el Ministerio de Justicia no dialogó ni hizo caso a la Abogacía –y tampoco a los jueces, a los fiscales, a los secretarios judiciales, a los sindicatos, a las aso- ciaciones de consumidores y a los ciudadanos…- y aquella medida injusta y excesiva no sólo se ha convertido en una grave barrera para el acceso a la Justicia, no sólo ha provocado varios recursos ante el Tribunal Constitucional, sino que, además, ni si- quiera ha recaudado lo esperado. Eso ha puesto en pie de guerra a todas las comunidades autónomas que ven que tampoco se cumple la promesa del ministro y del Gobierno de dedicar la recaudación de las tasas a la Justicia Gratuita. Otro compromiso incumplido, aunque eso no sea noticia. Por eso, todas estas reformas que están en el Parlamento o camino de llegar a él afectarán a los derechos de los ciudadanos, lo que preocupa a la Abogacía y a todos los sectores de la Justicia. Es cierto que el partido que sustenta al Gobierno logró una mayoría absoluta y que eso le permite llevar adelante sus reformas. Sin embargo, si esas reformas se hacen de espaldas a los ciudadanos y a los sectores profesionales que conocen los problemas de la Justicia, no sólo no servirán para solucionar los problemas reales; tampoco estarán vigentes mucho tiempo. Y hay cosas, como la Jus- ticia, con las que tal vez se pueda pero no se debe jugar. Los derechos de los ciudadanos, su acceso a la Justicia, su sentimiento respecto a ella son tan importantes que los cambios hay que hacerlos con diálogo, con colaboración, con aportaciones de to- dos. Sin exclusiones. El mayor problema de España, decía hace unos meses, el presidente de la Abogacía Española, Car- los Carnicer, es “la desafección de los ciudadanos hacia los políticos. Y esa falta de confianza es letal” También en esa misma ocasión, Carnicer señalaba que “nos faltan contrapoderes. El Ejecutivo decide lo que va a hacer el Legislativo y presiona sobre el Judicial”, incluso, impone quién lo compone. No es bueno para la democracia que no haya otros con- trapoderes, otros actores o colaboradores cuya voz sea ignorada. No es bueno que, incluso, algunos prefieran hacer imposible la propia existencia de esos contrapoderes, de esas voces de la sociedad civil. Al final, quien sufre es la democracia. Y no es- tamos en el mejor momento para poner en riesgo la confianza de los ciudadanos en el Estado de De- recho, en la Justicia o en la misma Democracia. A pesar de todo, feliz 2014 y, si es posible, que la Justicia esté plenamente al servicio de los ciudada- nos y de sus derechos. l Diciembre 2013_Abogados_3