Imagen de perfilAl pie del cañón

Ferran Varela Navarro 

Me miro al espejo y me digo que puedo hacerlo. Aunque me duela cada célula del cuerpo, más me dolería rendirme. Mi plan siempre fue luchar hasta el último aliento. Me enfundo en la seguridad de mi traje, cojo fuerzas con el café y vuelvo a la trinchera tras meses de ausencia.
Me alegra reencontrarme con caras conocidas a medida que voy de un juzgado a otro presentando escritos. Los que no saben nada aplauden mi pérdida de peso y elogian mi nuevo peinado al cero. A esos les sonrío. Los que están al corriente de mi enfermedad me dan ánimos y me preguntan qué tal lo llevo. A esos les guiño un ojo y les aseguro que aún tendrán que aguantarme veinte años más, pues no hay cáncer que pueda detener a un abogado. O, al menos, no mientras tenga que lidiar con plazos, prescripciones y fechas de vencimiento.

 

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