IX Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilSobrevivir

Ana Isabel Rodríguez Vázquez 

En los últimos tiempos he tratado de conciliar mi trabajo en el despacho de abogados con el cuidado de mis hijos. No me resultaba fácil concentrarme en un juicio mientras pensaba si llegaría a tiempo de recogerlos del colegio. Nadie apostaba por mi, cualquier barrera parecía un obstáculo insalvable, una nueva oportunidad para los reproches y las críticas. La falta de confianza de mi entorno me hacía dudar de mi capacidad para triunfar en lo profesional sin fracasar en lo personal. Ahora entiendo que , a pesar de ciertos logros, hombres y mujeres nunca seremos iguales. El género puede determinar que te consideren apto para ciertas tareas e inútil para otras, pero la vida se encarga de enfrentarte a situaciones para las que nunca estás preparado. No entraba en mis planes quedarme viudo a los 30......la muerte no entiende de género y el destino te enseña a sobrevivir.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilMadre de oficio

Guillermo Rodriguez Lallana · Burgos 

No es un oficio bien pagado – reflexiono-, desde luego no en metálico. Es difícil sortear ciertas barreras con éxito, como el ser una madre justa y resolutiva ante los ojos de tus dos hijos mellizos de nueve años, chico y chica. En la múltiple empresa que entraña la maternidad, me veo inmersa en un episodio de ‘The Good Wife’. Es difícil conciliar sus puntos de vista cuando se sienten tan iguales, pero a la vez extraños. ¿Lo interpretarán como conflictos de género a tan temprana edad?, la mayoría de las veces mis sentencias son salomónicas, en parte pienso, será porque en efecto son mellizos. Siempre que veo la oportunidad, presento de manera impecable mis argumentos y me planto ante ellos como el fiscal más recio del estado. Rara vez aceptan mi justicia maternal. Me detengo y pienso en los ‘casos’ que vendrán, esbozo una sonrisa pensando en Alicia Florrick.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilGénero

    Ulyses Villanueva Tomás 

    Es tal el dolor, Señoría, que a veces no duele. Es como la nostalgia, una enorme tristeza con la que uno ha de convivir con los años y nos hace trágicamente iguales entre las víctimas. Hay en los seres una maravillosa oportunidad de ser diferentes, una sutura en la que algunos, sin embargo, sólo ven una barrera. Si no he sido capaz de confesar hasta ahora tanto maltrato y vejación es justamente por eso, por la extraña necesidad que tenemos las mujeres de comprender al otro, de perdonar todos sus golpes, su cólera, y vivir con las heridas abiertas como si fuera un rasgo normal de nuestro género. Pero hoy, Señoría, entiendo que esa ignorancia era también una forma de someterme, de conciliar dolor y apariencia, sólo un sueño donde ir plantando día a día la semilla de la violencia.

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  • Imagen de perfilGENTILEZA GENTILICIA

    Francisco Javier Meca Guevara · Murcia 

    Fruto de las revueltas territoriales presentes, la provincia de León, con apoyo de Valladolid y Burgos, reclama la escisión de Castilla y León en dos Comunidades Autónomas. Porque no quiere conciliar por género la femenina y ubicua Castilla con su varonil realeza. Pero sus abogados pierden el pleito ante la perjudicada Palencia que es respaldada por las Zamora, Salamanca, Ávila, Segovia y Soria. Del Tribunal Superior recurre al Constitucional. Busca apoyos en los señores Aragón, Madrid, Baleares y País Vasco. Mas ahora las restantes doce damas autonómicas, capitaneadas por la ofendida Castilla-La Mancha, salen victoriosas. Más allá de la barrera nacional, busca su última oportunidad apelando ingenuamente al Tribunal de Justicia Europeo. Don Luxemburgo nada puede ante el poder de Italia, Francia, Alemania y las restantes. Decepcionado León entiende que Castilla, lejos de humillarlo, siempre aceptó su tratamiento de iguales como antaño pasara con Aragón. Nobleza castellana.

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  • Imagen de perfilMujer

    Cristina Gil Rey · A Coruña 

    Sentía un enorme respeto por la toga. Observaba a su cliente, allí era su voz. No sólo dirigía la defensa letrada sino que como agente social realizaba una labor que repercutía en toda la sociedad.
    En esto pensaba, en que la primera barrera la había superado en casa, estudiando en la Universidad, explicando a su familia que Derecho era la oportunidad de transformarse en lo que quería ser.

    Sin pretender una lucha de género sin pretender ser un referente, simplemente quería que los tratasen a todos como iguales.

    No podrás conciliar.- decía su madre.- llegará el momento de escoger entre ser madre y mujer completa o ese sueño loco de andar defendiendo asesinos.

    Ahora, saliendo de aquella sala, pensaba que se habían equivocado, lo había conseguido, estaba allí haciendo lo que más le apasionaba, ejerciendo como abogada pese a todo y contra todos. Se sentía completa feliz y profundamente libre.

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  • Imagen de perfilPor ellas, por mí.

    Belén de Miguel · Madrid 

    ¿Que si aproveché la oportunidad de hacer justicia? Por supuesto. ¿Sabe usted acaso qué se siente cuando le explota un proxeneta? No lo creo…ese sufrimiento sólo se entiende cuando una lo vive en sus propias carnes, señor periodista. Hay una barrera entre ellos y nosotras, no somos iguales. En ese tipo de organizaciones el género determina tu función, mandar o servir. Haber llevado a juicio a una persona tan despreciable y ver cómo ni él ni su abogado podían mirarme a la cara, ha sido una de las mejores decisiones de mi vida. Por fin soy libre y lucharé para que muchas más lo consigan. El día que el juez dictó la sentencia, tras muchos años de insomnio, fue la primera noche que volví a conciliar el sueño. No vale mirar hacia otro lado, ésta es la triste realidad de muchas mujeres, no lo olvide.

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  • Imagen de perfilMiércoles

    Ana Haro Redondo · Baleares 

    Su discurso fue brillante: la sala se había contagiado de la meta colectiva sin barrera de género. Los gestos vivaces de sus manos fueron dibujando el futuro como un camino de iguales que flotaba en las partículas de uno de los rayos de sol.

    La jueza condenaba a la empresa a la readmisión inmediata de la trabajadora y a pagarle los salarios pendientes desde su despido, a los tres meses de embarazo, tras conocer su estado por una prueba médica que ya no sería legal. El abogado se despidió con un abrazo de su clienta y le agradeció la oportunidad de luchar juntos contra un muro de siglos que acabaría derrumbándose. «Es otro paso para que las familias puedan conciliar», dijo después a los periodistas.

    Cuando llegó a casa, agotado y hambriento, encontró eco y una nota en el suelo de la entrada: «solo tenías que ocuparte de los miércoles».

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  • Imagen de perfilDiscriminación

    Ernesto Ortega garrido 

    Poco a poco, de forma sutil, me han ido dando los casos que estaban perdidos, me han quitado clientes, me han reducido el bonus anual, me han retirado el portátil y hasta la plaza de parking. Y todo por solicitar una reducción de jornada para conciliar la vida familiar y laboral. Yo solo quería poder cuidar de mi hija, recogerla a la salida del cole, prepararle la merienda, ayudarla con los deberes, contarle un cuento antes de irse a la cama. Como todos somos iguales ante la ley, tuvieron que concedérmela, aunque una barrera invisible se ha interpuesto en mi carrera y he perdido cualquier oportunidad de desarrollo profesional. Les he demandado por discriminación de género. Hoy ha salido la sentencia. Con la indemnización voy a montar mi propio bufete. Sin duda, puedo ser un buen padre, sin dejar de ser un excelente abogado.

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  • Imagen de perfilToda una vida

    David Caraballo · Sevilla 

    Mi ultimo día. Justo antes de cruzar las puertas del juzgado pasaron por mi mente mil y una imágenes. Cuantos recuerdos, cuantas horas robadas al tiempo. En aquellos años ser mujer no era fácil. Sois iguales decían, pero la mayoría de las veces se quedaba solo en palabras.
    Hoy la barrera ha desaparecido, es casi como estos escalones que subo hacia mi despacho, hacia mi refugio, donde he pasado media vida, llorando, riendo, sufriendo por conciliar mi pasión con la realidad. Ni una sola violencia de género mas.
    Dentro de mi bolsillo acaricio por ultima vez una antigua estilográfica, pulida por mis cansados dedos, vestigios de otro tiempo en los que la oportunidad se fabricaba a base de sueños, sudor y sangre, y mirando por ultima vez las salas me marcho orgullosa de ser mujer y haberlas defendido con toda mi alma , con toda una vida.

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  • Imagen de perfilTe quiero

    M.Carme Marí Vila 

    -"¿Qué me estás contando, Elvira? ¿Que has pedido reducción de jornada? ¡Pero eso no puede ser mientras yo no tenga trabajo! Necesitamos ese dinero. ¡¡No podría ir al fútbol!! Y total ya estoy yo con el crío por las tardes, todas son iguales: del colegio al bar y para casa. ¡No me repliques! No quiero oír una palabra más sobre conciliar horarios, ¡¡ostia ya!! Ay, perdona, que no quería darte, se me fue la mano. Ven cariño, ven, que te doy un beso. ¡Ven, te digo! ¿Dónde vas? Dame una oportunidad, Elvira... Sí, otra más. Olvidemos lo que ha pasado, no pongamos una barrera entre nosotros. Deja la puerta... ¿Quién es esta mujer?", vociferó rompiendo la tarjeta que le tendía quien acababa de entrar seguida de dos policías: Adriana Sánchez, abogada especialista en violencia de género.

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  • Imagen de perfilFRESQUITA

    Alfonso Abel Souto · Vilalonga -Sanxenxo 

    El abogado, en el sofá, frente al televisor sin voz, repasa mentalmente la intervención que una cadena de radio le ha solicitado para mañana, con motivo del 8 de marzo y la igualdad de género:
    "A mi juicio, no precisamos más legislación. Lo expresa, con meridiana claridad, nuestra Carta Magna en su art. 14: «Los españoles somos iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión...».
    Se me antoja más un problema de mentalidad que de legislar. La retrógrada ideología que persistimos en mantener con respecto a las mujeres, constituye la principal barrera que es preciso abolir para no perder la oportunidad de ir, de una vez por todas, con los tiempos; y lograr, por fin, conciliar la vida laboral con la familiar."
    -¡Nena!, ¿viene esa cena o qué? Y la cerveza fresquita; no como la de ayer.

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  • Imagen de perfilMadre de oficio

    Guillermo Rodriguez Lallana · Burgos 

    No es un oficio bien pagado – reflexiono-, desde luego no en metálico. Es difícil sortear ciertas barreras con éxito, como el ser una madre justa y resolutiva ante los ojos de tus dos hijos mellizos de nueve años, chico y chica. En la múltiple empresa que entraña la maternidad, me veo inmersa en un episodio de ‘The Good Wife’. Es difícil conciliar sus puntos de vista cuando se sienten tan iguales, pero a la vez extraños. ¿Lo interpretarán como conflictos de género a tan temprana edad?, la mayoría de las veces mis sentencias son salomónicas, en parte pienso, será porque en efecto son mellizos. Siempre que veo la oportunidad, presento de manera impecable mis argumentos y me planto ante ellos como el fiscal más recio del estado. Rara vez aceptan mi justicia maternal. Me detengo y pienso en los ‘casos’ que vendrán, esbozo una sonrisa pensando en Alicia Florrick.

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  • Imagen de perfilUna luz que nunca se apaga

    Maite R. Valtierra 

    Cuando te conocí en tus ojos brillaba intensamente el fuego de los soñadores, de los que están sedientos de justicia y creen en un mundo mejor. Tu sueño era derribar las barreras de las desigualdades que levantamos con nuestros prejuicios. Sentías la abogacía como una oportunidad para luchar por los derechos de las mujeres y conseguir una sociedad más justa en donde de verdad hombres y mujeres fueran iguales. Creías que era posible conciliar el ejercicio independiente de la profesión y tus elevados ideales. 30 años después nos volvemos a encontrar, enfrentados en los juzgados de violencia de genero, tú defiendes al agresor y yo a la víctima. Pero aunque tus ojos ya no brillan, tu fuego no se ha apagado, hace 30 años una chispa prendió en mí y más temprano que tarde todos los prejuicios y discriminaciones arderán y se consumirán en ese fuego inextinguible.

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  • Imagen de perfilLas caras de la verdad

    Verónica Muñoz Piñana · Castellón 

    Ella ha matado a su marido, y Marcos lo sabe. Las pruebas son claras. Es encantadora, posiblemente el jurado pueda verla como inocente, pero no es cuestión de género. No importa que sea una mujer de cara angelical y aspecto inocente, todos somos iguales ante la justicia. Marcos lleva poco ejerciendo como abogado pero sabe que la verdad tiene muchas caras. Si quiere que su cliente tenga la oportunidad de salir inocente, debe enfocarlo en los motivos. ¿Por qué lo mató? ¿Qué le hizo traspasar la barrera de la cordura? ¿Qué la trastornó tanto para cometer esa atrocidad? Marcos quiere ganar el caso, le da vueltas de día y de noche, apenas puede conciliar el sueño. Está bien claro, solo puede hacer aquello para lo que está preparado. Defender a su cliente con la ley, y mostrar al jurado la cara de la verdad que salvará a su cliente.

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  • Imagen de perfilElla, la profesional

    Álvaro Sánchez González de Quevedo · San Fernando 

    Eran las cuatro cuando sonó el teléfono. Era de comisaria, me requerían para asistir a un detenido.

    Mi compañera, Caridad, había insistido en que la primera vez que ejerciera en el turno de oficio la llamara para asesorarme, y eso hice. Aunque decía que éramos iguales en el bufete, ella era abogada veterana y fogueada en mil salas.

    Cuando llegamos, el sujeto a la primera oportunidad soltó una frase despectiva hacia las mujeres abogadas. Ella siquiera parpadeó mientras se sentaba, pero yo me encaré y comencé con una retahíla sobre la igualdad de género. Ella me paró e intentó conciliar entrando en materia, demostrando su profesionalidad durante todo el tiempo que estuvimos allí.

    Cuando nos fuimos, a la luz del amanecer, sonrió y me dijo: “Te agradezco que salieras en mi defensa, pero ya lo hicieron todas aquellas guerreras que rompieron la barrera que nos ha permitido estar aquí ahora”.

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  • Imagen de perfilEL ABOGADO ENDOCRINO

    JUAN IGNACIO CORTÉS GUARDIOLA 

    La mirada hipnotizadora del abogado me transmitía seguridad: sin ningún género de dudas, mi despido del banco sería declarado improcedente. Craso error: la sentencia de instancia –confirmada en suplicación– desestimó nuestra demanda.

    Pasé semanas sin poder conciliar el sueño (mis sesenta años actuaban como implacable fiscal acusador en aquel macrojuicio que era mi reincorporación al mercado laboral), hasta que un psicólogo me animó a comerme el mundo en búsqueda de nuevas oportunidades.

    Tanto me lo comí que a mis cien kilogramos de peso les sumé otros veinte en apenas un mes, viéndome incapaz de escalar la pirenaica barrera que representaban los cinco escalones que dan acceso a mi vivienda. Problema doble: parado y obeso.

    Desesperado, contacté con el abogado: “Llame a este número”, me recomendó ante nosequién. Así hice. Ahora, ataviado con chándal, vendo iguales en la misma calle donde trabajé encorbatado durante tres décadas. Llevo perdidos ya diez kilos.

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  • Imagen de perfilGENERO-SIDAD

    Emilio Eduardo Morgan 

    Esperábamos ansiosos el veredicto. El cuarto intermedio había durado casi dos horas. La prensa estaba muy atenta a la resolución que se adoptaría. Notaba a Irene muy ansiosa a la espera del fallo, y no era para menos. Me preguntaba internamente si se animarían a superar las barreras culturales, a conciliar tantas posturas antagónicas, a reivindicar la tan mentada “perspectiva de género”.
    No hallaba respuestas en el derecho. Jamás en veinticinco años de ejercicio de la profesión me había enfrentado a tamaño desafío profesional. Se trataba de una oportunidad inmejorable para dar un mensaje a la sociedad entera, al mundo en su conjunto. Este mundo plagado de desigualdades entre iguales.
    Finalmente, el Juez volvió a la sala. Tomando aire, y con un halo de tensión en su semblante, expuso la decisión tan esperada. Irene Alonso Navarro sería el próximo árbitro del derby entre Real Madrid y Barcelona FC.

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  • Imagen de perfilEl sueño de una niña

    Déborah Albardonedo Martínez 

    Nacida y bautizada como Clara Campoamor Rodríguez, hija de costurera y contable, tuvo que abandonar sus estudios al morir su padre. Azuzada por la necesidad, trabajó como modista, dependienta y telefonista, pero había en ella un fuego que apagar, un sueño.
    Comprendió de niña que vivía en tiempos en los que una barrera debía derribarse. El género era una insondable excusa en aquellos inicios del siglo XX; las mujeres no eran iguales que los hombres. En aquellos años se negaban oportunidades por el mero hecho de llevar falda o pantalón.
    Con tesón, la joven Clara logró completar sus estudios de Derecho, hacerse notar en la política nacional y cambiar la visión de muchos de los hombres de su tiempo.
    Defendiendo sus creencias, como diputada en la Segunda República tuvo que luchar con otra mujer sobresaliente, Victoria Kent, y logró conciliar las posturas: se aprobó el llamado voto femenino.

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  • Imagen de perfilLa toga

    Gloria Castillo Vega 

    Estoy con la toga puesta esperando a entrar en Sala. Siempre he pensado que menos mal que me pongo una toga porque de alguna manera me da la oportunidad de ”sentirme una profesional”.
    Me explico: me he despertado a las cuatro de la mañana . Mi hija estaba nerviosa. El Ratoncito Pérez venía esa noche. Dos horas después toca levantarse, despertar a los niños, desayunos, vestirse y llevarles al colegio. Discuto a partes iguales con el género masculino( mi pareja) y con el femenino(otras madres ) cuando me he hecho la tonta colándome en la fila inmensa de los tickets del comedor. Rompo la barrera del sonido con mis tacones llegando al Juzgado. Entro por la puerta equivocada. El policía me dice que abra el bolso porque no ve claro qué es “eso” que llevo dentro. Es la espada láser de Darth Vader de mi hijo.¡¡…subo a sala…la toga… conciliar…

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  • Imagen de perfilFrente al espejo

    Elsa Lafuente Martínez · Madrid 

    Montse se miró en el espejo. La imagen que éste le devolvió era la de una mujer valiente, segura de sí misma y comprometida. Tras cada una de las arrugas cinceladas en su frente se encontraba una nueva barrera superada. Las que adornaban la comisura de sus labios provenían de cada sonrisa por una oportunidad bien aprovechada. A pesar de que le decían que se estaba metiendo en un mundo de hombres, ella siempre mantuvo que eran todos y todas iguales a la hora de practicar el ejercicio de la abogacía. Lo más difícil fue conciliar vida personal y profesional, pero lo había conseguido. A punto de jubilarse, se sentía satisfecha de la labor hecha en pos de la igualdad, abriendo el camino de las futuras colegas de profesión, así como con todas aquellas mujeres por las que había luchado en los tribunales en casos de violencia de género.

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  • Imagen de perfilCOQUETERÍA JUDICIAL

    RAFAEL OLIVARES SEGUÍ 

    Leocadio Fumarola no pudo conciliar el sueño en toda la noche. A la mañana siguiente actuaba como fiscal en un juicio al que asistirían como observadores el Juez Decano y el Fiscal Jefe. Era su gran oportunidad y si salía airoso ninguna barrera impediría su ascenso a un puesto en la Audiencia.

    El encausado estaba acusado de estafa por introducir en el mercado género de imitación sin las garantías de calidad exigibles. Leocadio expuso las diferentes pruebas que había aplicado a dos prendas de vestir aparentemente iguales, una original y otra de imitación, con resultados demoledores tras someterlas a lavado, planchado y secado. Su intervención, que estaba resultando muy tediosa, giró espectacularmente cuando presentó las dos prendas, una flamante y otra hecha un gurruño. Se trataba de la toga estrella en la colección otoño-invierno de la última pasarela de París, que estaba causando furor entre la judicatura.

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  • Imagen de perfilRoja directa

    Esperanza Tirado Jiménez 

    Todos somos iguales ante la ley, se dice siempre. Pero, a la hora de conciliar horario laboral y familiar, la barrera se coloca en la puerta de la cocina.
    Mi marido, abogado con muchos años de ejercicio profesional, siente un pánico atroz ante la visión de ‘nuestro’ carrito de la compra. Y ya no le hablen de distinguir un tomate de una berenjena o de cocer unos macarrones al dente.
    Eso sí, cada vez que tiene oportunidad, se saca del bolsillo interior de la chaqueta unas tarjetas con resúmenes de todas las leyes de género promulgadas. Y presume, ante amigos y conocidos, de lo correctísimamente que aplica lo establecido en ellas en todos los casos que le son asignados en su juzgado.
    Pero hay veces que, cuando llega tarde a casa, es a mí a quien le gustaría sacar otras tarjetas. Dos amarillas. O una roja directa.

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  • Imagen de perfilOportunidad

    Eloína García · Sevilla 

    Conciliar vida laboral y familiar. Derribar barreras. Desigualdades de género. Diferentes pero iguales. Estoy cansada de escuchar estas palabras, se repiten hasta la saciedad en los discursos políticamente correctos relacionados con los derechos de la mujer. Se repiten tanto que poco a poco van perdiendo su significado, su significante y su supuesta importancia. Sé bien lo que me digo, a punto de cumplir los sesenta no me engañan fácilmente. Después de criar tres hijos y cuidar hasta el final a un marido enfermo, la paga que me corresponde por viudedad apenas alcanza los quinientos euros. Y aquí estoy, trabajando en una empresa de limpieza por menos de cinco euros la hora para completar el escaso sueldo. Y encima tengo que agradecer a mi jefe esta ‘oportunidad’. Cito textualmente: “No todos los empresarios dan trabajo a mujeres tan mayores”.

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  • Imagen de perfilEL BLINDAJE DE LO TEXTIL

    Juanma Velasco Centelles 

    Los días se sucedían iguales para Marga. Su rol de limpiadora en aquel juzgado de lo penal debería haberle ayudado a salvar la barrera de su silencio pusilánime, pero posponía la oportunidad de exteriorizar su tragedia cotidiana por pavor a sus manos expeditivas de guardián de la noche.

    Conciliar la sonrisa pública con el ocultamiento de los moretones domésticos la había convertido en la mejor actriz del palacio de justicia.

    Él se conducía metódico y confinaba su diversión maltratadora a territorios cubiertos por la nubosidad de lo textil.

    Anoche, descuidó un golpe por los alrededores de su codo. La manga corta evidenciaba una epidermis verdinosa que no admitía ningún género de dudas para aquella abogada de oficio sin clientes todavía.

    - Vamos a por él – la abordó sin preámbulos.

    Marga asintió y se subió la blusa hasta el borde de los pechos y las lágrimas para demostrar lo salvaje.

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  • Imagen de perfil¿EN QUÉ SE PARECE UN HUEVO A UNA CASTAÑA?

    Miguel Ángel García Rodríguez 

    Desde mi experiencia en leyes, traté de defender el parecido entre un huevo y una castaña.
    Sin pertenecer al mismo género, era complicado buscar similitudes que pudieran conciliar ambos elementos.
    Ante tal desafío, mi alegato debía ser audaz, para poder romper la barrera que había hecho de este dilema una de las preguntas más importantes de la humanidad.
    Era consciente de la oportunidad que se presentaba ante mí, pero, lamentablemente, ni la 3/2007, ni el artículo 14 (no conseguí encontrarle sentido a: Los huevos y las castañas son iguales ante la ley...), ni ningún otro decreto logró aclarar mis dudas.
    Así pues, como letrado, al igual que filósofos y pensadores del pasado, fracasé.
    Siendo consciente de haber perdido el juicio, descubrí que, gracias a sus diferencias, cuando ambos trabajaban juntos en mi ensalada, aportaban un sabor a mi almuerzo que difícilmente habrían logrado por separado.

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  • Imagen de perfilMi heroína

    Eva María Cardona Guasch 

    Prepara minuciosamente cada juicio. Sin embargo, no le importa tanto ganar pleitos como alcanzar soluciones justas. Domina los resortes del Derecho aunque su objetivo se centra en los derechos de sus clientes. La ambición e intensidad con la que vive la profesión encuentran su frontera en la pasión por la familia. Lo extraordinario no es que compagine ambas facetas sino que me ha enseñado a mí que conciliar no depende del género sino que es cosa de dos, iguales en responsabilidad. No me fascina sólo por eso. La admiro por cada oportunidad que aprovechó hasta llegar hasta aquí. Porque se graduó en la universidad superando la barrera del idioma y antes las del olvido y la indiferencia. Y aún antes, el miedo, el hambre y la guerra. Llegó y cumplió su sueño de convertirse en abogada. Y yo vivo un sueño desde el día en que aceptó ser mi esposa.

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  • Imagen de perfilCiento sesenta y uno

    Patricia Jiménez 

    Como si la abogada Clara Campoamor no hubiera conseguido bastante para ella misma, pretendía atravesar una barrera más. Un hombre de bien jamás aceptaría aquel despropósito; era imposible conciliar el errático intelecto femenino con el criterio para votar.
    De pronto, su voz reconociendo a las mujeres como iguales comenzó a deslizarse entre mis obstinados pensamientos. ¿Acaso no habían luchado como nosotros?
    Sus palabras evocaban mis recuerdos; madre, valiente cual varón, sacó adelante a cinco hijos sola.
    Después contemplé el presente. Cualquier analfabeto tenía derecho, pero mi esposa, una persona ilustrada, solo podía acompañarme del brazo.
    Por último, su mensaje me proyectó al futuro. Vi a mi hija, brillante, privada de la oportunidad que a otros regalarían por ser de género masculino.
    Aquel día hubieran sido ciento sesenta votos a favor, pero con mi cabeza y mi corazón en el platillo de la balanza, fueron ciento sesenta y uno.

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  • Imagen de perfilDuda

    Susana Ruiz Embarba 

    -Dame otra oportunidad, no volverá a pasar.- La barrera del miedo a la soledad me hace dudar. Si acepto me convertiré en una más que no dio importancia a un primer tortazo. Además mi madre dice que en el matrimonio hay que aguantar, que eso de que somos iguales es una cosa moderna. Por otro lado, si no acepto, puede que no vuelva a conciliar el sueño sabiendo que aún le amo. Pero también puede que no entre en la espiral de las víctimas de violencia de género. Una abogada como yo debería saberlo. Me dirijo al baño y cierro la puerta. Me limpio la sangre que brota de mis labios y marcó el 016. Cuando acabo, acurrucada en el baño pienso en lo que me espera, denuncia, juicios, difamaciones y orden de alejamiento que espero que cumpla. Le escucho aporrear la puerta e insultarme. Tomé la decisión correcta.

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  • Imagen de perfilViaje astral

    Nieves Prieto Lavin 

    España 2045. Alcanzada la velocidad de la luz, aterrizamos en Planeta Habitado 1, donde moraban seres esencialmente iguales que nos aventajaban en quince mil años de evolución. Cuando superamos la barrera del idioma, identificamos sin género de duda a un colectivo conocido: los abogados de oficio. Imprescindibles para la defensa del medio ambiente, los letrados hacían esos días denodados esfuerzos por salvar la postrer pareja de lobos del humano feroz. No en vano, salvedad hecha de la cucaracha y el gato común, las especies de Planeta Habitado 1 estaban en peligro de extinción. Urgía conciliar al hombre y a la naturaleza, de ahí la subsistencia del turno en un mundo de autosuficiencia y devastación donde también los gremios y profesiones languidecían.
    Desperté de la cabezada por colleja procuradoril, desconcertado por mi sueño distópico y con el macrojuicio casi visto para sentencia. Letrado, ¡última oportunidad de evacuar su trámite de conclusiones!

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  • Imagen de perfilRAPBOGACÍA

    Manuel de la Peña Garrido 

    - Acuso al reggaeton, hip-hop, a la cultura urbana en general
    de desigualdades de género crear.
    Leyes y códigos nos tratan como iguales.
    Otra es la ley en los barrios: nos separan barreras abismales.
    Además, con contratos-basura, nuestras vidas familiar, laboral,
    imposibles son de conciliar.
    Todas ganamos menos. Todas perdemos más.

    - Injustas son tus quejas de pendeja.
    ¿Acaso, siendo tía, no disfrutas esta oportunidad
    de litigar conmigo ante este tribunal?
    En la cultura urbana, babes, sois lo más. Patente realidad.
    Si hasta Bansky es mujer. ¡Lo sabe Trump!

    -Fiscala, abogadete, debo hacer cuanto debo, aunque lo pete.
    Como juez, debería sentenciar:
    “aunque ambos alegatos molan mazo,
    tan justa acusación tendría que prosperar”.
    Pero hoy no voy togado. Hoy solo soy jurado
    de batalla de gallos-gallináceas. ¿Y qué fallo?
    “Versos chungos. Concurso desierto, como el Bronx
    cuando en televisión echan la Superbowl”.
    Que del rap al Derecho… ¡hay mucho trecho!

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  • Imagen de perfilMINIMO DE PARIDAD

    JOSE MIGUEL RUBIO POLO 

    Año 2027. Se manifestó un nutrido grupo de miembros del Colegio de Abogados, consciente de la necesidad de conciliar la vida laboral y familiar, de modo tal que por fin dejáramos de vivir para trabajar y empezásemos a trabajar para vivir entre iguales. Francamente preocupado este grupo, por la creciente y alarmante desigualdad de género a todos los niveles de la Judicatura española, que estaba abriendo enormes barreras entre sexos, pues parecía haber una diferencia de oportunidades impresionante. Este grupo del Colegio, se dirigió a su Decana para que intercediera ante la Presidenta del Consejo General de la Abogacía y ésta ante el Consejo General del Poder Judicial, para a la postre instar las modificaciones legales oportunas en la Judicatura, Fiscalía y Letraduría de la administración de Justicia, en pro de conseguir al menos una paridad simbólica, para exigir un mínimo cupo de hombres entre tanta mujer.

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  • Imagen de perfilCINCUENTONA

    Ángel Montoro Valverde 

    No hace tanto (o quizás sí), que renuncié a conciliar la vida familiar a fuerza de prescindir de ella y rompí barreras de género logrando iguales oportunidades para nosotras. Pero ahora tengo en contra las leyes de la transparencia y de la gravedad; y al enemigo en mis filas. Desde el aterrizaje en el departamento jurídico, con más presencia que jurisprudencia, de dos jovencísimas letradas recién masterizadas, adolezco de invisibilidad y mis consejos legales, dogmáticamente asumidos hasta ahora, son respondidos con un “perdona, ¿decías algo?”. Lo peor ha sido esta mañana, cuando el sensor de la puerta de entrada no ha advertido mi presencia. Y, mientras en la calle verifico la integridad de mi nariz, me pregunto si se trata de un fallo fotoeléctrico o de un despido objetivo por equivalencia matemática: cambiar a una abogada de cincuenta por dos compliances de veinticinco.

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  • Imagen de perfilTACONES LEJANOS

    M.Salvador Muñoz 

    Como abogado, estoy ante la constatación de que la igualdad entre géneros es una realidad. El juicio estaba presidido por una jueza, mi oponente jurídica era una prestigiosa fiscal, la guinda era el jurado, todo mujeres. Enseguida fui consciente de que era una señal del destino, un signo de libertad, la oportunidad de levantar la barrera a mis miedos, a mi vergüenza.
    Al día siguiente me desperté dispuesto a conciliar mi cuerpo con mi alma. Maquillé mi rostro, pinté mis labios de rojo carmín, perfilé mis ojos verde esperanza, me puse una peluca color caoba y, por último, aquel vestido que acariciaba mi cuerpo.

    Entré en la sala con mis tacones de doce centímetros martilleando el suelo al compás de mi excitado corazón. Esperaba de la concurrencia el veredicto de que realmente todos somos iguales. Mi defendido no acabó de verlo claro, y su semblante pasó de procesado a convicto.

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  • Imagen de perfilCOMO ESTE. COMO ELLA

    ÁNGEL SAIZ MORA 

    Mis padres cumplían una máxima de forma rigurosa y sin género de dudas: dar a su hija pequeña lo mismo que al mayor. Empeñados en que fuésemos iguales, me apuntaron a baloncesto, igual que a él, pese a que no soy hábil con el balón. Solo concebían que llegase a ser ingeniera, como el primogénito, pero lo mío son las letras. Vivía traumatizada, incapaz de conciliar mi singularidad con sus deseos.
    La tía Luisa me regaló una mascota. Mis padres se empeñaron en que, igual que al perro de mi hermano, debía sacarlo a pasear con correa. Cuando un gato callejero destrozó a Ricky, mi hámster, la tía vio una oportunidad de romper la barrera intolerante de mis progenitores. Logró que un juez les retirase la patria potestad para adoptarme, bendito el día.
    Quiero ser escritora. En muchos de mis relatos, como este, aparecen abogados, como ella.

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  • Imagen de perfilBlanco y en botella

    Mikel Aboitiz 

    A la primera oportunidad, y sin género de dudas, el empresario López, haciendo gala de un refinado estilo olímpico, se salta la barrera de la legalidad al difamar en público a su rival, el comerciante Estrada. Alarmado, Torres, segundo socio de López, recurre como mediador a Ríos, tercera pata de la firma, quien, incapaz de conciliar ambos bandos, recomienda a Arranz, oscuro personaje, especialista a partes iguales en terapias de pareja y vudú haitiano. A su vez, la secretaria Díaz, cuenta a su novio Octavio todo este desbarre. Octavio, ortopeda y gran aficionado a los crucigramas, la escucha atento, anotando metódico en cada línea de un cuadernillo todos los nombres, el suyo incluído (López, Estrada, Torres, Ríos, Arranz, Díaz, Octavio) uno bajo el otro. Cuando acaba, se palmea las piernas triunfal, exclamando: «¡Increíble, justo lo que necesitáis tenía que aparecer aquí! Es de sentido común. Lee el acróstico vertical».

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  • Imagen de perfilDERECHOS Y OBLIGACIONES

    Anna Jorba Ricart 

    Por ser del género femenino para un misógino autoritario en mi fracturada familia, tuve que hacer frente, sola, como hija cuidadora, a todas las necesidades.
    Bien es verdad que ello no me representó ningún problema, sino al contrario, me reconfortaba tener la oportunidad de demostrar el cariño y el agradecimiento hacia el ser que me había dado la vida. Hasta su fallecimiento.
    Después, intentar conciliar las diferencias en los temas de herencia, me hubiera sido muy difícil de no ser por la mediación de mi abogada. Mi interlocutora para salvar la barrera de la incomunicación. Fue el escudo tras el que protegerme del despotismo familiar a la hora de repartir los bienes.
    Defendió dentro de la estricta legalidad lo establecido en un testamento. Todo se repartió a partes iguales. Bueno, todo, menos las obligaciones, que para eso ya no había remedio.

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  • Imagen de perfilConciliación

    Marta Trutxuelo García 

    Cierra de un portazo el coche y con el maletín en una mano y yo en la otra, corremos hacia la entrada.
    “La ley nos dice que todos somos iguales, pero el propio lenguaje marca la diferencia: el género es masculino, la barrera, femenino. Debemos superar los obstáculos para lograr la igualdad y aprovechar las oportunidades para conciliar vida familiar y laboral.”
    La directora del cole nos mira con cara de doble interrogante.
    “Quiero decir... sin ningún género de dudas puedo afirmar que todos los niños son iguales. Pero a algunos les cuesta conciliar el sueño y más reconciliarse con la vigilia; además, la barrera del peaje estaba estropeada y… Sí, señora directora, llegamos tarde, pero déme otra oportunidad, ¡déjele hacer el examen a mi hija!”.
    “¡Mira que soltarle el alegato que había preparado para el juicio!”, dice mi madre antes de desearme suerte y correr hacia el juzgado.

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  • Imagen de perfilLA CARTA

    CARMEN ANDREY MARTIN 

    Querido Martín:

    Aún no me conoces pero creo que lo haremos pronto. Hace días que pienso que nuestro encuentro ya es inminente y por eso he querido escribirte esta carta.

    Te dirán esto muchas veces, porque es importante: Todos somos iguales. Sin importar género, raza o diferente opinión. Las mujeres, como los hombres, también pueden conseguir todo lo que se propongan. Exactamente igual de bien.

    Sé amable y trata a todos con respeto. Intenta conciliar vida profesional y personal. Ninguna profesión debe anteponerse a la familia. Cuando te digan que el dinero no da la felicidad, créetelo.

    Si decides, como yo, ejercer la abogacía, recuerda: no todo tiene un precio. Que tu motivación sea siempre una causa justa.

    No te dejes vencer por barrera alguna. Si algo va mal, quedará una última oportunidad para solucionarlo.

    Finalmente decirte que podrás contar conmigo siempre que lo necesites. Insisto, siempre.

    Te quiere,
    Mamá.

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  • Imagen de perfilTRASNOCHAR ENTRE PAPELES Y CAFÉ

    Ernestina Tatti · Pontevedra 

    Su marido apareció por la puerta de su despacho con una taza de café recién hecho y un beso de buenas noches. Desde que nació Ana, el precio por pasar tiempo con ella era sacrificar horas de sueño para trabajar. Los juicios no esperaban y los clientes tampoco. Pero la infancia de su hija no le daría una segunda oportunidad. Trasnochar entre papeles y café. Eso era para ella conciliar su vida familiar y laboral. Después de parir la maternidad se convirtió en una barrera en su carrera profesional. Una barrera que ella tuvo que superar y su marido no. Sentía que no eran iguales en ese aspecto. Esa era la triste realidad. La igualdad de género era una tarea pendiente todavía. Era abogada y madre. Pero, sobre todo, persona. Una persona con sueños.
    Dio un sorbo al café. Era hora de ponerse a trabajar. Sus sueños tampoco podían esperar…

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  • Imagen de perfilPor un sueño

    Gabriel Trujillo Puente · Valladolid 

    Miraba el reloj, eran las 5 de la mañana. Al día siguiente le esperaba el juicio más importante de su vida. A estas alturas ya no se preguntaba si era más difícil conciliar el sueño o su trabajo de fiscal con su papel de madre. Necesitaba ayuda para descansar, pero no para convencer al jurado. Allí dentro eran dos gladiadores iguales, armados con la ley y la retórica, dispuestos a aprovechar la más mínima oportunidad para descuartizar a su rival. Conocía al abogado defensor, ese pedante que la miraba por encima del hombro por ser mujer. Pero había superado la barrera del género hace tiempo, justo cuando se divorciaron. Por fin cayó dormida, tenía los ojos cerrados pero poseía ese gesto de decisión y confianza. Sabía que iba a ganar.

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  • Imagen de perfilTODAVÍA

    Margarita del Brezo 

    Hace tiempo que trabajo como abogada de mujeres víctimas de violencia de género. Cada día observo sus cuerpos maltrechos y sus almas marchitas y trato de tenderles una mano firme, fuerte, perseverante, que les ayude a demoler esa pesada barrera, construida con las piedras que les lanzan y con las que tropiezan, tras la que se oculta la vista panorámica de su futuro. Desgraciadamente eso de que «Todos somos iguales» es todavía una falacia, y son demasiadas, también todavía, las que deciden dar a su pareja otra oportunidad. No me extraña. Sé bien que conciliar el miedo a la soledad con la necesidad de estar sola no es tarea fácil. Cuando vuelvo a casa, me desmaquillo ante al espejo y descubro lentamente la cicatriz que me parte la frente. Una marca, una señal luminosa que me recuerda cada día, desde hace tiempo, que sí se puede.

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