Imagen de perfilMis Crímenes de Guerra

Alfonso Cabello Herencia 

¡Señoría, la casa comenzó a llenarse de hormigas!. Era imprescindible utilizar armas de destrucción masiva. El ejército enemigo, encabezado por su guía, era ordenado y rápido. Tal vez debí frenar la avanzadilla y reparar la frontera… o tal vez debí hacer prisioneros y -tras un careo- llegar a alguna clase de acuerdo amistoso. La Reina seguía en su fortaleza, lo sé de buena tinta. Observé movimientos extraños; juntaban sus antenas y en una frecuencia desconocida para mí, trazaban un plan. Finalmente, decidieron trasladar su botín. Recogieron una cucaracha maltrecha y la transportaron fuera de mi hogar, mientras cubrían sus espaldas. Me confieso culpable de haberlas matado con insecticida en su retirada pacífica, pero señoría, temía que volvieran con refuerzos… tendría que abandonar mi casa y ya sabemos como tratan a los refugiados de guerra.

 

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