Mis Crímenes de Guerra
Alfonso Cabello Herencia¡Señoría, la casa comenzó a llenarse de hormigas!. Era imprescindible utilizar armas de destrucción masiva. El ejército enemigo, encabezado por su guía, era ordenado y rápido. Tal vez debí frenar la avanzadilla y reparar la frontera… o tal vez debí hacer prisioneros y -tras un careo- llegar a alguna clase de acuerdo amistoso. La Reina seguía en su fortaleza, lo sé de buena tinta. Observé movimientos extraños; juntaban sus antenas y en una frecuencia desconocida para mí, trazaban un plan. Finalmente, decidieron trasladar su botín. Recogieron una cucaracha maltrecha y la transportaron fuera de mi hogar, mientras cubrían sus espaldas. Me confieso culpable de haberlas matado con insecticida en su retirada pacífica, pero señoría, temía que volvieran con refuerzos… tendría que abandonar mi casa y ya sabemos como tratan a los refugiados de guerra.
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Voto concedido y ánimo, porque aunque los principios siempre son duros que ello no te lleve a creer que tu relato no está francamente bien.
Quedo pendiente a tu relato del mes que viene.
¡Gracias!. Claro, he participado en los últimos días y es complicado por votación, cuando no soy abogado. Pero bueno, participo y sigo aprendiendo en este mundillo de los microrrelatos. Un saludo.
Ésta es de corte surrealista… pero me gusta Kafka.
Podemos imaginar que el alegante sí es abogado. Claro que no podemos fiarnos de las hormigas. Y no es de extrañar que ellas mismas utilicen armas de destrucción masiva. Si hasta había una Atómica…
Suerte, Alfonso.
¡Gracias!