Imagen de perfilTenemos que hablar

Patricia Collazo González 

El abogado me invita a pasar. Es un hombrecillo gris, cuyo aliento huele a especias. Me lo han recomendado en el pueblo. Buen tipo, tarifa razonable.
Le cuento que quiero divorciarme. Que no voy a poder pagarle por adelantado. Eso no parece preocuparle.
Le muestro los correos electrónicos que mi mujer se cruza con un desconocido ¿Lo ha hablado usted con ella? Niego. No puedo decirle que lo sé. Acceder a la correspondencia ajena es delito. No lo hago, le aseguro. Todo empezó como un juego. Le envié los primeros para probarla. Una cosa fue llevando a la otra, y ahora ella confía más en él que en mí, y yo, me he vuelto a enamorar de ella pero no se lo puedo decir.
No podré ayudarlo, dice. Usted no quiere divorciarse.
Regreso a casa. Ella cierra el ordenador al verme entrar. Tenemos que hablar, pronuncia con una misteriosa sonrisa.

 

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