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María O´DONNELL ARMADA 

Como cada jueves, después de comer, Carmen y Maite Aguado veían la telenovela en la cocina.
-Rosita, te lo suplico, dame una oportunidad, no soy ningún maleante.
-Déjalo ya Carlos Manuel, lo nuestro es imposible: robaste la esmeralda de la doña y ahora papito está preso, como presunto culpable.
-¡No es verdad, no la robé!- dijo el galán cogiéndole el brazo- pero tú mentiste al acusarme de malos tratos.
-¡Basta Carlos Manuel o llamaré a seguridad!.
Carmen se movió en su taburete: “¡no lo hagas Rosita, le detendrán por incumplimiento de la orden de alejamiento! “.
A lo que Maite añadió: “y si él prueba su inocencia, acusarán a Rosita por denuncia falsa.., mal asunto”.
Sonó la melodía del final y Carmen apagó el monitor. Entonces las hermanas, famosas abogadas penalistas y socias, se dirigieron al despacho esperando impacientes el capítulo del próximo jueves.

 

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