PASA EN LAS MEJORES FAMILIAS

Maria Jose Irigoyen Del Castillo · Madrid 

Me asignaron el asunto de oficio, en el último momento. Hacía mucho tiempo que no la veía. Cuando entró en el reservado, que nos acababa de habilitar el colegio, apenas la reconocí. Me hizo falta una buena dosis de concentración para vislumbrar en sus facciones algún atisbo de su antigua belleza.Estaba demacrada. El escaso cabello le blanqueaba lastimosamente en la raíz. Una aureola morada le impedía abrir el ojo izquierdo. La pupila derecha la tenía extremadamente dilatada. Tuve la certeza, no una mera sospecha, de que había vuelto a consumir. Le recomendé evitar el juicio, llegando a un acuerdo con la acusación. Se quedó mirando la pared. Frunció el ceño y asintió con indiferencia, sin mirarme. Al salir de la habitación me llamó cobarde.Supe que la droga se acababa de llevar lo que quedaba de mi madre.

 

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