Imagen de perfilDE CORAZÓN

Yolanda Nava Miguélez 

El pleito se inició por un dibujo en la arena. Era un corazón atravesado por una flecha y al pasarle por encima la tabla de surf de un tipo enorme que no respetó la linde fijada por la toalla, quedó partido por la mitad; las protestas de la pareja no fueron bien acogidas por el grandullón y rápidamente se formó un corrillo alrededor. Por fortuna, se ofreció a mediar el vigilante de la playa: «soy abogado» proclamó, y la gente le abrió paso para que pudiera investigar y resolver. Pero los concurrentes en el litigio dijeron no tener solvencia para afrontar los honorarios del joven, pese a no ser muy elevados. El letrado pidió que le concedieran la licencia de mediar gratuitamente. Logró la reposición del dibujo y una disculpa; como pago, los enamorados le invitaron a un helado de fresa, aduciendo que la pensión no les daba para más.

 

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