Imagen de perfilSIN PERDÓN

Eva María Algar García 

Aquel juicio me marcó. Lo recuerdo como si fuera ayer, y sin embargo han transcurrido más de veinte años. Defendí a numerosas mujeres ante un despido colectivo encubierto. Habían perdido sus trabajos simplemente por pretender equiparar sus sueldos a los de sus compañeros varones, por intentar conciliar sus horarios con su vida familiar, por anhelar ser madres…Y allí estabas tú. Impasible. Con un traje color crema y mocasines de cuero, cetrino semblante y altiva mirada hacia el infinito desde el banquillo de los demandados. Tras arduas y tediosas sesiones, el Magistrado decidió sentenciar a mi favor. La empresa rehusó optar por la renovación de las empleadas, asumiendo elevadas indemnizaciones. Lo confieso. Fui el germen de tu ruina y tu divorcio. Mas ahora que al fin me permites acercarme, deseo decirte que mi victoria resultó pírrica, sí, pero lucharía aquella batalla nuevamente sin dudarlo. Siempre te quise. Descansa En Paz, papá.

 

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