Imagen de perfilEl antihéroe

Juan José Carrillo Chacón · La Línea 

Siempre quise ser un antihéroe. Desde pequeño supe que me convertiría en algo tan genérico como el trigo. Alguien normal que no levantaría la más mínima sospecha. Por supuesto, vestiría una capa negra.
– La oscuridad siempre viene bien si quieres pasar desapercibido – solía decir mi padre, el mejor de los Maestros.
Él me había enseñado que la renuncia al protagonismo engendra las más insólitas oportunidades. Ligar, por ejemplo.
– Las chicas más interesantes buscan cerebro. Huye de los focos. Refúgiate en tu cueva – me repetía una y otra vez.
En cierto modo era como un murciélago. Alguien que había desarrollado una extraordinaria capacidad de adaptación y orientación a través de sus sentidos. Podía oler el problema, oír la traición, palpar el miedo, saborear la miseria y ver lo invisible.
Así conquistó a mi madre y tuvo su asentimiento.
¿El resultado?
Otro abogado antihéroe de carne y hueso.

 

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