VIII Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilFOREVER

Esteban Torres Sagra 

Tenía que formalizar urgentemente un contrato como fuera para salvar el curso. Agobiado y sin ideas, decidí salir a ligar por los bares de la zona. Al minuto de conocerla y antes de perderme en sus ojos color trigo, concebí el trabajo: Como nadie estableció el objeto contractual, ¡redactaría un pacto con ella para vernos!. ¿Las condiciones? A tiempo parcial. De viernes a sábado. De veinte a veintitrés. Bla, bla, bla. Lo más genérico posible. Con cláusula de renuncia y contraprestaciones. Si conseguía su asentimiento por escrito podría sacar sobresaliente. A ella le pareció graciosa la ocurrencia y firmó. Aprobé con buena nota la asignatura como aprendiz de abogado, es cierto, pero aquel papelucho significó mucho más que una simple práctica jurídica cuando, cuatro años después, le borramos de mutuo acuerdo la fecha fin delante de un altar e incluimos un pago en especie que se llamó Laurita.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilDEFENSA CUESTIONABLE

juan perez morala 

Era un abogado de tipo genérico, generalista si se quiere, que prestaba asentimiento a defender cualquier causa y persona, por odiosa que fuera. Pero le repugnaba que lo que no había lavado el Ebro lo tuviera que lavar su pequeño Andarax almeriense. Valoraba la ética profesional y la dignidad del derecho político, por lo que detestaba la intromisión, en su tierra y en su mar, de un extraño personaje que, llegado subrepticiamente al lugar, no abominaba de ligar taimadamente su incoherencia y traición de ayer, con el hecho actual de ser nominado para primer diputado de un partido ocasional. No, no era trigo limpio desde la renuncia de todo cuanto prometió mientras disfrutó de honores y buen sueldo. Y ahora pretendía representar a ciudadanos ajenos, por tierra y por mar, pero nunca más por Aire. El generalista se asomó al Mediterráneo y se preguntó: “¿defendería yo a un ser así?”.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilLA JUSTICIA ES SUEÑO

    CARMEN ANDREY MARTIN · MÁLAGA 

    Me recreo en su visión, diametralmente opuesta a las mujeres que antes me intentaba ligar: el vestido suelto le cae con gracia hasta los tobillos dejando entrever una insinuante silueta, de cintura estrecha y sinuosas caderas; tiene el pelo dorado como trigo al sol y adivino sus ojos, de un marrón genérico, sonriendo burlones.

    De repente noto que algo va mal, intuyo el filo de una espada presionando mi hombro. Es automática mi renuncia a luchar. Siento el impulso de hacer siempre lo correcto.

    Con un breve gesto de asentimiento deshace el nudo, cae la venda. Clava en mí una mirada llena de ironía.

    Un movimiento casi imperceptible de su mano inclina una balanza que sostiene firme en la derecha. Cierro los ojos. Rezo porque sea a mi favor.

    Ese ruido conocido y penetrante me devuelve a la realidad. Implacable despertador, implacable justicia. Listo para un nuevo día, abogado.

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  • Imagen de perfilCON LA TOGA PUESTA

    PATRICIA DURÓ ALEU 

    Le costó convencerse, pero las razones para la renuncia, eran imbatibles: “Papá, las leyes cambian; te cansas en los juicios; ya no oyes como antes; te entra sueño...” Él, sólo acertó a darles una: “Es mi vida”. Fue su forma de sintetizar una vocación temprana, que germinó como el trigo y lo llevó a convertirse en el mejor. Ahora, conseguían, por fin, que admitiese su derrota sin frases elocuentes ni retórica: con un simple asentimiento de cabeza. Antes de delegar en sus dos vástagos, quiso, no obstante, ligar una última defensa, a modo de despedida. Y fue durante las preguntas genéricas a un testigo, cuando aconteció lo que muchos habían estado temiendo: palideció de repente, se aferró con ambas manos a su histórica toga y, en un último alarde combativo, vociferó: “¡No me desvistan! ¡Me iré de este mundo adecuadamente ataviado para mi defensa!”. Luego, se desplomó sobre sus papeles.

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  • Imagen de perfilEL EXAMEN

    JUANR RIOS ROMERO 

    Justo antes de que las puertas del aula del examen final se abrieran de par en par, tragué un medicamento genérico para el incesante dolor de barriga. La idea de la renuncia se me había pasado mil veces por la mente. Mi padre desde el pasillo, se limitó a mirarme y hacer un leve gesto de asentimiento con su cabeza. Adelante. Mi padre, agricultor e hijo de recolectores de trigo, no entendía que hubiera malgastado 9 años de mi juventud en la oposición de Abogado del Estado. Ni siquiera entendía en qué consistía, y sin embargo, me costeó con su jornal mis gastos. Habían sido largos y duros años renunciando a la vida: viajes, cine, ocio, ligar con chicas en bares...
    Han pasado 15 años desde aquel examen.
    Cada año llevo flores a la tumba de mi padre y recuerdo aquel fugaz instante.
    Ese aprobado va por ti papá.

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  • Imagen de perfilAudacia

    Carlos Villanueva 

    El resultado de la primera vista no fue nada alentador. De vuelta al despacho el silencio se cortaba dentro del coche. Podía ver la cara de mi mentor reflejada en la ventanilla, con su rostro marcado por el tiempo, con esa mirada profunda, instigadora, que te invita a todo menos a la renuncia, que te muestra a un abogado con mayúsculas por encima del genérico nombre que describe a una profesión.
    De pronto me dijo: “¿te he contado alguna vez el caso del molinero?”.
    No, respondí.
    “El pleito tuvo su origen en una disputa por un celemín de trigo, aunque esa no era la verdadera causa, sino la de conseguir ligar a la hija del molinero. Dos costales de harina fue el precio de la multa. Mucho para la época, pero nada en comparación con el asentimiento obtenido para casarse con la moza”.
    Solo entendí una cosa, que teníamos caso.

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  • Imagen de perfilLAS ARMAS DEL DERECHO

    MONICA CRISTOBAL ALVAREZ 

    En las bodas estoy harta que en la mesa en la que te colocan, normalmente entre desconocidos ya que eres una persona muy sociable y dicharachera, en cuanto saben que eres abogada, todo el mundo te pregunte por su herencia, su alquiler, su despido…
    En la última boda hice renuncia de mi profesión y en cuanto me preguntaron, solté que era ingeniera agrícola, pues del trigo y sus genéricos la población urbana apenas sabe y, efectivamente, me dejaron en seguida en paz.
    Lo que pasa es que cuando el guapo que estaba sentado a mi lado quiso ligar conmigo, yo no tenía apenas tema de conversación. Respondía con mi asentimiento a su monólogo como una tonta, sin saber de qué hablarle…
    Entonces me di cuenta del poder que te da el saber de herencias, alquileres y despidos…
    Nunca volví a renunciar y ya voy muy satisfecha por el tercer matrimonio.

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  • Imagen de perfilErre que erre

    Pilar Blázquez 

    Aquel Jurado se le resistía. Sí, a ella, la brillante letrada que demostraba igual maestría redactando un complejo recurso de casación que un humilde asentimiento entre particulares. Si su impecable prosa jurídica le hacía ganar complicados casos ante la judicatura más hueso del país, ¿qué le pasaba a aquel Jurado? Escudriñó ansiosa la pantalla; nada, otro mes que había sido excluida de los seleccionados. Cerró la lista dispuesta no ya a vencer, sino a conseguir al menos que publicaran en internet un texto suyo después de ¿cuántos?, ¿84 intentos desde 2008? Desplegó PARTICIPA y según leyó las cinco palabritas de obligada inserción en el relato del mes, oyó esa voz interior gritándole: ¡¡¡Renuncia!¡¡ ¡¡¡No te presentes en mayo!!! Conseguirías más éxitos y tardarías menos en redactar la macrodefensa de cualquier trama corrupta, que ligar con acierto los términos “trigo y genérico” en las 150 palabras de un microrrelato sobre abogados.

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  • Imagen de perfilOrgullo paterno

    Gloria Arcos Lado 

    Conseguí su asentimiento. Siempre había buscado, hasta en lo más profundo de mi ser, la aprobación de mi padre. Y por fin la había conseguido, aunque sólo fuera de un modo genérico.
    Para ello hube de presentar mi renuncia a convertirme en un abogado estrella, olvidando así mis sueños de aparecer en las noticias, lo que me permitiría, entre otras cosas, ligar con mis compañeras de buen ver.
    Sin embargo obtuve el reconocimiento de mi familia y de gran parte de la profesión al convertirme en el defensor de una de las principales empresas nacionales dedicadas a exportar trigo allende los mares.
    Hoy mi padre, cuando me ve en televisión tratando con gran confianza y seguridad a políticos, empresarios de postín o a personajes relevantes, siempre recuerda con orgullo, al que en ese momento esté a su lado: "Este es mi hijo".

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  • Imagen de perfilLA DECISIÓN

    Mila Orozco Hermoso 

    La pantalla del ordenador permanece en blanco mientras Juan se esfuerza en concentrarse para redactar un escrito que debe presentar mañana en el Juzgado. Pero su mirada se pierde una y otra vez entre las letras del encabezamiento genérico, lo único que ha logrado escribir. Por la ventana del despacho, en vez de coches ruidosos, le parece estar viendo los campos de trigo de su infancia. De nuevo recuerda los ojos profundos de su padre cuando le dijo:

    - “Tengo que marcharme a la capital. No voy a poder seguir ayudándote con la finca. Quiero ser abogado.”

    El silencio de su padre llevaba implícito el asentimiento a su decisión, la certeza de que no lo podría ligar contra su voluntad, la renuncia a ver continuada la tradición familiar.

    Y, sin embargo, le apoyó.

    Juan nunca olvidará la sonrisa orgullosa de su padre la primera vez que se puso la toga.

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  • Imagen de perfilDe película

    Miguel Ángel Moreno Cañizares 

    Convencido de que el acusado no era trigo limpio, sino un sujeto indeseable, el fiscal se afanó en ligar las pruebas que tumbaran la defensa. Durante semanas movilizó a medio departamento para recopilar documentos, bucear en los archivos policiales, investigar en las hemerotecas... Un plan genérico que contó con el asentimiento tácito del presidente del tribunal. Las vinculaciones mafiosas aparecieron como setas. Alertado de ello, en última instancia el abogado defensor presentó una propuesta de acuerdo que permitiera a su cliente rebajar la condena. A cambio de colaborar, pretendía la renuncia a la petición de 25 años. Reunidos la noche antes del inicio del juicio, las dos partes sellaron el pacto. El fiscal, que veía al padrino por fin entre rejas, lo celebró con un brandy. “Corten”, gritó el director. “Mañana rodaremos la escena de la redada, por favor sean puntuales”, concluyó.

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  • Imagen de perfilDEFENSA CUESTIONABLE

    juan perez morala 

    Era un abogado de tipo genérico, generalista si se quiere, que prestaba asentimiento a defender cualquier causa y persona, por odiosa que fuera. Pero le repugnaba que lo que no había lavado el Ebro lo tuviera que lavar su pequeño Andarax almeriense. Valoraba la ética profesional y la dignidad del derecho político, por lo que detestaba la intromisión, en su tierra y en su mar, de un extraño personaje que, llegado subrepticiamente al lugar, no abominaba de ligar taimadamente su incoherencia y traición de ayer, con el hecho actual de ser nominado para primer diputado de un partido ocasional. No, no era trigo limpio desde la renuncia de todo cuanto prometió mientras disfrutó de honores y buen sueldo. Y ahora pretendía representar a ciudadanos ajenos, por tierra y por mar, pero nunca más por Aire. El generalista se asomó al Mediterráneo y se preguntó: “¿defendería yo a un ser así?”.

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  • Imagen de perfilMI TERAPIA

    Víctor Río Herrero 

    Mi psicoanalista es rubia, muy guapa; y no renuncia a resaltar sus otros muchos atributos femeninos. No lo hace con la intención de ligar, sino por puro orgullo de mujer. Comencé a acudir a su consulta hace ya tres años. Al principio experimenté una gran mejoría, pero, a partir del día que se enteró de que soy abogado… En cuanto me siento en su cómodo diván, me prescribe, como relajante genérico, un paseo en mi imaginación por verdes campos de trigo en un día soleado; y, cuando intuye que he entrado en trance, me susurra: ¿te importa responder a algunas preguntas? Sin control de mi voluntad, me sale un gesto de asentimiento. A partir de entonces, como en un sueño, dedico mi hora a resolver sus dudas sobre cuestiones de herencia, divorcio… Lo preocupante es que cada semana necesito volver. ¿Me está utilizando…, o habrá acertado con la terapia?

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  • Imagen de perfilLección magistral

    Mariángeles Sánchez Manso · Madrid 

    Nada más llegar, tras finalizar las presentaciones de cortesía, mi tutor fue directo al grano. Nuestro bufete se rige por cinco principios capitales. Primero: El fin no justifica los medios. Bajo ningún concepto puedes transgredir los límites del Imperio de la Ley para conseguir una sentencia favorable. Segundo: Debes comenzar siempre separando el trigo de la paja. Cuanto más claras estén las circunstancias del hecho, más fácil será abordarlo. Tercero: Ningún caso es genérico. Todos tienen consecuencias más o menos determinantes en las vidas de tus clientes. Cuarto: La renuncia sólo se contempla si con ello conseguimos una ventaja mayor para nuestra posición. Y Quinto: Si consigues ligar la voluntad del juez a la causa de tu cliente, incrementarás las posibilidades de éxito.
    “¿Todo claro?”-preguntó mi tutor clavando sus ojos en mi humilde persona-.”Cristalino”-apenas pude articular para mostrar mi asentimiento. Así comenzaba el primer día del resto de mi vida.

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  • Imagen de perfilUN HOMBRE DEL PÁRAMO

    Esperanza Temprano Posada 

    Aquellas tardes con el abuelo Tristán cambiaron mi vida.
    —Márchate de aquí, que estas tierras dan más pena que trigo y no lo dudes, renuncia a tus raíces si es preciso ¡vuela! que te mereces algo mejor— solía decirme.
    Hasta que no mostraba mi asentimiento con la cabeza no paraba de sermonearme. Así fue como cambié la azada por las leyes y las tardes dedicadas a ligar con Teresita por mi compromiso con los usufructos genéricos, fideicomisos y demás negocios jurídicos. Poco a poco me fui enamorando de esta profesión. Allí estaba el abuelo el día que celebré mi primer juicio, sentado en el banco del público con su traje de domingo y un brillo en su mirada que nunca antes había visto en un hombre del páramo.

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  • Imagen de perfilEl antihéroe

    Juan José Carrillo Chacón · La Línea 

    Siempre quise ser un antihéroe. Desde pequeño supe que me convertiría en algo tan genérico como el trigo. Alguien normal que no levantaría la más mínima sospecha. Por supuesto, vestiría una capa negra.
    – La oscuridad siempre viene bien si quieres pasar desapercibido – solía decir mi padre, el mejor de los Maestros.
    Él me había enseñado que la renuncia al protagonismo engendra las más insólitas oportunidades. Ligar, por ejemplo.
    – Las chicas más interesantes buscan cerebro. Huye de los focos. Refúgiate en tu cueva – me repetía una y otra vez.
    En cierto modo era como un murciélago. Alguien que había desarrollado una extraordinaria capacidad de adaptación y orientación a través de sus sentidos. Podía oler el problema, oír la traición, palpar el miedo, saborear la miseria y ver lo invisible.
    Así conquistó a mi madre y tuvo su asentimiento.
    ¿El resultado?
    Otro abogado antihéroe de carne y hueso.

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  • Imagen de perfilRECETA PARA SER BUEN ABOGADO.

    JUAN CARLOS MONTERDE GARCĺA 

    Hace ya muchos años, pero aún me acuerdo del día que empecé de pasante en aquel despacho de Gran Vía de Madrid. En la puerta de entrada del bufete mi querido y exánime maestro había colocado este pequeño cartel:

    Receta para ser buen Abogado:

    Del buen trigo se hace la buena harina. De la buena harina se fabrica el buen pan. Del buen pan se alimenta cada día el buen Abogado. Del buen Abogado salen las buenas defensas. De las buenas defensas no podrá originarse, de un modo genérico, la renuncia del cliente a los servicios profesionales de su buen Letrado. Y del asentimiento de aquel a continuar el pleito nace una de las buenas satisfacciones morales en el ejercicio de la Abogacía. Moraleja: conseguir ligar el cliente a tu buen trabajo es la maravillosa empresa que se te encomienda desde este instante. ¡Bienvenido, Señor pasante!.

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  • Imagen de perfilLa lucha por el derecho

    José Manuel Pérez Pardo de Vera 

    Se aproximaba el juicio. Como de costumbre, preparaba a conciencia sus conclusiones. Murmuraba de memoria su discurso, casi mecido por el leve sonido de las ruedas de su silla. Detuvo la grabadora. Pronto sus dedos, ya muy retorcidos, no le permitirían aquel sencillo gesto. Eso sería poco antes de que aquel ordenador le prestase su voz electrónica. Y poco después de que la perenne demanda de asistencia le dejase sin intimidad, definitivamente confinada entre los invisibles barrotes de su mente.

    Decididamente no estaba como para salir a ligar. Pero, aun maltrecho, jamás se plantearía la renuncia a aquel caso. No le asustaba prestar asentimiento a grandes sacrificios. Al fin y al cabo, él siempre había sido más de dar trigo que de predicar. Más de hechos que de huera palabrería. Debía librar aquella última batalla. Se lo debía a sus defendidos, afectados, como él, por aquel genérico comercializado sin escrúpulos.

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  • Imagen de perfilJAQUE AL REY

    Isidoro Sánchez Torres 

    —Majestad —dijo Sissa, inclinándose—, este juego que he ideado le alejará de sus cuitas. Lo llamo «Ajedrez» y simboliza, representándola de forma genérica, la guerra.

    Maravillado el Rey con la genialidad del entretenimiento, ofreció a Sissa cualquier precio que por él pidiese.

    —Disculpad mi renuncia, Señor, pero no necesito dinero. Tan sólo admitiría como pago un grano de trigo en la primera casilla, dos en la segunda y así, de manera sucesiva, en cada una el doble que en la anterior.

    Sorprendido, el Rey dio su asentimiento a tan modesta demanda contemplando ufano los escasos sesenta y cuatro escaques del tablero. Pero su sorpresa tornó pavor cuando el Tesorero anunció no existir grano suficiente en todo el Reino para satisfacer el precio pactado.

    —¿Quién es este Sissa? —exclamó al no ligar dicho nombre con el de ningún sabio conocido.

    —Un abogado, Majestad.

    —Pues desde ahora será el Tesorero Real.

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  • Imagen de perfilAlegato cavernícola

    Marta Trutxuelo García 

    ¡Adiós, vida mía! Aceptaré la sentencia que me habéis impuesto, que me lanzáis como piedras talladas con vuestro desprecio. Tu defensa ha esgrimido unos argumentos irrefutables y certeros como el más afilado de los arpones. Algo ha cambiado, como cambian las lunas, como cambió con el fuego… entramos en una nueva era. Estos nuevos tiempos me obligan a una única salida: la renuncia. Es cierto, yo no podré ofrecerte un asentamiento estable, tan sólo una vida nómada. Nunca podré poner trigo en tu mesa, pero jamás te faltará un trozo de carne que llevarte a la boca. Y que sepas que yo no pretendía simplemente ligar contigo, como denota el gesto de asentimiento del jefe de tu clan en su sentencia; soy un hombre, en genérico, tanto como los que te defienden con sus palabras pulidas, y aunque no acepte los cambios del Neolítico, recuerda que tampoco soy un neandertal.

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  • Imagen de perfilEL ALEGATO FINAL

    Manuel de la Peña Garrido 

    - In limine litis, invocaré algunas excepciones procesales genéricas: esta Corte estaría vulnerando principios fundamentales, puesto que Vos (dicho sea con los debidos respetos) sois juez y parte. Además, vuestras resoluciones son irrecurribles.

     

    El Magistrado escucha perplejo el alegato del letrado, quien prosigue:

     

    -...En cuanto a mis culpas profesionales, confieso que libré de la cárcel a personajes que no eran trigo limpio, que intenté ligar con juezas buscando la absolución de mis clientes... Pero siempre ejerciendo el derecho de defensa, que considero sagrado. Como abogado, y ruego perdonéis mi atrevimiento, pienso que hasta el Diablo merece un juicio justo.

     

    Tras consultar con Tomás Moro, defensor de oficio, Dios hace un gesto de asentimiento e indica a san Pedro que abra las puertas del Cielo.

     

    -¡Ufff! Presento mi renuncia a juzgar a más picapleitos. Delego en Salomón, experto en fallar casos difíciles -dice antes de abandonar el estrado.

     

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