Imagen de perfilLA ÚLTIMA PRUEBA

Ferran Varela Navarro 

El joven contuvo un suspiro al escuchar las condiciones del trabajo. Ya había estado en un millón de entrevistas similares y siempre sucedía lo mismo. No solo pedían unas notas excelentes en la universidad, un par de cursos en una prestigiosa academia de idiomas y un máster en el extranjero, sino que, además, debía tener experiencia laboral. El puesto, por supuesto, era de becario. Eso significaba que, con suerte, le permitirían ayudar a redactar algún informe jurídico sin importancia después de llevarle el café a los jefes.
—Entrarías como parte de nuestro programa de formación —explicó el entrevistador—. Harás currículo y aprenderás mucho, pero no tendrás salario hasta dentro de dos años.
—Entonces volveré en dos años —replicó el joven—. Tengo que ganarme el pan.
—Un negociador, ¿eh? Bien. Los conformistas no son buenos abogados. —El hombre estrechó la mano del chico—. Cobrarás desde el primer día. Bienvenido a bordo.

 

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