IX Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilLa toga por el hábito

JUAN LOZANO GARROTE 

Agotado del mucho litigar y del poco descansar, el joven abogado decidió encerrarse en un monasterio, a vivir vida contemplativa. Allí la paz vencía a la premura, y el tiempo se paralizaba en un delicioso ángulo de reposo. Sin embargo, pronto se dejó llevar por los viejos vicios de siempre. El padre prior quedó escandalizado cuando, al explicarle las reglas de San Benito, aquel mentecato que había dejado la toga por la cogulla, le replicabla con un "disconforme con el correlativo" a cada una de las máximas que le enseñaba. Sin embargo, el desacato mayor fue cuando, en medio de aquel confiteor cantado, justo en la parte del "por mi culpa, por mi gran culpa", el picapleitos quiso formular recurso. Violación de la presunción de inocencia, decía en su argumentario. Algunos le miraron con ojos desencajados. Al echarle de la celebración, él, por supuesto, formuló respetuosa protesta.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilPACTOS ENDIABLADOS

Manuel de la Peña Garrido 

Modestia aparte, soy un triunfador. Dirijo un bufete sito en la cima de Torrespacio y la Guía Chambers. Acabo de entrevistarme con los miembros de la Asociación de Afectados por Pactos Diabólicos. Confían en que, tratándose de acuerdos leoninos e inmorales, conseguiré sentencias anulatorias. He aceptado este encargo tan friki. Litigar contra los abusos luciferinos asegura publicidad gratuita en los medios. Prepararé un contundente argumentario contra cláusulas oscuras (más bien negras), renuncias ilegales… Mi teléfono. Número desconocido: 666. Huele a azufre en mi despacho. - Se acerca tu hora, vasallo. Pronto me pagarás tu deuda. Un terrible escalofrío sacude mi espinazo. Recupero escenas sepultadas en mi memoria. Un adolescente mentecato, desesperado dentro de un pentagrama invertido, vende su alma si aprueba Matemáticas. Luego alcanza éxitos correlativos. Y deviene abogado famoso. Con desquiciada premura, devoro jurisprudencia sobre contratos injustos. No puedo perder el juicio. Me enfrento a un fallo eterno.  

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilTestigo con sorpresa

    Juani Cruz · Albacete 

    Primer juicio, primeros interrogatorios…respiro… recuerdo “Aunque muchos penséis que litigar está en vuestro ADN no actuéis con premura. Construid el argumentario de vuestros casos sin descuidar una de las piezas angulares de vuestra actuación en la sala: el interrogatorio” . No lo he descuidado Don Profesor Rimbombante -me digo.
    Repaso mentalmente una y otra vez en orden correlativo los diferentes escenarios, los distintos tipos de testimonios a los que me puedo enfrentar…
    Mi colega y contrincante llama al primer testigo.
    El declarante sostiene en su mano derecha una marioneta, que a la primera pregunta del letrado, eleva la cabeza, abre los ojos de una forma excesiva y con una mueca irreal dirige su mirada al humano que lo sostiene y manifiesta:
    -Yo digo las cosas que este mentecato no se atreve a decir.
    En ese momento, más pálido que el muñeco, me dirijo al estrado.
    -Señoría, un receso..

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  • Imagen de perfilLAS CUENTAS DE CERVANTES

    Déborah Albardonedo Martínez 

    Ni relativo, ni correlativo. No me sea mentecato, Don Miguel. Entiéndalo, no hay otro camino. Un hombre solo nada puede contra ellos. Nada puede hacerse, ni protestar, ni llorar, ni litigar, ni tan siquiera rezar. No atienden a razones, labores, argumentario o sazones. Que estos no son ni gigantes, ni molinos. Escuche, y escuche bien Don Miguel de Cervantes Saavedra, con la Real Hacienda ni se juega, ni se espera, cuando quieren cobrar, cobran. Así que, pague, y con premura, porque sino la siguiente obra la escribe preso y engrilletado. Pague Don Miguel, hágame caso. Páguele sus deudas a la Real Hacienda.

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  • Imagen de perfilMANTECADO

    Xavier Silvestre i Castejon 

    - Mantecado?
    - No... mentecato.
    Era agotador, pensaba Laura, mientras con premura recogía el desayuno. Antoñito no entendía la mitad de palabras del diálogo que representaría esa misma tarde en la escuela, y ya eran las nueve menos cuarto.
    Sobre todo que no se agobie, pensaba, acostumbrada a litigar por responsabilidades médicas sin entender del todo los argumentarios que emitían los peritos, pero recitándolos con convicción.
    - Antoñito, nos vamos. Si lo dices convencido seguro que saldrá bien.
    Y recordaba el sí quiero que también ella le soltó convencida a su padre, para unirse de por vida. El compañero de facultad que se había sentado a su lado cada minuto durante cuatro años, su alma gemela. Incluso consiguieron tener números de colegiado correlativos.
    Un sí quiero que de poco sirvió cuando la abandonó, ya embarazada, porque le asustaba el compromiso. El muy mantecado.

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  • Imagen de perfilEl carro.

    José Luis Rodríguez Ruza · A Coruña 

    Ejercía yo por aquéllos entonces en un pueblo de León, cuando recibí un día la visita de un antiguo cliente; que, presa de un acaloramiento al que no me tenía acostumbrado, me explicó a trompicones que su vecino le colocaba el carro en la puerta de su corral, correlativo al portal de Ramiro, que así se llamaba el adversario, impidiéndole sacar el suyo cuando las labores del campo lo precisaban; y que ya llevaba así un tiempo por lo que había que litigar con premura porque se sentía deshonrado e impotente al no atenerse el mentecato a las palabras. Traté de apaciguar a mi cliente, Anselmo, que así se llamaba, para poner las ideas en claro y poder dilucidar si efectivamente existía motivo para el litigio, o podría solicionarse el asunto con una mediación, pero insistía en su argumentario: Pórtese lo más criminalmente posible, porque así no puedo vivir.

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  • Imagen de perfilLa familia bien, gracias.

    José Manuel Garrido Verdugo 

    Con cierta premura, el recién colegiado ultimó el argumentario de su defensa horas antes de la vista oral. Su cliente le había contratado para neutralizar el afán de su propio hermano de litigar por las lindes de unas parcelas heredadas, yermas e infértiles. El acuerdo resultó manifiestamente imposible. Ahora ambos hermanos están sentados, a cierta distancia, en la sala de vistas. Existe la convicción, asumida por el defensor, de que los peores pleitos se producen entre miembros de una misma familia. Afligido por este contraproducente estreno de su carrera, cuando llega su turno, el abogado acerca al estrado el plano de la parcela 13077A018000390000FP, y su correlativo, causantes del litigio. En ese momento, su cliente, armado con un pluma Parker, aprovecha para agujerear la yugular de su hermano. El juez levanta la sesión. El joven abogado, con cara de mentecato, arruga los papeles de su argumentario y cierra su cartera.

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  • Imagen de perfilLa Naturaleza en el banquillo

    MCarmen LLopis 

    Me llamaron de un día para otro porque el abogado que tenía que ocuparse del caso había sufrido una apendicitis aguda y buscaron con premura al correlativo en la lista de reserva.
    Allí estaba yo, pobre mentecato, con mi endeble argumentario intentando defender lo indefendible. ¿ A quien se le había ocurrido litigar contra la Naturaleza?.Muy al estilo americano mi cliente había demandado a una racha de viento por hacer caer un árbol sobre su coche. El Juez me miraba con gran curiosidad para ver por dónde iba a salir. Abogado¿ va a presentar testigos?. Si señor, respondí, pidiendo al agente que abriera la ventana de la Sala. Una ráfaga de viento hizo volar el bisoñé del Juez. Aquí mi testigo principal, dije, mientras el Juez corría tras su peluquín. No lo veo, dijo su Señoría, pero lo siente y lo sufre dije yo.
    Ni yo me lo explico, ganamos.

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  • Imagen de perfilLa hispano Colombiana

    Yuliet caterine Andrade vallejo 

    Ella, Colombiana de nacimiento, española por circunstancias de la vida, abogada allí aqui y hasta en su proxima vida, amante y agradecida con estos dos lugares hermosos, distantes pero unidos en la historia allá por 1800; ella con un argumentario extenso y empeñada en litigar por que es su pasion, no comprende como este mundo no asimila las diferencias entre iguales.

    Si todo fuese correlativo como los hechos en la demanda, si el mundo funcionara sin fronteras como lo hace el derecho internacional, si todos entendieramos que somos iguales por dentro, si no nos miraramos como extraños, si mostraramos nuestras sonrisas mas a menudo por los juzgados y caminaramos sin premura ...

    Si no existiera tanto prejuicio, usted señor lector, si usted! y yo ... liberariamos nuestras almas, nuestros corazones y hariamos la diferencia en este mundo mentecato.

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  • Imagen de perfilSólo una madre sabe lo que es

    Begoña Alonso Albiñana · Madrid 

    Con el argumentario tenaz - e insoportablemente fundado en variopintas razones, más que de peso, cargantes, vestidas de la mejor y excéntrica forma para la ocasión - que me presenta mi primogénito cada vez que pretende obtener de mí un privilegio indebido, mis fuerzas dialécticas de madre de profesión liberal, supuestamente experimentada en el arte de litigar, se van desvaneciendo hasta disiparse exiguas ahogadas por la premura en obtener un acuerdo de mínimos (léase, que me deje una mínima dignidad de salida) con el muy mentecato, obcecado cual advenedizo letrado en cualquier insospechada y nimia batalla que pueda maquinar su efervescente pre-adolescencia, antes de que su progenitora pierda la paciencia, sobradamente demostrada ante las contrapartes más impertinentes, que la contuvo de soltar el en ocasiones merecido tortazo al contrincante.
    Diríase que todo esto es culpa del padre y su correlativo gen, heredado ahora por quien es hijo de dos abogados.

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  • Imagen de perfilCABALLO DE TROYA

    Laura Ayala Muñoz · Murcia 

    Siempre fue fiel a su argumentario, basado en ideales de justicia y deseos de dejar la profesión un poco mejor que cuando la empezó o, como ella decía, cuando la profesión la eligió a ella. Aún la recuerdo en su primer y correlativo juicio rebosante de juventud y premura por sumar años de ejercicio profesional para convertirse así en lo que todo cliente espera de su Abogado: jurista entrado en años, tenaz y con múltiples casos de éxito ganados.

    Sin embargo, fue la juventud su mejor arma para abrirse camino en la profesión. Pues donde un mentecato sólo podía ver inexperiencia y dar el caso por ganado antes de entrar en sala, quien la veía litigar la consideraba digna contrincante para la más dura de las batallas. Ahora ya entrada en años recuerda que la juventud es la única enfermedad que se cura con el paso de los años.

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  • Imagen de perfilEL MAS PILLO

    Rosa Alberola · Alicante 

    Contaba mi abuelo que la esposa del prestigioso abogado que ocupaba el despacho correlativo al suyo, adquiría costosas viandas de un colmado de productos exclusivos; pero tenía por costumbre no pagarlos , adeudando ya doce mil pesetas , toda una fortuna entonces.
    Desatendía los requerimientos del tendero que, desesperado ante la premura de sus compromisos, tomó una sagaz decisión. Visitó al esposo demandando asesoramiento: ¿ Podría litigar con éxito frente a un cliente moroso que debía doce mil pesetas de género?. El letrado asintió rotundamente, haciendo alarde de un detallado argumentario.
    Aliviado, el tendero desveló entonces la identidad de la contumaz deudora. El abogado, impasible, extrajo de su cartera doce billetes , extendiéndolos sobre la mesa . Pero detuvo al tendero cuando los recogía: !Un momento! ,mis honorarios son doce mil pesetas, espetó recuperándolos. El incauto tendero comprendió que fue un mentecato, permitiendo que el más pillo ganase la partida.

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  • Imagen de perfilDesavenencias

    María Teresa Campos López · Cordoba 

    Desde que recibí a Juan por primera vez, el número de expedientes sobre mi escritorio dejaría de ser correlativo al de clientes. Mientras la mayoría llegaban sumidos en el desánimo, en Juan sólo podía percibirse euforia y satisfacción. Le entusiasmaba litigar.

    En nuestra última entrevista, me expuso el conflicto con su vecino –el del séptimo, al del cuarto y quinto ya los había denunciado-. Al parecer, aquel señor, al ver a Juan entrando en el portal, acostumbraba a dirigirse con premura hacia el ascensor, evitando así subir en su compañía, debiendo esperar Juan la subida del ascensor, y su bajada.

    Fue entonces cuando tras explicarle el principio de intervención mínima, y rechazar el argumentario que traía impreso, se levantó y dirigiéndose hacia la puerta susurró “otro mentecato con despacho".

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  • Imagen de perfilUn mal día

    Carlos Gasent Sanmartin 

    Sí, abogado; he matado a una persona que odiaba. Y pagaré por ello. Pero, permítame que le exponga el porqué.
    Verá: hace tiempo que sufro un enfermizo litigar entre la sensatez y unos perversos impulsos. Siendo la causa de ello, esta injusta sociedad. Me ha tratado siempre como un mentecato y ha pisoteado reiteradamente mis derechos. Y ya cansado, abogado, tomé la decisión de no soportar ninguna vejación más por pequeña que ésta fuera. Y salí a la calle. Y me tropecé con el ahora muerto. Pretendía pagar la compra del alcohol saltándose el orden correlativo. Y lo maté. Un incívico menos. Ya no volverá a emborracharse y quitarle la vida a otro ciclista. Ni maltratará nunca más a su mujer.
    Abogado: de mi locura, la única culpable es la propia sociedad.
    Y por favor, no tenga demasiada premura en preparar el argumentario de mi defensa. Este juicio está perdido.

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  • Imagen de perfilDERECHO VERSUS JUSTICIA

    FRANCISCO JESUS SAN MARTIN · PALENCIA 

    Cuando supe que entre el gremio de los letrados para ellos yo era “la Martirio”, decidí dejar de aplicar el Derecho y administrar Justicia. Si el abogado en su escrito de demanda señalaba que “se veían obligados a litigar”, desestimación por falso, si en su contestación hacia uso de la palabra correlativo, lo mismo por vago. Al que entraba en la sala exhibiéndose como un pavo real, luciendo lo último en moda y creyéndose estar en un pase de modelos, menospreciando a su compañero, le caían las costas por mentecato. Ahora, eso sí, al nuevo pipiolo que, como consecuencia de sus nervios, con toda premura exponía su argumentario torpemente en las finales, nunca le impuse las costas.
    Curiosamente hoy, día de me despedida, aquí están todos, unos para acompañarme y otros para, por fin, despedirme.

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  • Imagen de perfilEL ABOGADO RIPIOSO

    Maite R. Valtierra 

    Había una vez un abogado ripioso. Guardaba su argumentario en un relicario. Atacaba la usura con premura. Hostigaba con versos a los abogados adversos… Su monomanía era la poesía. Que le encantaban los poemas era uno de sus problemas. Era un abogado de oficio sin beneficio, un mal litigador y peor versificador. En un juicio te sacaba de quicio. Si te tocaba con él litigar con coplas te iba a castigar. Hacía rima con grima, versos perversos y ripios con participios. Para cada alegación tenía su versificación y para cada tipo delictivo su verso correlativo. No le importaba una sentencia desfavorable si tenía una rima agradable, le gustaban los recursos para soltar sus discursos. Pero un día terminó su carrera cuando un abogado barato, novato, jipato, chorato, prognato, ciguato, beato, cegato, chirlato, mentecato, ingrato, mojigato, pazguato… terminó su alegato con «indio» y nuestro poeta no supo qué rimar.

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  • Imagen de perfilUn futuro por delante, y por detrás

    José Juan Arroyo Luelmo · Barcelona 

    Recién titulado en Derecho, y con un brillante currículo digno de admiración, logró superar el duro proceso selectivo en el mejor despacho internacional del país, Sietecasas S.L.P. En la última entrevista, con una verborrea propia de Demóstenes, había convencido al tribunal. Tras ello, decidió bañar el triunfo en un bar, tomando su bebida favorita, poleo menta con miel, dejando a la vista la carpeta de su nuevo despacho. Mientras pedía, pensaba para sí mismo que sería una máquina de litigar. El camarero, que servía con premura todas las consumiciones, vertió sin querer la bebida en el regazo de nuestro protagonista. “Te demandaré por daños y perjuicios, el traje es nuevo, de seda y ha costado un dineral” y continuó su argumentario legal, soltando latinajos aquí y allá. Disconforme con el correlativo, espetó el sirviente: "Mira mentecato, si me quieres demandar, adelante. Yo también, en su día, fui carne de Sietecasas”

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  • Imagen de perfilGalimatías

    Lita Rivas Folgar 

    Compagino mi trabajo como abogado con mi pasión por escribir, y es tanta mi premura por encontrar algún hueco libre en el exiguo tiempo del que dispongo, que, en ocasiones, el argumentario de mi último caso se ve invadido por las vivencias del protagonista de la novela que estoy escribiendo. Esto me crea una enorme confusión y acabo mezclando extractos correlativos de alguno de mis litigios, que acaban entrando a formar parte de mi historia de ficción.
    En una ocasión, la palabra mentecato pareció golpearme desde las páginas de mi mundo imaginario. El protagonista me ha insultado, así que considero la posibilidad de litigar contra él.
    Esta mañana, el juez me ha llamado al orden, porque en un comprensible lapsus dije: “mi defendido nunca subió a aquel avión” Una aseveración que correspondía al protagonista de mi larga e inacabada novela.

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  • Imagen de perfilY para mí la luna

    Felipe Alcalá-Santaella Llorens 

    Recordaba perfectamente cuando su abuelo le compró un telescopio, y todas las noches observaban el cielo estrellado, buscando los planetas del sistema solar. Cuando miraban la luna, su abuelo le susurraba: ahí ya hemos estado.
    Si estudió Derecho y no astrofísica fue porque era un poco mentecato con los números, pero siempre fue su pasión secreta. Quién le hubiera dicho a su abuelo que se iba a encargar del derecho espacial, y que su trabajo sería litigar por las nuevas tierras. Los tratados se sucedían a un ritmo vertiginoso, y el argumentario cambiaba constantemente. La premura de los estados en cubrirse las espaldas era casi obsceno; había mucho dinero en juego y la tecnología estaba al alcance. Las empresas ya le ofrecían propiedades, además del correlativo sueldo, en Ceres, en Marte o incluso en Titán. Pero él sólo quería una cosa: la luna. Tenía las mejores vistas a la Tierra.

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  • Imagen de perfilApelación

    José María Izarra Cantero 

    “¡No seas mentecato, hombre!” fue la primera frase que pronunció después de que su cliente se mostrara remiso a interponer el recurso correlativo. “Lo tenemos ganado. Hay jurisprudencia al respecto”, razonó aquel letrado seguidamente. Aun así, el cliente, mohíno, rezongó: “Sin esa prueba, no hay nada que hacer.” A lo cual el letrado, tirando de galones, repuso: “¿Quién es aquí el abogado? ¿No querías litigar porque no te valía que te adoptase? ¡Pues déjame hacer! Créeme, es la única forma”. El cliente muequeó, incrédulo. “¿Y qué vas a esgrimir ahora?”, preguntó. “Básicamente, el mismo argumentario, incidiendo en la premura con la que el demandado habrá de someterse a la prueba requerida, y en que la negativa de este, de acuerdo con la doctrina, deberá entenderse favorable a nuestra pretensión…” “Así que —interrumpió el cliente, rascándose la cabeza— ¿pronto voy a poder llamarte papá con todas las de la ley?”

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  • Imagen de perfilPOR FIN SOY LIBRE

    MONICA CRISTOBAL ALVAREZ 

    Yo tenía mi argumentario para los clientes que me mandaban consultas por whatsapp:
    "Pide cita porque, como el médico, para valorar la fractura debo ver la radiografía”.
    “Por este medio no contesto asuntos profesionales”.
    Pero era inútil. Hasta que un mentecato me mandó: “k hago con sto?”, y una foto adjunta. Abrí el archivo y vi al socio del sujeto, a pie de obra, con una pala incrustada en la cabeza y los ojos abiertos a la muerte.
    Le contesté con la foto de una tumba que, como correlativo, encontré “on line” con el móvil a la palabra fallecimiento. Y con la premura de mi respuesta, el sujeto hormigonó el cuerpo.
    A él acusaron de asesinato y a mí de encubrimiento. Desde la cárcel, intenté litigar contra el atosigamiento que estamos sufriendo los abogados con las nuevas tecnologías y perdí.
    Pero aquí no hay cobertura.
    Por fin soy libre.

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  • Imagen de perfilQuerella infernal

    Plácido Romero Sanjuán 

    Después de años saltándose normas y atravesando líneas rojas, a Ginés Valderrábano, no le asombró acabar allí. Incluso le habría sorprendido que su condena fuera otra. Sin embargo, pasado un tiempo, Valderrábano encontró que aquel lugar no cumplía sus expectativas; lo había pasado peor en algunas audiencias previas. Cuando advirtió que los estúpidos guardianes no se tomaban su trabajo con demasiado celo, tuvo una idea: satisfaría su gusto por litigar. Exigiría que se le aplicaran con todo el rigor posible los castigos que merecía.
    Valderrábano preparó su argumentario sin premura, cuidadosamente: después de todo, disponía de todo el tiempo del mundo. Redactada la querella, no supo dónde presentarla. Decidió, por fin, entregársela al primer mentecato que viera con el encargo de dársela a su jefe. Pensó que no tendría que preocuparse qué juez le tocaría por turno correlativo. Allí, en el infierno, Lucifer era el único juez.

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  • Imagen de perfil3,965 kilos

    Laura Arjonilla Cristóbal · A Coruña 

    Mi especialidad siempre ha sido apurar los plazos de prescripción, por eso cuando rompí aguas no le di mayor importancia. En vez de acudir con premura al hospital, me dispuse a ordenar unas demandas que tenía traspapeladas sobre la mesa. El mentecato de mi marido me ayudó. En su defensa diré que también es abogado. Nos gusta vivir al límite. A las dos horas me presentó por escrito un argumentario exponiendo sus motivos para acudir ya al hospital. Le formulé, como conclusión provisional, mi decisión de esperar un poco más. Obtuve su correlativo rechazo. Las conclusiones definitivas no me dejaron margen de actuación. Aunque quise pelear el asunto, una no está en condiciones de litigar en pleno proceso de dilatación. Finalmente me dejé vencer. Las costas fueron cuantiosas: 3,965 kilos.

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  • Imagen de perfilPenúltima esperanza

    Andrea Tobajas Herrera · Zaragoza 

    Lo perdió todo por una mala decisión, o por una mala compañía, o por ambas.
    Ese mentecato nunca fue afortunado.
    Me eligió para defender su verdad. Yo era su última esperanza, o así interpreté su primera mirada.
    Mientras exponía el argumentario que podría salvarle de un mal destino, su Señoría me escuchaba con el interés del que lleva una vida cargando la responsabilidad de sentenciar. En ese momento supe que nací para litigar, no para juzgar.
    Bajo la atenta mirada de la sala defendí nuestra disconformidad con el correlativo de la acusación.
    Con la premura propia de las conclusiones, exprimí cada segundo; el sprint de una larga carrera de fondo.
    Sentí el nerviosismo del acusado, o de la víctima, todo es relativo.
    Cuando le quitaron las esposas me juró que cambiaría de vida.
    Ayer recibí una llamada de comisaría. Era él, habían pasado 5 meses. Eso duró su nueva vida.

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  • Imagen de perfilENREDADOS EN EL VIENTO

    Belén Basarán Conde 

    —Tiene la palabra para conclusiones.

    —Gracias, Señoría, pero –con su venia– omitiré mi argumentario remitiéndome a los puntos correlativos que constan en la demanda porque, la verdad, la razón que me trae aquí es ajena a ella: he debido litigar en todos los partidos judiciales hasta dar con usted.

    El abogado hizo una pausa y la magistrada lo miró sorprendida e interrogante.

    —Llámeme mentecato si quiere o expúlseme de su sala si la ofendo, que la abandonaré con premura, pero no he podido olvidarla.

    —Letrado… —Iba a reprenderle con dureza cuando aquél puso algo sobre el estrado que ella reconoció inmediatamente.

    —Éramos compañeros de Facultad y me bordaste esta cinta tras una ronda con mi Tuna y pasar la noche juntos, pero no volvimos a vernos. Quizá no sea tarde para…

    La jueza abrió un Código Civil y sacó un clavel de entre sus hojas.

    —¡FERNANDO! Se suspende la vista.

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  • Imagen de perfilLA COLECCIÓN

    Soraya Geijo Uribe 

    Entretiene las tediosas tardes de turno de guardia repasando su particular argumentario en forma de larga colección de microrrelatos de abogados dispuestos a litigar o justo lo contrario. Los lee por orden correlativo, inspirándose así para crear el siguiente. Se entusiasma con cada uno ellos y eso a pesar de que todos siguen inéditos. No pierde la esperanza. Presiente que algún día le llegará la gloria defendiendo el caso de su vida, el que sentará un nuevo precedente jurídico y le hará saltar a los periódicos. Entonces los colegas dejarán de considerarle un mentecato fracasado. Y varias editoriales de postín se disputarán el preciado manuscrito de historias hechas sin premura, mes a mes.

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  • Imagen de perfilYO SE QUIÉN HA SIDO…

    Fabiola Castellano Vázquez · Sevilla 

    El teléfono echaba humo, se sentía incapaz de cogerlo, era como cuando en pesadillas que había tenido, intentaba comunicar con alguien marcando un número, pero no conseguía hacerlo.

    Tenía frío.

    Entonces entró su compañero de Despacho, Paco, y abrió la ventana, ella le comentó que tenía frío y él lanzó una mirada perdida, encendió un cigarro. Ella supuso que estaría buscando algún expediente, hacía tiempo que él no fumaba.

    Paco, resopló y comentó: Yo sé quién ha sido, lo sé.

    Ella le pidió que cerrara la ventana, tenía las manos congeladas.
    Paco se acercó, como solía para comentarle cosas, se inclinó, tocó el portátil, buscando archivos, y saltó la prensa digital.
    Abogada que fue atropellada y falleció el Lunes: Policía cree no fue accidental.

    Paco llamó a la Policía y les dijo donde investigar, había pruebas.

    Ella sintió un calor reconfortante y miró su Toga, por última vez.

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  • Imagen de perfilCAZANDO CAZADORES

    FERNANDO FERRAGUT GIL 

    Miro al espejo. Ahí estoy, engalanado con premura, trajeado, asesino de cuello blanco, toga negra pesada en mano. El espejo me devuelve la mirada. Entre sombras, de negro, sobriedad sempiterna. ¿Héroe? ¿Villano? Hoy ninguno. Porque a veces nosotros también sentimos, nos duele y somos puro instinto. Soy la pantera que sueltan en una suerte de selva replicada. Mi hábitat, la sala; mi rabia, mi labia; mis fauces y colmillos, mi afilado argumentario. Nunca más a favor del mentecato.

    Hoy salgo a litigar y él sabe que voy. Llego. Hora de acechar. Su odio y miedo han sido correlativos a su violencia. Mientras, ella oculta testigos cardenales y lágrimas que callan. Pero nunca más. Hoy, por ella, soy su voz indómita. Alejado, el cazador cobarde suda, duda, se esconde. Le huelo. Un silencio. Me dan mi señal. Óyeme rugir. Hora de cazarte, cazador, con hambre y sed de justicia.

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  • Imagen de perfilUna palabra suya

    Juan Carlos Sempere Alvarado 

    Corrían otros tiempos cuando le bastaban unos días para crear de la nada el más brillante argumentario. Y ese cosquilleo que sentía cada vez que se veía ganador era lo más semblante a un orgasmo.

    Sin embargo, ahora desearía no tener que litigar con ese mentecato de la compañía de seguros. Ya llevaba dos seguidos perdidos.

    Desde que Fina le dejó, el agotamiento, la bebida, la artrosis, esa agónica sensación de ingravidez... todo ha ido correlativo.
    Ya no es el mismo. Ni la cuarta parte. La vejez le invadía con la misma premura con que él vaciaba las botellas.

    Ahora y siempre la recuerda y, tan ateo como siempre, sabe que una palabra suya bastaría para sanarle.

    Sólo un breve punto de luz le incita a seguir. Siente que su cliente se merece la indemnización. Y eso es lo más parecido al cosquilleo que ha sentido en años.

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  • Imagen de perfilDesenmarañando entuertos

    María Sergia Martín González- towanda 

    Desde que decidí dejar de litigar en los juzgados y reconvertir mi viejo bufete en biblioteca, vengo observando que realidad y ficción forman parte del mismo universo.

    Hace varias semanas, alguien extraño aunque no desconocido, se me apareció. Era conde y necesitaba ajustar cuentas con un grupo de mentecatos que, presuntamente, habían cometido atroces injusticias contra él. Dijo llamarse Dantés. Añadió, entre lágrimas, que un novelista resolvió su historia con demasiada premura, cegado por una malsana hambre de venganza y que eso no era justicia… No pude ver llorar a un personaje que admiraba tanto, por lo que decidí aceptar su caso. Ganamos el juicio con las leyes en la mano. Ahora, mi cliente anda escribiendo sus memorias y ya tiene editorial…

    Se ve que las grandes novelas han encontrado argumentario suficiente, entre mis libros de Derecho, para desenmarañar sus entuertos, aunque el paso correlativo de personajes me tiene extenuado.

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  • Imagen de perfilMENTIRAS ARRIESGADAS

    Belén Sáenz Montero 

    La libertad de ejercicio. ¡Ah, sí! Bonita expresión para adornar proclamas y argumentarios, para la hora del brindis en actos solemnes. ¿Pero qué decir cuando es Pepito Grillo quien te dicta al oído cómo desempeñar tu profesión? ¿Lo contarías a riesgo de ser tomado por loco? Y no es que me arrepienta de haber hecho Derecho. Estudié con premura y fui aprobando todos los cursos correlativos, sin perder ningún año. Ahora tengo una profesión respetable y respetada. Un bufete propio y todo el entusiasmo del mundo. Pero no hay manera de que pueda atender a mis clientes, este personajillo verde ha decidido fiscalizar mis servicios. Todo su afán es interponer, incoar y reclamar. Litigar y pleitear. Y yo aquí como un mentecato, dejándole que mueva los hilos de esta marioneta, siguiéndole la corriente no sea que cumpla la amenaza de alargarme la nariz.

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  • Imagen de perfilAbogado de pleitos pobres

    Jose Maria Bento San Roman 

    A veces pienso que soy un perdedor, un mentecato. No solo porque me lo recuerde mi exmujer cada quincena, con ese argumentario suyo tan bien hilvanado y certero a la vez. Qué buena abogada se perdió este mundo, pienso siempre, pero qué razón tiene. Estudiar con premura Derecho como si me fuera la vida en ello. Gastar los ahorros familiares en masters absurdos, creyendo ingenuamente que el éxito profesional sería correlativo al esfuerzo dedicado. Montar el despacho, buscar clientes y litigar durante décadas. Para al final quedarme de abogado de pleitos pobres. Toda una especialidad. Desahucios evitados,quitas negociadas, polizas cobradas. Convenios, multas, recursos. Los fracasos de mi vida riegan estas flores humildes que brotan en mi escritorio como milagros de una primavera tardía. Pleitillos del ayer y del mañana, desvelos del día a día y alegrías efímeras que le dan la vida a un tonto enamorado de su oficio.

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  • Imagen de perfilCONFLICTO JURISDICCIONAL

    FRANCISCO MANUEL LORENTE FRAIJÓ 

    A continuación, el Señor López expondrá su argumentario en torno al tema que nos ocúpa.

    “Con la venia S.Sª: litigar por litigar es tontería, y dada la premura con que se ha tramitado la presente causa, así como el escaso juicio de mi cliente, me úno al correlativo del Ministerio fiscal y solicito un aplazamiento en vistas a llegar a un acuerdo satisfactorio para todas las partes aquí presentes.”

    Manolo, no seas mentecato, tu cliente es tu mujer, y te he dicho mil veces que esto es una junta de vecinos y no un Juzgado…haz el favor de decir si queréis derrama o no y pasemos al siguiente punto del dia…

    “Protesto S.Sª y solicito que la misma conste en acta!”.
    Que sí, Manolo, que sí….

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  • Imagen de perfilLa vieja toga

    Carlos Llopis Sabater 

    Pocas cosas recuerdo de mi padre. Aunque todo lo que soy se lo debo a él. Dicen que me encantaba esconderme en su despacho, detrás de la toga que colgaba de la pared. Tal vez porque me sentía protegido o porque, sin darme cuenta, empezaba a amar su profesión.
    Al cumplir dieciocho años mi madre me entregó esa toga que con premura desapareció de aquella pared y que tantas veces busqué esperando encontrar a su dueño junto a ella. Era la culminación de diez años de cartas correlativas. Esta vez, una escueta nota me decía "Sé lo que quieras, pero no seas mentecato, que el derecho rija tu vida".
    Esas palabras eran sin duda parte de su argumentario, las había oído tantas veces desde mi escondite que, al recordarlas, lo tuve claro.
    Hoy entro en Sala, presto para litigar, enfundado en la vieja toga de mi padre.

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  • Imagen de perfilPREGUNTAS GENERALES

    MONICA SAN MARTIN · BARCELONA 

    Estaba claro que el testigo era la clave, debían litigar basándose en ese personaje, sería creíble...durante años habíamos oído su nombre y leído sus primeras declaraciones...
    La premura marcó el desarrollo de la audiencia, querían a toda costa una sentencia condenatoria de mi cliente, el correlativo de los hechos, el argumentario de sus alegatos no buscaban la verdad, ni la justicia, solo la condena.
    Y llegó el momento de la gran actuación del testigo.
    Diga su nombre, jura y promete decir la verdad…Juro, se oyó en la sala.
    ¿Tiene usted algún parentesco, amistad o relación de cualquier otra clase con el acusado, el ministerio fiscal o la defensa? Sólo con quién me pagó…
    Un grito ensordecedor llenó la Sala: MENTECATO…

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  • Imagen de perfilPalabras y palabros

    Felisa Lería Mackay · Sevilla 

    Me acaba de contratar en su bufete con mucha premura porque el pasante anterior se ha ido de improviso. Me da instrucciones minuciosas para el juicio:
    - ¿Has entendido el argumentario?
    - ¿El argu…qué?
    - ¡Los argumentos, leñe!
    - Ah, vale….sí, sí – contesto, aguantando una carcajada.
    - Mentecato, necio, lerdo – insultos correlativos en voz baja.
    Cada vez que dice la palabreja me entra risa y él me insulta cada vez. Decido grabarlo.
    Esto va viento en popa, no me imaginaba que tan pronto pudiera tener un "argumentario" (ja, ja, ja) tan completo para litigar por acoso laboral.
    - ¿Por qué se ríe Vd. de esa palabra?
    - Porque me suena a dromedario, Señoría.
    - Vd. es mentecato, necio y lerdo.
    “Declaro no haber lugar a la querella: ha quedado demostrado que los insultos están justificados”.

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  • Imagen de perfilIndivisible

    Mª Montserrat Arellano Martínez 

    Mis ojos, desde la altura superior del estrado, siguen con terquedad los movimientos del abogadillo que deambula por la sala. Impecable, distinguido, despliega su defensa con una voz acariciadora y un discurso intenso, fascinador, aunque su argumentario maniqueo asoma por las costuras. De pronto, levanta la mirada. Su voz se entrecorta. Me ha reconocido. La temperatura de la sala desciende diez grados mientras nuestros recuerdos retroceden diez años. Una obstinada chica de barrio con metas imposibles y un acomodado galán al que litigar le venía de casta. El sueño se acabó pero, al final, fui yo quien ganó la partida, sin reyes ni ases, solo con mi humilde juego correlativo. Llamo a los abogados y acuden con premura. Hay mucho en juego. Él transpira. El pobre mentecato supone que quebrantaré mi imparcialidad porqué él partió mi corazón. No debería pensarlo. El corazón de un juez es un bien indivisible.

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  • Imagen de perfilModestos entre gigantes

    Mikel Aboitiz 

    Aquel mentecato de Iriarte achicaba los ojos enojado, contraía su boca conejil y arrugaba la nariz como asqueado por un olor repugnante exudado con premura por su cerebro al alumbrar el menor atisbo de acudir a la vía conciliadora. Acto seguido espetaba a sus enemigos que pronto tendrían noticias de sus abogados. Contaba con un ejército de juristas para litigar por lo civil o penal. Y siempre ganaban. El paso correlativo de sus víctimas tras un enfado de Iriarte era esperar aferrándose a algún argumentario legal en que cimentar sus intereses, pero lo cierto es que Iriarte —por mano de sus sicarios colegiados— aplastaba a todos en la lona de los tribunales. Hasta que se topó con la horma de su zapato: Iturriarte. Desde entonces pleitean entre ellos, mientras los demás letrados nos ganamos los garbanzos contemplando su batalla legal desde la barrera, apuntándonos honrosas faenas de igual a igual.

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  • Imagen de perfilMI NUEVA AMIGA

    María Dolores Navarro Esteban 

    Desde hace tiempo le sigo los pasos a una nueva amiga y estudio cómo actúa.

    Observo, que no tiene premura alguna cuando se trata de exponer un argumentario que corrija desavenencias entre las partes. Y me sorprende ver que si por la gravedad del caso hay que litigar, despliega entonces un correlativo aumento de argumentos jurídicos, sin dejar por eso como un mentecato a nadie.

    Hoy he sabido su nombre. La conocen por Justicia

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  • Imagen de perfilA duras penas

    María José García López 

    El juicio estaba derivando en un auténtico guirigay. Uno de los abogados había retomado su argumentario por tercera vez consecutiva con la voz hastiada. Los insultos que se cruzaban entre ambas partes le hicieron enseguida enmudecer:
    -¡Sinvergüenza!
    -¡Mentecato!
    El juez mandó guardar silencio e instó al letrado a continuar, que hizo su exposición con la mayor de las premuras por temor a verse silenciado de nuevo.
    "Y ahora me toca a mí salir a escena, con lo mal que llevo este caso", pensé. "Qué necesidad tienen de litigar si...".
    Otro insulto, otro más y correlativo a aquel, un bofetón.
    Vista aplazada para la semana próxima y un gran suspiro de alivio por mi parte. Menos mal.

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  • Imagen de perfilPerseverancia

    Ana Belén Sánchez Jordán 

    Hace diez años que acabé la carrera pero hoy vuelvo a la facultad. Entro en el Salón de Actos acompañada del decano y del catedrático de Penal. Voy a dar una conferencia sobre el “Caso Pajarico”, un asunto del turno que, a mi pesar, fue mediático y acabó sentando jurisprudencia. Al igual que en Sala, llevo un argumentario preparado ad hoc: el aforo es correlativo a la publicidad que tuvo y sigue teniendo el asunto, así que hay que estar preparada para cualquier pregunta impertinente.

    En tercera fila veo a Juanito, compañero de carrera. No era ningún mentecato pero su situación económica nunca le permitió dedicarse íntegramente a la carrera, por lo que, sinceramente, pensaba que habría abandonado hacía mucho. Acabado el acto, me dirijo con premura a saludarlo:

    -Ya sólo me quedan las prácticas.

    -Pues ésas las haces en mi despacho. Además de conocimientos, para litigar es necesaria perseverancia.

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  • Imagen de perfil¡Menudo mentecato!

    Paula Santolaya del Burgo · Navarra 

    Por fin el juez me da la palabra y procedo a dar el golpe final. Me siento como un humilde pecador que acude al confesionario para que el cura le dé la absolución. Hoy vengo a litigar pero, sobretodo, a ganar. Expongo el argumentario que avala mi alegato: insisto, enfatizo, subrayo y hasta vocifero. Las palabras salen de mi boca con premura y precisión.
    El día correlativo al fallo del juez, me pongo en contacto con mi cliente para comunicarle que, gracias a mi hábil y convincente defensa, ha sido declarado inocente de los cargos que se le imputan.
    —¡Menudo mentecato —me increpa—, yo hackeé la web del Consejo General de la Abogacía Española!

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  • Imagen de perfilCUESTIÓN DE PRINCIPIOS.

    Juan José Castillo Peñarrocha 

    El mero turno correlativo decidió mi selección. Negándose a designar a su defensa, más por simple afán de notoriedad que por diáfano activismo, el problemático usuario de Twitter se convirtió, de oficio, en mi incómodo cliente.
    Con unos recursos económicos familiares desproporcionados a su cuestionable calidad comunicadora y escaso argumentario, mi indeseado cliente me obligó, con una más que meritoria premura derivada de su desidia, a articular su defensa con dos principales objetivos: intentar sin esperanza alguna un inaccesible sobreseimiento, y llegar a percibir unos honorarios profesionales imposibles de obtener sin litigar por ellos.
    Con la plena convicción de encontrarme ejerciendo la defensa de una inestable combinación de niñato y mentecato, di por buena la experiencia y, ocho días antes de la fecha señalada para la celebración del juicio, renuncié a su defensa. Sin justificación.
    Al menos libré a mi imagen de verse vinculada, en algunos medios, a la suya.

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  • Imagen de perfilFALLO

    Margarita del Brezo 

    Mi cliente era un escritor acusado de maltratar a sus personajes. Me pareció un caso atractivo por su excentricidad en el que litigar adquiría una connotación como de folletín de ciencia ficción.
    Preparé un buen argumentario con frases fantásticas de sus cuentos y extractos correlativos de los interrogatorios que realicé, entre otros, al pirata Barbarrosa, a hadas, sirenitas y huérfanos que encontraban en América a sus mamás. Finalmente añadí las plumas y las huellas de las patas encontradas en las páginas como pruebas irrefutables de que eran ellas las que cambiaban las tramas que escribía mi cliente por otras tristes, tortuosas y lamentables mucho más acordes a sus intereses. Pero dio igual. El juez leyó el veredicto de culpabilidad y abandonó la sala con premura.
    Fui un mentecato al no darme cuenta de que, mientras las perdices volaran libremente sobre nuestras cabezas, esta historia no podría tener un final feliz.

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  • Imagen de perfilEMPANADA EN EL JUZGADO

    Sebastián Trías Salom 

    - ¡Es usted un mentecato! – le gritó el juez al bisoño abogado.

    - Señoría, si usted me permite un momento con premura me pondré a litigar contra el argumentario correlativo a los hechos expuestos por mi colega el fiscal. –dijo el abogado rebuscando entre sus papeles.

    - ¡Lo que dice no tiene ningún sentido!

    - ¡Ya lo tengo! – grito el abogado exhibiendo triunfalmente una hoja en alto. -Mi cliente se declara inocente. Él no robó la caja de sardinas de la pescadería y puedo demostrarlo.

    - ¡Pero qué dice! –estalló el juez.- ¡Estamos aquí porque su cliente se saltó un semáforo en rojo y provocó un accidente!

    - ¿Chocó contra la pescadería? ¿Entonces consideramos a las sardinas como sujetos damnificados colateralmente?

    - Dios mío…Alguacil, tráigame mis pastillas para la tensión. ¡Y llame ahora mismo al Colegio de Abogados para borrarme del programa de abogados en prácticas!

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  • Imagen de perfilJUNTOS PARA SIEMPRE

    Eva María Cardona Guasch 

    Me acerqué a ella con premura, sin clara intención de continuidad. Al principio, con mi juvenil despreocupación, todo resultaba entretenido. Cuando requirió más compromiso, la abandoné. No faltaron razones ni excusas en mi argumentario. Se resumían en dos: era demasiado joven para entregarle mi vida y necesitaba otras experiencias. Fui un mentecato, lo reconozco. Y ella, generosa conmigo porque, tras algunos vaivenes intrascendentes, me brindó una nueva oportunidad. Me reconcilié con ella. En parte, porque carecía de opción que me atrajera más. Pero la fui conociendo mejor y, como consecuencia correlativa, la fui comprendiendo y respetando. Sin darme cuenta llegó a absorberme y atraparme. Aprendí a quererla.

    Yo, que inicialmente dudé de mis dotes para litigar, ahora sé que me conquistó para siempre y que jamás la dejaré. Resulta complicada y exigente. También apasionante, lo admito. Tanto que ya no imagino la vida sin ella, sin la Abogacía.

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  • Imagen de perfilDON RESURRECCION

    Eva Cornudella Sáenz de Valluerca 

    Solo don Resurrección podía llevar ese nombre sin parecer un mentecato. Podía decirse que era un nombre premonitorio; se salía de todas sin que le temblara el pulso.

    Su inacabable argumentario había sacado de quicio a más de un juez. Era capaz de introducir réplicas y dúplicas a base de dar mil vueltas a los hechos, con aquella frase tan suya de:

    -No, Señoría, me limito a contestar al correlativo.

    Lo suyo era litigar. Utilizaba con destreza los recursos procesales hasta el agotamiento. Sus escritos inundaban los expedientes judiciales, incesantes, bajo su principio de oponerse a todo con rapidez, por la premura del tiempo.

    Nadie redactó en sus años de ejercicio tantos escritos como él.

    La última vez que se le vio fue en un acto de homenaje en su colegio profesional. Le dijo algo al oído al Decano cuando le felicitó. Luego abrazó la toga y cerró los ojos.

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  • Imagen de perfilSuena un runrun

    Esperanza Tirado Jiménez 

    Suena un runrun de conversaciones provocado por el numeroso público congregado en la sala, debido al poder mediático del acusado principal.

    El juez entra. A un golpe de maza el runrun parece disiparse.

    –Buenos días, señores. Disculpen la premura con que han sido citados. Ha habido una pequeña confusión del sistema informático... Abogado, su turno.

    –Gracias, Señoría. Verá, mi defendido se declara inocente de todos los cargos que...

    –¿Y los billetes numerados correlativos, encontrados en los baños de su despacho? –Interrumpe el fiscal.

    El runrun vuelve.

    –Señoría, a mi cliente no le consta que en el argumentario de las reuniones, mantenidas con sus asociados, se hiciera mención a esos...

    –Pero... ¿A quién pretende engañar? ¡Será mentecato!

    –¡Vaya manera tan absurda de litigar! –El juez grita por encima del runrun– ¡Que no estamos en una serie americana! ¡Silencio en la sala!

    A otro golpe de maza el runrun, por fin, cesa.

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  • Imagen de perfilAbogado del Tiempo

    Marta Trutxuelo García 

    XVIII... XX. Abrí la puerta del bufete y comencé a deshilvanar el argumentario para justificar el retraso en el inicio del juicio, alegando la ineptitud del estúpido becario que me habían endosado como pasante. Atendería al caso que había que litigar a la mayor celeridad y... Mi interlocutor dio media vuelta y ¡albricias! percatéme de su vestimenta.
    Y principié mi relato... Me dispuse a desentrañar las bienaventuras de mis pareceres para enmendar la demora en el preludio del pleito, arguyendo a dicha tardanza la necedad del mentecato aprendiz que me habían endilgado como meritorio. Escrutaría la controversia que había que litigar con la mayor premura y...
    Al salir comprobé el número que presidía la hoja: X X, y entonces vi el palito que yacía en el suelo. Bueno, lenguaje pelín engolado para ser decimonónico. Nunca me fijo en el orden correlativo de puertas y siglos. ¡Que soy Abogado del Tiempo!

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  • Imagen de perfilReto descabellado

    Juan Manuel Chica Cruz 

    Adquirimos prestigio y eso trajo más casos y más trabajo. Demasiado. Un día llegaron dos clientes casi a la vez, con premura, a uno le atendí yo y al otro mi socia. Fui un mentecato lo reconozco. Mi socia me comentó algo pero yo con la cabeza llena de plazos y grillos me pareció que sería algo divertido. Quién era mejor. En la vista fue tremendo ver la cara de mi socia. Actuaba como abogada defensora del que era acusado de mi cliente. Aquellos dos que entraron de modo correlativo al despacho. No fue buena idea. Litigar y amar riman, pero no casan. Además mi argumentario convenció. Me limité a exponer los puntos débiles de la parte contraria que mi socia me señaló preparando su caso la noche anterior antes de irnos a la cama. Gané el juicio, pero perdí el matrimonio. Mi socia presentó demanda de divorcio y querella.

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  • Imagen de perfilJORNALERO DE LA TOGA

    Nicolás Montiel Puerta 

    No conduce un bemeuve, ni luce corbatas de seda sobre camisas con sus iniciales bordadas. Sus desgastados zapatos corren del juzgado a la comisaría, de la notaría al registro. Sus días están regidos por la premura de defender los intereses de clientes que no le pagan, que no le pueden pagar. En su despacho de la asociación benéfica para la que trabaja no caben más de tres personas juntas, incluido él.
    Es un tipo duro. Nos ha ganado siempre. A la hora de litigar su resistencia es infinita. Cuando creemos que lo hemos tumbado, que ha besado la lona, se levanta de un salto esgrimiendo un argumentario correlativo demoledor, definitivo.
    Podría ganar mucho dinero con nosotros. Mucho. Cuando se lo decimos, proponiéndoselo por enésima vez, él nos mira y se limita a sonreír. Es un mentecato.

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  • Imagen de perfilLo particular y lo universal

    Guillermo Sancho Hernández 

    Les contaré un pequeño secreto: Alonso estudió Derecho y ejerció la abogacía, con notable éxito, durante prácticamente toda su vida. Fue un hombre sensato y valiente que se rebelaba contra las injusticias, y al que le tocó resistir en tiempos difíciles. Como abogado siempre estuvo dispuesto a socorrer a los asfixiados por la premura de las circunstancias, a litigar en pos de una causa justa, a luchar contra los desmanes del poder y la tiranía de los mentecatos de todo pelaje, a rebatir con la razón a quienes con su argumentario mezquino solo pretendían el correlativo de burlar las leyes. No solo fue un extraordinario letrado, sino también un idealista puro que jamás perdió la ilusión por mejorar este mundo. Luego don Miguel, que era un genio, trasladó a su personaje más universal la figura y el legado de Alonso: el caballero al que inmortalizó como "El ingenioso hidalgo".

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  • Imagen de perfilPACTOS ENDIABLADOS

    Manuel de la Peña Garrido 

    Modestia aparte, soy un triunfador. Dirijo un bufete sito en la cima de Torrespacio y la Guía Chambers. Acabo de entrevistarme con los miembros de la Asociación de Afectados por Pactos Diabólicos. Confían en que, tratándose de acuerdos leoninos e inmorales, conseguiré sentencias anulatorias. He aceptado este encargo tan friki. Litigar contra los abusos luciferinos asegura publicidad gratuita en los medios. Prepararé un contundente argumentario contra cláusulas oscuras (más bien negras), renuncias ilegales…
    Mi teléfono. Número desconocido: 666. Huele a azufre en mi despacho.

    - Se acerca tu hora, vasallo. Pronto me pagarás tu deuda.

    Un terrible escalofrío sacude mi espinazo. Recupero escenas sepultadas en mi memoria. Un adolescente mentecato, desesperado dentro de un pentagrama invertido, vende su alma si aprueba Matemáticas. Luego alcanza éxitos correlativos. Y deviene abogado famoso.

    Con desquiciada premura, devoro jurisprudencia sobre contratos injustos. No puedo perder el juicio. Me enfrento a un fallo eterno.

     

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