Imagen de perfilProyecto de futuro

Jerónimo Hernández de Castro 

El niño se balancea con el ritmo cadencioso que disfrutaba en el columpio del parque, pero esta vez en el sillón de cuero de una sala del juzgado de familia. Le hace gracia ese chirrido solo audible para él en medio de la bronca que explota a su alrededor. Sus padres acaparan todos los decibelios, retorciendo hasta el infinito el baremo que designará al beneficiario de su custodia. Con ellos sus representantes legales que buscan en vano una pizca de cordura en medio del caos.
Él lo absorbe todo. Es una muestra genuina de aprendizaje vicario, en el que las conductas se adquieren por mera observación. No abre la boca. Acaba de descubrir que de mayor quiere ser abogado.

 

+17

 

Queremos saber tu opinión

14 comentarios