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Lorenzo David Rubio Martínez 

«A este ritmo los políticos hasta se van a creer con derecho a decirnos a qué columpio o a qué parque tenemos que llevar a nuestros hijos. Tenemos que abogar por la custodia de la separación de poderes o, si no, la justicia se convertirá en un baremo tintado de ideologías sin arreglo a las leyes, donde cualquier vicario podrá decidir qué es lo justo según lo que más le convenga».
Los magistrados reunidos, al escuchar las palabras del juez portavoz, se levantan y le dedican una sonora ovación. Luego marchan a sus casas, aunque hoy llegarán tarde. Las calles y las carreteras siguen cortadas por prosélitos de discursos de abogados y figuras públicas manipuladoras. Y, cuando los jueces lleguen a sus hogares, las caceroladas ante sus puertas que se han organizado no les permitirán dormir. Mañana, otra vez, volverán a los tribunales con ojeras.

 

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