Imagen de perfilCONCURSO DE MÉRITOS

Margarita del Brezo 

Como niños entusiasmados que esperan impacientes su turno para montarse en el columpio. Así estamos nosotros cada vez que se acerca el momento de arrancarle otra hoja al calendario. Y antes de que caiga al suelo nos ponemos a discurrir con un ritmo salvaje, apasionado, trepidante. «¿Y si esta vez…?», pensamos sin atrevernos siquiera a terminar la frase. Después esperamos y desesperamos mientras nos encomendamos a la Diosa Fortuna o a la Divina Providencia, y siempre hay algún «espabilao» que le encarga los rezos directamente al vicario, que tiene línea directa, para que se obre el milagro. Sin embargo, a pesar de lo que pueda parecer, en ningún momento descuidamos la Justicia que tenemos en custodia, ¡eso nunca! Por encima de todo somos abogados. Pero que levante la mano el que en el baremo de sus éxitos personales no le gustaría que figurase también haber ganado este concurso.

 

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2 comentarios

  • Me has retratado amiga. Efectivamente, quizás tengamos que encomendarnos al vicario en vez de a las musas. Enhorabuena por el relato a la vez que te pido perdón por no haberlo leído antes. Imagino que fue publicado casi en el tiempo de descuento. Procura ser más madrugadora, porque… no parece que seas tú la que impaciente espera arrancar la hoja del calendario.

     
    1. Creo que tú lo que debes es aprender a volar, o en su defecto, comprarte un buen arnés de seguridad porque siempre estás tan arriba que da vértigo solo leerte. Yo la máxima altura que consigo es cuando me subo a la silla para hacer dobleces al calendario, a ver si así los días pasan más despacio, que parece que se tiran en plancha y de dos en dos.

      Y nada de perdones, ¡si ni siquiera me di cuenta yo! Pobre relato, cuánta soledad ha tenido que sufrir, ¿verdad?