Imagen de perfilLA AMENAZA

Yolanda Nava Miguélez 

Algo se mueve entre los cartones. Amanece. La luz de abril es transparente y limpia. Espera con la botella cogida por el cuello, expectante. Hace un par de noches le arrebataron su libro de leyes. Lo siguiente puede ser la vida. Los cartones siguen moviéndose. Se prepara. Pero la supuesta amenaza tiene la boca teñida de rojo fresa y en la mano sujeta el palo de la piruleta que ha desayunado. Un instante preñado de silencio, gemelo a esos que preceden los grandes actos de la humanidad en los que una numerosa concurrencia calla en señal de respeto, los envolvió. Comprendió que debía actualizarse y volver. A los madrugones, a los cafés cargados y a su toga; y comprar otro libro de leyes nuevo, aunque las leyes fuesen viejas, para luchar por vaciar las calles de niños así, con las bocas huérfanas de risa y los ojos llenos de tristeza.

 

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