Imagen de perfilCuando Elena cerró los ojos

Carlos Llopis Sabater 

Estoy muerta y de nada sirve lamentarse. Toda la concurrencia que acudirá a mi sepelio se preguntará qué pudo hacer por mí, pero han estado más cómodos instalados en la ignorancia. No les culpo de nada, pues yo fui quien compró el cartón de bingo y jugué a esto del amor mal entendido. Son tantas las veces que te oí decir “hermana, el maltrato no es sólo físico”, que ahora me lamento del instante en que llegué a odiarte por la excesiva transparencia de tus palabras. Creí que eran fruto de la deformación profesional y que veías víctimas allí donde no las había. Lo siento, bajé la guardia, cerré los ojos y no quise ver que detrás de la persona, que me regalaba una piruleta con forma de corazón para pedirme perdón, había un maltratador. Lamentablemente, al actualizar la lista de víctimas, tendrás que leer mi nombre.

 

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