IX Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilTEORÍA Vs PRÁCTICA

CARMEN ANDREY MARTIN 

Mientras espera para entrevistarse con su cliente antes de que éste declare ante el juez, relee los autos por enésima vez. Chupa con fruición su tercera piruleta de la mañana y por un segundo se arrepiente de haber dejado de fumar. Sólo son nervios. Éste es su primer caso del turno de oficio: El (presunto) agresor roció a la (presunta) víctima el contenido de un cartón de vino, comenzando la pelea. Tiene que plantear su estrategia de defensa ¿Trastorno mental transitorio? ¿Enajenación? ¿Drogodependencia? ¡Quizás una concurrencia! Por fin se encuentra con el detenido: mediana edad, ojeroso, encorvado, seguramente de preocupación. Le hablará claro, con total transparencia. Se ajusta la chaqueta, carraspea. El hombre levanta la cabeza y, al verlo vacilar, toma la iniciativa: - Buenos días, ¿Eres nuevo? Ya era hora de actualizar la plantilla -ríe abiertamente enseñándole sus dientes descascarillados.- Siéntate, te contaré lo que haremos: Quiero declararme culpable.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilCuando Elena cerró los ojos

Carlos Llopis Sabater 

Estoy muerta y de nada sirve lamentarse. Toda la concurrencia que acudirá a mi sepelio se preguntará qué pudo hacer por mí, pero han estado más cómodos instalados en la ignorancia. No les culpo de nada, pues yo fui quien compró el cartón de bingo y jugué a esto del amor mal entendido. Son tantas las veces que te oí decir “hermana, el maltrato no es sólo físico”, que ahora me lamento del instante en que llegué a odiarte por la excesiva transparencia de tus palabras. Creí que eran fruto de la deformación profesional y que veías víctimas allí donde no las había. Lo siento, bajé la guardia, cerré los ojos y no quise ver que detrás de la persona, que me regalaba una piruleta con forma de corazón para pedirme perdón, había un maltratador. Lamentablemente, al actualizar la lista de víctimas, tendrás que leer mi nombre.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilJUGANDO A SER ABOGADA

    Mª LUZ AGUILERA BERMUDEZ 

    La pequeña abogada Valeria, piruleta en mano, y maletín con la cara de Peppa Pig en la otra, había aceptado la defensa del osito de peluche “W”, acusado por Bob Esponja del robo de “cangreburguers” de cartón, en concurrencia con delito contra la seguridad del tráfico, al conducir sin carné el deportivo de Barbie con el que emprendió la huida.
    Como buena letrada, tras actualizar su jurisprudencia compuesta por libros de Pocoyó, determinó que “más vale un mal acuerdo que un buen pleito”, aconsejando al osito “W” la conformidad. Al ser delincuente primario pactó con el Fiscal Mazinger, y el Juez Darth Vader dictó sentencia “in voce”.
    “W” fue condenado a no jugar a ”Pokemon Go” durante dos años y a pagar una multa de 10 chuches al mes por período de 6 meses.
    Ambos abandonaron la sala creyendo que la justicia goza de transparencia, pero siempre será ciega.

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  • Imagen de perfilPirañas

    Irene Berrocal 

    No es el momento para que mi sistema operativo empiece actualizar su software. Tengo entrevista con un posible cliente en cinco minutos y no sé nada de la industria del cartón. Me vendría bien navegar por la red unos segundos. Cuanto más preparada este, mejor irá la reunión, será como quitarle la piruleta a un niño. Salgo de mi despacho hecha una furia, me dirijo a ver al informático de la empresa, pero se ve que no soy la única, hay demasiada concurrencia en el pasillo para poder llegar a él antes de que venza mi tiempo. Entre empujones y codazos, llego a primera línea, uso mi tacón para impedirle el paso a la secretaria de mi competidor más directo y me cuelo en el departamento cerrando la puerta de golpe, no obstante, dejo atrapada mi falda en el marco y con ella mi dignidad. Mal día para usar transparencias.

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  • Imagen de perfilTRANSPARENCIA POR BANDERA

    José Miguel Perlado Villafruela 

    Cuando se decidió a entrar en política, joven e inexperto, tomó la transparencia por bandera. El bien común, la vocación de servicio, un futuro mejor eran expresiones que repetía todos los días, ante una concurrencia convencida o escéptica.

    Luego, cuando tocó poder, también tocó actualizar el discurso. El bien de la mayoría, las condiciones socioeconómicas, las distintas sensibilidades. Los sueldos subían, el dinero del ladrillo lubricaba las voluntades, hacía girar la rueda, movimiento para todos.

    No aprovecharse, no engordar las facturas para asegurar los estudios de los hijos, una jubilación tranquila, hubiera sido hasta ofensivo, un palo en los radios de la rueda de la fortuna.

    Tan fácil como quitarle una piruleta a un niño.

    Luego los avisos desoídos, la caída, la vergüenza, enfrentarse a un juez implacable, el abandono de todos. Y salir para dormir en la calle, tapado por un cartón. Nada que ocultar, otra forma de transparencia.

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  • Imagen de perfilEL PAPEL QUE CAMBIO MI VIDA

    ALICIA BALLESTA RUIZ 

    Mi papel estaba escrito en aquel cartón que me dieron al subir al escenario para la prueba. Era el abogado que descubriría toda la trama. Debí actualizar mi registro, pues lo más parecido que había interpretado hasta ese momento fue Sherlock Holmes y ellos buscaban un “Massey”, es decir, un abogado sin escrúpulos y con gran astucia.
    Pedí al apuntador que utilizara una transparencia pues de ese modo podría leer detenidamente tan arduo vocabulario jurídico, ya que sólo con sus apuntes entre dientes y flojitos no iba a ser capaz de recordar, frases como “ in dubio pro reo”, rebus sic stantibus o concurrencia de culpas...”. Dicha petición fue denegada ostensiblemente mientras me convencían de lo bien que lo haría sólo con los apuntes, y cual niño con su piruleta, sin derecho al pataleo, regrese al escenario. Finalmente disfruté tanto con este papel que ingresé en la facultad de derecho.

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  • Imagen de perfilO tempora, o mores

    Esperanza Temprano Posada 

    Tengo que actualizar el despacho, de mañana no pasa: las carpetas marrones de cartón van todas a la basura, las cambiaré por unas de color verde pistacho que sean visibles en la oscuridad y que hagan juego con las nuevas tarjetas de visita con aroma de limón que he encargado y que irán tocando las narices de toda la concurrencia. También voy a suprimir la cestita con caramelos de recepción, es más sofisticado obsequiar con una piruleta a cada cliente que entra. Estoy pensando en tirar algún que otro tabique, necesito crear espacios con transparencias y ambientes de trabajo abiertos y por último encargaré unas togas de diseño con el logo de la casa impreso en la solapa. Corren nuevos tiempos para este viejo oficio.

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  • Imagen de perfilDulce venganza

    María de León Hernández 

    Llovía. Las gotas se estrellaban furiosas contra el cristal, empeñadas en enturbiar su transparencia, con la misma furia con la que mis pensamientos se agolpaban en mi cabeza mientras yo paseaba, nerviosa, por el despacho. Al día siguiente, último día del jurado, tenía que exponer mis conclusiones, las cuales no dejaba de actualizar cada cinco minutos, como quien actualiza una red social, esperando un icono en rojo que me diera la clave para evitar aquella -previsible- condena.
    Una piruleta, una maldita piruleta con el ADN de mi cliente era la evidencia contra la que no podía luchar. No había trampa ni cartón. La concurrencia a la vista sería notoria, y yo "sólo" tenía que defender a aquel malnacido ante todas esas personas que esperaban que la venganza cayese sobre él como cayó al suelo la piruleta de la criatura después de perder la vida a sus manos. Una dulce venganza.

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  • Imagen de perfilBochorno de invierno

    José Manuel Garrido Verdugo 

    En el gabinete no recordaban un mes de marzo tan caluroso. Juan se abanicaba con un trozo de cartón arrancado de un A-Z que tenía a mano. Acababa de actualizar los datos de la transparencia en la que apoyaría su ponencia sobre “Concurrencia competitiva. Tratamiento fiscal de las ofertas”. Aquel despacho sin ventanas y el sopor apelmazaban su capacidad intelectual. Buscó un pañuelo en la americana para enjugarse la frente. Una piruleta, medio derretida y pringosa, un regalo para su sobrino, se le quedó pegada entre los dedos. Al sacudirla, cayó sobre las recomendaciones recogidas en la transparencia. Quedó adherida como una siamesa. Intentó separarlas con la ayuda de un abrecartas, pero las letras se calcaban en la piruleta. El sudor se asperjó por la lámina de plástico disolviendo la tinta. Juan volvió a abanicarse. Un maldito desastre. Al teléfono:
    —Sí. No, una indisposición intestinal. Siento no poder acudir.

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  • Imagen de perfilLA SOLEDAD DEL INICIADO

    Aurora Roger Torlá 

    Nos despertaron ruidos a medianoche. Ausculté la pared (es más cómodo que pegar la oreja ). Salimos, descalzos, a explorar el pasillo .Hallamos indicios. Por el quicio de una puerta, asomaba la transparencia de la luz de un flexo.
    En el dormitorio estaba Carlos, con estrado, toga y" micro". De pie, sobre una caja de fruta, enfundado en una capa negra de superhéroe, con una piruleta junto a su boca como micrófono. Dirigía su mirada, desde lo alto, hacia una imaginaria concurrencia, inexistente, invisible, pero al parecer numerosa. Gesticulaba. Su discurso era vehemente, y parecía leerlo en un cartón que sostenía con la otra mano.
    Entonces lo comprendimos. Nuestro hijo tenía que ensayar, repasar y actualizar los últimos detalles . Seis horas más tarde, como abogado, tenía su primer juicio.

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  • Imagen de perfilANGUSTIAS

    Carlos Ballesteros Muñoz 

    ¿Cómo? ¿Qué? ¿Que se me ha pasado el plazo?
    ¿El pacto de concurrencia de qué?
    ¿Que el contrato se hizo sin transparencia?
    ¡Jopeta chaval ! No me lo puedo creer. Pero si yo llevo todo al día y miro la agenda mil veces.
    ¿Cómo me ha podido pasar esto?
    Y qué le digo yo al cliente.¡Madre mía! Vaya marrón.
    ¡Buff! Supongo que cuanto antes se lo diga mejor será.
    ¡Vaya piruleta picante! Ya te vale “cara cartón”, que te pase esto.
    No lo entiendo. Siempre a todo y que me pase esto a mi.
    No puede ser. Si es que no puedo estar a tantas cosas a la vez.
    Hay que actualizar los temas.
    ¡Uff! ¡Qué sudores!
    ¡Riiing Riiing!
    ¡No me lo puedo creer! ¡Es él! ¡Me está llamando!
    ¡JO! Vaya bluff
    ¡Riiing Riiing! ¿Contesto?
    ¡Buff! ¡Qué casualidad !
    ¡ Riiing ¡ ¡Riiiing ¡
    ¡AAAAAAGGG!
    ¡Brrrrr Brrrrr!
    ¡Uff! ¡Bendito despertador!

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  • Imagen de perfilBUENOS Y MALOS

    Belén Sáenz Montero 

    Está escondiendo el cartón sobre el que duerme entre unos mirtos resecos para defenderlo de las palomas. Yo espero en las escaleras, también con ánimo de protegerla. La curiosidad de la concurrencia en los casos mediáticos, la pomposidad del estrado y la escasa transparencia de la jerga jurídica causan impresión. Ella se acerca. Rodillas sucias y mofletes colorados; sólo es una niña. Los traficantes de personas contra los que va a declarar emergen de su descapotable, se palpan la chaqueta con aire de amenaza. Trago saliva, es hora de actualizar mis valores. Soy abogado y no tengo ninguna necesidad de arriesgar mi vida. Aquí hay policías, guardias de seguridad. Pero una inesperada ráfaga de viento hace ondear mi toga como la capa de un superhéroe, y entonces pongo un brazo sobre los hombros de mi testigo y le regalo una piruleta antes de entrar, juntos, en el Palacio de Justicia.

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  • Imagen de perfilHABILIDADES

    LOLA SANABRIA GARCÍA 

    La concurrencia recibió al juez Emilio de la Rosa con un murmullo jocoso y alguna risa sofocada. «Nada que te delate ante la mirada inquisitiva de este magistrado», le había aconsejado su abogado. El acusado estaba en la sala con cara de cartón piedra. Ni una transparencia de su verdadero yo. Sin embargo, la torpeza del traspié, el desaliño y el gesto bobalicón del juez, le hicieron bajar la guardia. ¡Pero si era un payaso! Abrió la boca en una fea mueca despectiva que dejó al descubierto la dentadura podrida, y en sus ojos brotó la fiereza del depredador que había molido a palos al indigente del cajero del banco. Emilio de la Rosa había visto suficiente. Despegó de su toga la piruleta con forma de corazón que le cogió a su hija, recompuso el gesto y, mientras comenzaba el juicio, pensó que actualizar sus técnicas había dado excelentes resultados.

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  • Imagen de perfilPROTAGONISTAS DE UNA NOVELA DE ACCION

    MARIA JOSE MONTESINOS LOPEZ · Madrid 

    Sentada en mi despacho, observando títulos colgados en la pared. Mientras, chupaba una piruleta roja, de esas grandes de fresa. Ya sé que no debería, tendría que pensar en mis kilos... pero mi ansiedad me supera. Tengo 54 años.Tantos años ejerciendo como abogada, sintiéndome una diosa, y ahora, ¿donde estaba la concurrencia de mis casos, de mis clientes ? . El trabajo había disminuido tanto... hasta convertirse en un agujero negro de apatía. Necesitaba reinventarme, actualizar la base de datos de mi cerebro y resurgir entre cenizas. Como un circuito eléctrico, con la transparencia de un cristal, enciendo mi ordenador, y hago lo que siempre he querido, escribir. Apuntaba en un simple cartón, fechas, datos que recordaba... escribía sin parar lo que tenía dentro, lo que me había dado esta profesión. Y hoy, sigo escribiendo. Sigo viva y creativa... haciendo de mis clientes los protagonistas de una novela de acción.

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  • Imagen de perfilCinco palabras

    Ana María Jurado Rodríguez · Toledo 

    Habían transcurrido 114 días desde que coincidiéramos como ponentes en los encuentros de Derecho penitenciario. Magistrada y ex presidiario. Intercambiamos correos y teléfonos. Intenté establecer contacto. Me fue imposible. Ninguna noticia de él, se había desdibujado.
    Abrí el correo electrónico y vi su mensaje con cinco palabras y una pregunta. ¿Te atreves a escribir un micro-relato? No lo pensé y escribí.
    El otro día tuve un extraño sueño. Chupaba una piruleta apoyada en una barra de metal ante la concurrencia de un público de cartón, a través de la transparencia de mi vestido sentí actualizar los deseos del único hombre que había en la sala, los tatuajes de sus brazos parecían tomar vida al pasar por ellos la sangre desbocada.
    Después de enviarlo recibí otro correo. Perdone Señoría, me he equivocado.

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  • Imagen de perfilEl peso de la Ley

    Jose María Diaz Gete 

    ¡Silencio en la sala!, ¡por última vez!, ¡si su cliente no cambia de actitud será acusado de desacato!.
    Una pantalla exponía la transparencia de una joven con piruleta y al acusado agarrándola, pero la concurrencia de tanta gente no facilitaba una prueba definitiva del crimen.
    Con manos temblorosas, mirada en un peculiar tomo del Código Penal sin actualizar, encuadernado en madera, esquinas metálicas y cartón a modo de marca páginas, el abogado defensor enmudeció y pidió un receso, mientras el acusado, reconocido malhechor, que durante todo el juicio no dejó de burlarse de los padres de la víctima, salía fuera a fumar sintiéndose impune.
    En un acto de rabia la madre estalló en lágrimas y agarrando el voluminoso libro del abogado, lo lanzó por la ventana entre gritos.
    Nadie lloró al ver al acusado ensangrentado en la acera, se dice que le cayó encima todo el peso de la Ley.

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  • Imagen de perfilCercanía

    Ana Belén Sánchez Jordán 

    Guardo mis cosas en una caja de cartón mientras doy un último vistazo al despacho: en esas sillas de confidente naranja se han sentado muchos clientes que acabaron siendo amigos, he escuchado muchas historias en estos años y tenido éxitos sublimes y también fracasos estrepitosos. Siempre procuré obrar con transparencia, ser humano. Por desgracia, desde que se decidió actualizar el sistema y probar la eficacia de los drones jurídicos, la concurrencia de público se ha mantenido, pero la de profesionales es cada vez menor. Cuidado Don Ramón, los drones también podrian sustituirle a Ud. como titular del bufete.
    En éstas estoy cuando entra Lolo, el del material de oficina. Como siempre, me ofrece alegre su piruleta de cortesía y su tarjeta de visita:
    - Pero esta vez te doy la tarjetita para que me apuntes tu teléfono, que el divorcio de mis suegros no lo puede llevar un robot cualquiera.

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  • Imagen de perfilEL ABOGADO ERRANTE

    Rosa Mª Rivera 

    La mañana, nublosa. La localidad, pequeña, confinada del caos urbano. Excelsa amalgama entre tiempo y espacio. Era yo como un cartón andante que enmarcaba: «proyecto de abogado», tímido, lacónico y taciturno. Subía planta arriba maletín y toga en mano. ¡Ting! (el ascensor). Pasillo, vacío, observé, pero, al fondo, alguien por fin:
    ―Disculpe ¿la sala 7?
    ―Aquí es, reparó.
    Su actitud era absorta pero alada. Un abogado entrado en años pero de transparencia jovial pues parecía deglutar una piruleta roja.
    ―¿Y la concurrencia?
    ―Ya vendrá ―replicó―. Entonces... la senectud... ¿crees garantiza la sapiencia del individuo? ―perpetró―.
    Al actualizar la pregunta en mi mente...
    ―Bueno, sí, «debería» ―contesté retraído―.
    Él sonrió para sí.
    ―Baja, 'proyecto de letrado'. Ahí encontrarás la sala 7.
    Planta abajo, ciertamente, me esperaban...
    ―Letrado ¡¿y este retraso?!
    ―Disculpe, Señoría, erré con la planta de arriba.
    ―¡¿Bromea?! ¡Arriba no hay más planta que ésta! ¡¿podemos iniciar ya la vista?!

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  • Imagen de perfilNo me mires

    Miriam Fopiani Román 

    Hacía mucho tiempo que no veía al señor Guerrero. Todos los días llamaba al despacho, “¿Me puede poner al día de cómo va el caso?”, “No hay nada que actualizar, señor Guerrero, ya llamó ayer”. Y ahí estaba el tío, corriendo a las 7:25 am. Agaché la cabeza para que no me reconociera, igual que el otro día con la señora Galán. Siempre vestida con camisas con transparencias y faldas insinuantes. Gané mucho dinero con ella.
    Desde hacía unos días me había encontrado con varios antiguos clientes, algunos estaban irreconocibles, igual que yo. Pero yo siempre pasaba desapercibido… hasta hoy. Al mediodía había una gran concurrencia de gente, y de repente vi una mujer aproximarse. Entendí que me había reconocido, era Julia Gutiérrez con su hija. Se pararon delante de mí sin decir palabra. Tan solo la pequeñaja me ofreció su piruleta. Fue vergonzoso que me vieran durmiendo sobre cartones.

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  • Imagen de perfilSucedió una noche

    JESÚS LLOP PUIG 

    —Para ser abogado no me distingo precisamente por seguir el protocolo; mis actos —mi vida entera— son un enorme defecto de forma, señoría. Si muero joven, espero que mi madre no mantenga mi habitación “tal como él la dejó”. ¡Vaya leonera! Y lo digo aquí, ante esta respetable concurrencia y… ¡con esta piruleta de piña en la boca!
    — ¡Agentes!— solicitó el juez, que había escuchado al letrado con creciente malestar.
    — ¡Señoría, por favor! Sólo pretendo actualizar la justicia; me mueve la transparencia, el amor a la verdad ¡sin trampa ni cartón!
    — ¡Agentes!—insistió el juez— ¡Desalojen al señor letrado!
    —Una oferta que no puedo rechazar…
    — ¿Y a mí quién me defiende, señor juez?—planteó, inquieto, el acusado.
    — ¿Hay algún abogado entre el público?—inquirió, a su vez, su señoría.
    —Yo sé algo de Derecho…—terció el busto de Cicerón que ambientaba un rincón de la sala.
    (Fundido en negro)

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  • Imagen de perfilLA AMENAZA

    Yolanda Nava Miguélez 

    Algo se mueve entre los cartones. Amanece. La luz de abril es transparente y limpia. Espera con la botella cogida por el cuello, expectante. Hace un par de noches le arrebataron su libro de leyes. Lo siguiente puede ser la vida. Los cartones siguen moviéndose. Se prepara. Pero la supuesta amenaza tiene la boca teñida de rojo fresa y en la mano sujeta el palo de la piruleta que ha desayunado. Un instante preñado de silencio, gemelo a esos que preceden los grandes actos de la humanidad en los que una numerosa concurrencia calla en señal de respeto, los envolvió. Comprendió que debía actualizarse y volver. A los madrugones, a los cafés cargados y a su toga; y comprar otro libro de leyes nuevo, aunque las leyes fuesen viejas, para luchar por vaciar las calles de niños así, con las bocas huérfanas de risa y los ojos llenos de tristeza.

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  • Imagen de perfilRecuerdos

    Carlos Villanueva 

    Mi mentor solía decir que uno de los principios de los procesos judiciales es la transparencia. Acostumbraba a tener siempre a mano una piruleta, decía que le ayudaba a pensar. Cada mañana me mandaba actualizar las bases de datos de jurisprudencia. Un trabajo tedioso y aburrido cuya utilidad supe apreciar más tarde.
    Recuerdo la primera vez que le acompañé al juzgado. Se trataba de un caso de malversación de caudales, muy mediático. Representábamos a la acusación popular. Cuando llego su turno para interrogar al principal acusado. Se levantó, sacó su piruleta y un taco de fichas de cartón con las preguntas a realizar. La concurrencia se agolpaba en la puerta, con un único propósito; verle “actuar”, cuando comenzó a hablar supe la razón. De eso han pasado más de 30 años. Cuando dejé el despacho, me dio una de sus piruletas. Y me dijo; “recuerda como envolver cada caso”.

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  • Imagen de perfilAlegato final

    Paula Hernández Burguete · Valencia 

    Volvía a casa después de un duro día de trabajo. Deseaba darme un baño y clarificar mis ideas. Dejé mi mente en blanco, como si fuese de cartón. Una vez acabé volví a actualizar mi memoria y recordé que al día siguiente tenía que defender un importante caso de transparencia fiscal. Salté de la bañera y me dispuse a ensayar mi alegato final:
    -Estimados jueces, señor fiscal, y concurrencia aquí presentes. Estoy convencido de la veracidad de mi cliente. Me gustaría demostrarlo con el siguiente ejemplo. Imagínense que van caminando ustedes por la calle y de repente se encuentran un billete de cinco euros. Si no ven de quién es, no se lo entregan a la policía; lo recogen y siguen andando. Esto mismo le ocurrió a mi cliente. La cantidad era mayor y en un sobre, pero no se sabía nada más. Jamás hubiese robado ni una triste piruleta

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  • Imagen de perfil“PARA SER LIBRES HAY QUE SER ESCLAVOS DE LA LEY”. Cicerón.-

    Fernando Pascual Bravo 

    Charlo con mi amigo Precius -nigeriano, 34 años, emigrante y trilingüe- y le digo, como a mis nietos, que, desde que estudié Leyes, lloro por el incumplimiento de las reglamentaciones de los derechos humanos: Declaración Universal; Convenios Internacionales (Consejo de Europa, OIT, etc.) nuestra Constitución… Basta charlar con cualquier inmigrante como él o ver como nuestros CETIS y CIES almacenan “sin papeles” y “sin derechos”.
    Le comento, esperanzado, que dichas regulaciones se basan en la concurrencia (igualdad de derechos y oportunidades, “nadie es más que nadie”) y en la transparencia (información fiable, buen gobierno) y que pronto se van a actualizar.
    -¡”Tendrás derechos iguales a los míos”!
    Pero me rebate, desconsolado:
    -“Desde que peregriné a Europa, sorteando hambrunas, pateras, desiertos, vallas… sólo he logrado comer mendigando o vendiendo cartones”.
    Le mi reitero mi esperanza de una mejor aplicación de los textos reguladores. Sonríe y dice no conformarse con mis piruletas.

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  • Imagen de perfilPENA DE CARTÓN

    FRANCISCO MANUEL AGUADO BLANCO 

    Nunca había tenido un cliente ventrílocuo. Pero ahí estaba con la denuncia sobre mi mesa. Un espectador la había interpuesto al sentirse ofendido por la forma en que su muñeca de cartón se refirió a él en un momento dado del espectáculo. Fui la noche de ese mismo día a verle actuar. Era curioso escuchar aquella voz femenina y sensual en contraste con su presencia tan varonil. Pero lo labios los movía ella que, vestida de novia con falda de transparencia y con cara de maldad perversa, sostenía en una de sus manos una piruleta multicolor que de tanto en tanto lamía de manera lasciva. Al día siguiente le advertí la necesidad de actualizar su espectáculo que para mí resultaba de humor grueso, algo trasnochado y, efectivamente, susceptible de levantar ampollas en las pieles más sensibles de la concurrencia. Entonces ella se puso a llorar de una manera tan desconsolada…

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  • Imagen de perfilPrioridades

    Rafael Busto Cuiñas 

    Demasiados recursos y demandas por interponer con días de tan solo 24 horas...a veces es desesperante y piensas que no hay nada peor. Pero la calle, está llena de lecciones.

    Marcial es un hombre sin techo que se protege de la vida bajo un humedecido cartón cerca de mi despacho. Lo veo todos los días mientras apuro el café de la mañana pensando en todos los asuntos que pueblan mi mesa.

    Una mañana, un niño se acercó a él y extendió su mano con una mirada cargada de transparencia. Marcial, quizás pensando que al menos los niños sí que le ven, le sonrió llevándose la mano al corazón justo antes de abrir su tesoro, una piruleta.

    Me dí cuenta de que para la concurrencia fue un hecho inadvertido, sin embargo, yo sentí que tenía que actualizar mi lista de prioridades. Y es que la vida, a veces, nos ciega.

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  • Imagen de perfilPROFESIONALIDAD

    Gema Mª Ortega Expósito · Daimiel (Ciudad Real) 

    Mi abogado es un tipo singular, de quien algunos dirían que encaja con calzador en la sociedad actual. Ligado siempre a su código ético, predica sus principios con el ejemplo y no descuida sus deberes estéticos. A pesar de su notoria experiencia, me escucha atentamente y me informa de su gestión con absoluta transparencia. Me transmite diligencia, tranquilidad y seguridad; estoy convencido de que mi intimidad se encuentra custodiada con cabal confidencialidad. Consciente de los rápidos avances tecnológicos, va despegándose de sus archivos de cartón para salvaguardarlos en formatos electrónicos. Es responsable con el reciclaje intelectual; se preocupa asiduamente por actualizar sus conocimientos y enriquecer su currículo profesional. Es metódico en sus peculiares manías; siempre ofrece piruletas o bombones a sus clientes en señal de cortesía. Ha defendido concurrencia de casos, que han finalizado, unos con exitoso desenlace, otros no tanto, pero con independencia del resultado, confío en mi abogado.

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  • Imagen de perfilQUÉ DESCANSADA VIDA…

    Manuel de la Peña Garrido 

    Abro la página del IX Concurso en la tableta, regalo por mi jubilación. “Actualizar, cartón, concurrencia, piruleta...” Esta vez mandaré una buena historia. ¡Será por tiempo! Irrumpe mi mujer: “Rai, debes pasarte ahora por la eléctrica a reclamar; ¡vaya atropello!”. Me aborda la asistenta: “Señor… Mi hijo… Otro juicio rápido. Defiéndamelo, por favor.” Me para el conserje: “Don Raimundo, cuando pueda, mírese mi testamentaría; mis primos quieren impugnarlo todo.” En el supermercado, la cajera, junto con las vueltas, me endilga una consulta. Mi nieta sale llorando del colegio: “Abu, me han castigado injustamente. Hazme un recurso.” Discusión en el café sobre las reglas del dominó. “Letrado, sé juez: dinos quién está equivocado”, me ruega Pepe. Suena el WhatsApp. “Papá, te llamará compañera por asunto de transparencia fiscal; trátala bien”. ¡Qué razón lleva Carlos! Un abogado no se jubila nunca. ¿Beatus ille…? ¡Pamplinas! Mi consuelo: ya tengo tema para el micro.

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  • Imagen de perfilJurados populares (año 33 d.c.)

    David Villar Cembellín 

    El juicio había sido sumarísimo. No hubo abogados, ni bufete, ni prácticamente alegato de defensa. Qué caray defensa, ¡si ni siquiera sabía de qué se le acusaba! ¿Cuál había sido su delito? ¿Cuál? ¿Qué había hecho él para tener a toda la concurrencia en su contra? Ahora las lágrimas se confundían con la sangre que manaba de su frente, incapaz de actualizar los últimos acontecimientos. Ah, se lamentaba, ojalá poseyera una ventanilla en el pecho por la que pudieran ver la transparencia de su alma, para que se aterraran al admirar la magnitud de su error. Pero ya era tarde para dar marcha atrás. Succionó como una piruleta aquella esponja bañada en vinagre que quisieron acercarle, y supo a ciencia cierta cuán inminente era su final. ¡Vaya con los jurados populares!, se conjuraba desde la cruz. ¿Cómo se podía ser tan fariseo?, sobre su cabeza un grotesco cartón anunciaba: “INRI”.

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  • Imagen de perfilTe seguiré recordando

    Jorge Valle Conde 

    Al actualizar mis antiguos expedientes he recordado aquellas mañanas del mes de julio en las que, durante los años en los que todavía no había abandonado los pantalones cortos, la piruleta de fresa y mi vieja tizona de cartón, esperaba impaciente la llamada de mi padre para ir a llevar papeles al juzgado. Así conocí la antigua Magistratura de Trabajo. Era emocionante entrar en las oficinas escuchando las máquinas de escribir, ver los expedientes amontonados y el crucifijo en la Sala de Vistas. Imagino la reacción de la concurrencia ante la cara de asombro de ese niño y la transparencia de sus ojos.
    Hoy me gustaría que fuera él quien me acompañara y viera que ahora las vistas se graban, que los expedientes se comprimen en un disco y que los niños ya no acompañan para entregar papeles. No pudo ser. Pero el día 4 te seguiré recordando.

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  • Imagen de perfilFRÍO MUNDO

    Belén Basarán Conde 

    Lo descubrieron por la mañana, al magro resguardo de un portal, cuando aún no había levantado la niebla y las temperaturas eran tan negativas como su patrimonio. Las caras sonrientes impresas en los cartones de las cajas de aperitivos y piruletas que constituían su manta añadían mayor horror a la escena.

    La concurrencia –en su mayoría desahuciados que poblaban la zona– se mantuvo en respetuoso silencio mientras el forense comprobaba la falta de transparencia de sus ojos y certificaba la muerte.

    —Me suena su cara —señaló la juez que acudió a levantar el cadáver.

    —¡Por Dios! Es…

    —Javier, nuestro abogado. —Acabó la frase uno de los presentes—. Lo vendió todo para ayudarnos y terminó aquí, con nosotros.

    No pasó de un breve titular en la prensa local, pero cada día decenas de personas se acuerdan de actualizar las incontables flores sobre su tumba. Son silvestres, porque no pueden comprarlas.

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  • Imagen de perfilTe llevo en mis sueños

    Anna Jorba Ricart · Barcelona 

    Con nitidez y trasparencia escuché al tomo II exponer de una manera completa la Teoría del delito, y desglosar las etapas del iter criminis, en el instante en el que, le contestaba el tomo III, describiendo punto por punto, los conceptos de culpa y dolo. El dialogo entre mis libros me trasladaba a un mundo de sueños para actualizar recuerdos de tantos procesos ejecutados en mi vida profesional.
    Al despertar, sobre mi mesa quedaban por meter en la caja de cartón para embalar, el tomo II y el Tomo III del Derecho Penal. Al verlos se me escapó una sonrisa.
    De repente se abrieron las puertas del despacho y entró una concurrencia de gente, entre familia y empleados, con mi nieta al frente saboreando una piruleta, para festejar mi jubilación.

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  • Imagen de perfilEL TEST DE RORSCHACH

    Ángel Montoro Valverde 

    Antúnez tenía principios; exactamente… dos: “ande yo caliente…” y “oveja que bala, bocado que pierde”. También tenía valores. En bolsa. Sin embargo, Campoamor, socio de bufete, era puro altruismo. Fue la concurrencia de extremos el secreto de su éxito asociativo, amenazado últimamente con las excentricidades de Antúnez, como aparecer en estrados disfrazado de piruleta o -mucho peor- actualizar Java sin un informático presente. Carente de familia y amigos, fue Campoamor quien le acompañó al psiquiatra.

    -¿Qué ve en esta lámina?
    - Una enfiteusis.
    -¿Y en ésta?
    - La ley de transparencia
    -¿Y ahora?
    -Una hijuela
    -Entonces… ¿es grave? -Preguntó Campoamor-
    -¿Por qué lo dice?
    -Porque yo veo lo mismo.

    El doctor escribió: “Trastorno de despersonalización infectocontagioso”.

    Cuando los socios hubieron marchado, el prestigioso psiquiatra se puso unas gafas tridimensionales de cartón, encajó la papelera en su cabeza y cabalgando sobre su sillón interestelar exclamó:

    -¡Que la fuerza os acompañe!

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  • Imagen de perfilAMANECER

    GUSTAVO ADOLFO SANCHEZ PEREZ 

    Me llamaron de urgencia, puesto que necesitaban de un Letrado en el Puerto ante la marea de refugiados que desembarcaban. Solo pregunté si sabíamos cuantos habían llegado. La falta de transparencia, interesada, a la hora de informar de su llegada, hizo que tuviésemos que actualizar la recogida de datos y ponerlos en orden cada poco tiempo. Todo se complicó , cuando ante la concurrencia de ciudadanos contrarios a su venida, se produjo una estampida humana seguida de cargas policiales y más de un golpe cargado de odio e incomprensión. Me fijé en ella, abandonada en medio de todo y vestida con un cartón por vestido y una piruleta por comida. No dudé, la agarré por la mano y me la llevé a casa. Al día siguiente, comencé el proceso de adopción. Naya se llama, y le doy las gracias todos los días por haber venido a mi vida.

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  • Imagen de perfilCamiseta roja, pantalón azul y zapatillas

    María Sergia Martín González- towanda 

    Una nutrida concurrencia de medios difundió la noticia y la Humanidad miró hacia la orilla. Pero aquella imagen del cuerpo menudo, escupido sobre arena, solo arropado por la transparencia del mar de Turquía, hizo más: resquebrajar su pirámide interior. El viejo magistrado, fiel a los principios laureados desde que comenzara a estudiar leyes, sintió nauseas ante tamaña pasividad. Con todo en contra, dispuso actualizar sus datos colegiales, liberar su toga y ser voz de los que siempre pierden.

    De campamento en campamento, afeó a Europa su abulia por los valores de respeto y dignidad…

    Redactando un manifiesto, reparó en una niña que asía un cartón con algo escrito. Deambulaba ausente arrastrando una muñeca rota. Esquivando miradas. El viejo se acercó pronunciando la palabra escrita, “Zeinab”, mientras sacaba de su mochila una piruleta. La pequeña giró la cabeza buscando los labios que susurraban su nombre y, aferrándose a esa mano, sonrió.

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  • Imagen de perfilAño 2032

    José María Izarra Cantero 

    Subió el estor. Transparencia atmosférica máxima. Al aseo. Se detuvo brevemente ante el espejo para observar el cartón de su cabeza. Ni un hierbajo residual. Resignación. Se vistió a trochemoche. Después de otear la surtida mesa del desayuno (pastillas de todos los colores), prefirió echar mano de una piruleta y salir disparado hacia la ciudad de la justicia. Estaba citado a las nueve ante la Ilma. Máquina Sentenciadora nº 7 y aún tenía que convertir su alegato a PDF para, en tiempo, enchufárselo a su señoría vía USB. A menos cuarto ya estaba en el pabellón de lo Penal. Elevada concurrencia. Guirigay. Encendió el portátil. “Su sistema informático se va a actualizar a Windows 25. Espere a que finalice el proceso”. “¡Adiós defensa!”, se dijo. A su cliente iba a caerle la del fiscal. Cumplido el protocolo, nueve y cuarto en punto, la máquina emitió su veredicto: “Su tabaco. Gracias.”

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  • Imagen de perfilCUESTIÓN DE PRUEBA

    Eva María Cardona Guasch 

    Fase de proposición de prueba. La hora de la verdad, de la transparencia, de actualizar los hechos alegados y contrastarlos con las evidencias. No cabe trampa ni cartón.
    El abogado del demandante llama a declarar a un testigo sorpresa: el guarda de seguridad del Juzgado. Declara que lo ha visto con sus propios ojos. Al acceder al edificio, de los bolsillos del actor no sólo han salido llaves y cartera; también muñequitos de plástico, piruletas, un medicamento antitérmico y una nota del tutor.
    El letrado de la demandada no se amedrenta. Solicita prueba ocular, nunca mejor dicho: exhorta a Su Señoría a fijarse en las ojeras profundas de su clienta, signo inequívoco de falta de sueño acumulado y tribulaciones de diversa índole.
    La sentencia no tarda en llegar. La concurrencia de indicios determina la implicación de ambos en los hechos. No cabe duda: custodia compartida.

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  • Imagen de perfilUna vida en una maleta

    José Manuel Pérez Pardo de Vera 

    No sé cuánto tiempo llevo ya aquí metido. Me duelen todos los huesos. De seguir mucho más, pronto me quedaré sin aire. ¡Y qué hambre! Menos mal que recogí del suelo aquella piruleta. Debo dosificarla. Es todo lo que tengo. Pero no me arrepiento. Tenía que intentarlo. Lo que sea con tal de no regresar a aquella miserable caja de cartón. ¿Qué pasa? Nos paramos.

    - Buenos días, agentes.
    - Buenos días. Control rutinario. Hágase a un lado y estacione el vehículo, por favor. No conviene sobresaltar a la concurrencia. Está siendo un juicio muy mediático. Permítanos echar un vistazo a su equipaje.

    De pronto, la hiriente transparencia de una luz cegadora se coló por las rendijas del nylon que se ceñía a su piel, aprisionada entre papeles y algún código sin actualizar. Con el pulso desbocado, cerró fuertemente los ojos y contuvo el aliento.

    - Abra esa maleta, letrado...

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  • Imagen de perfilCuando Elena cerró los ojos

    Carlos Llopis Sabater 

    Estoy muerta y de nada sirve lamentarse. Toda la concurrencia que acudirá a mi sepelio se preguntará qué pudo hacer por mí, pero han estado más cómodos instalados en la ignorancia. No les culpo de nada, pues yo fui quien compró el cartón de bingo y jugué a esto del amor mal entendido. Son tantas las veces que te oí decir “hermana, el maltrato no es sólo físico”, que ahora me lamento del instante en que llegué a odiarte por la excesiva transparencia de tus palabras. Creí que eran fruto de la deformación profesional y que veías víctimas allí donde no las había. Lo siento, bajé la guardia, cerré los ojos y no quise ver que detrás de la persona, que me regalaba una piruleta con forma de corazón para pedirme perdón, había un maltratador. Lamentablemente, al actualizar la lista de víctimas, tendrás que leer mi nombre.

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  • Imagen de perfilMiradas que matan

    Ander Balzategi Juldain 

    Me cuesta sobrellevar el desasosiego después del fallo, y eso que estoy convencido de que llevé el caso con la mayor diligencia, que desde el principio trasmití las expectativas con transparencia y rigor. Debería saber que la justicia no es cuestión de magia, que aquí no hay trampa ni cartón, que no se pueden volatilizar unas pruebas incriminatorias tan concluyentes. Hice lo que pude, me repito obcecado, y vuelvo a encender el ordenador. Simulo actualizar mis ficheros y carpetas, cuando en realidad le busco a él en Facebook, para descubrir su sonrisa y borrar de mi memoria su mirada de rencor y odio. La del hijo de mi cliente, sentado sobre el regazo de su madre y camuflado por la concurrencia, simulando que me disparaba con su piruleta.

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  • Imagen de perfilLA AVARICIA ROMPE EL SACO

    Ana María Álvarez de Cienfuegos 

    Tras años campando a sus anchas, al fin las políticas de transparencia comenzaban a dar sus frutos. Solo era cuestión de actualizar las normas adaptándolas a las necesidades de una sociedad cada vez más corrupta y desigual. Unos tras otros se iban sucediendo los escándalos, sacando a la luz los compartimientos reprochables de aquellos que, por su posición social, debían ser ejemplo para el resto. Pero aquella inmunidad había llegado a su fin; y esta vez sin trampa ni cartón. Muchos habían decidido confesar; entre ellos mi cliente. Una posible reducción de la condena hacía atractivo ese cambio de actitud. No había vuelta atrás. Aquella mañana la concurrencia de los procesados despertaba un gran interés. Los medios de comunicación se encontraban hacinados a las puertas del juzgado. Mi cliente caminaba cabizbajo junto a mí; abogado de oficio. Con todo lo que había conseguido…y no podía permitirse ni una triste piruleta.

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  • Imagen de perfilOportunidad

    Alejandro Ismael García Lobato 

    Aún sigue asombrada por la masiva concurrencia de periodistas a las puertas del juzgado. A la salida tendrá que ser directa, escueta y hablar con total transparencia si no quiere que los hechos se tergiversen. Aunque no podría culparles; el caso está teniendo tanta repercusión mediática que necesitan urgentemente conseguir cualquier nueva información para actualizar los titulares.
    En la sala, el fiscal se peina nervioso para intentar tapar el cartón y parecer un poco más joven ante las cámaras. Todos saben lo que se juegan en esta causa, pero también la fama que obtendrán si su parte resulta triunfadora. Este caso ha sido, desde el principio, tan goloso y peligroso como una piruleta envenenada para un niño.
    Y ella, una abogada mediocre sin casi experiencia, tiene el honor de vivirlo.
    Lástima que sea como acusada.

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