Imagen de perfilLAZOS QUE SE DESHACEN

Pedro José Prieto Alvarez 

Despechado vástago homicida prefiere sangre a litigar por la herencia. Un clásico de los que gustaban a Leo.
Por eso, Baldomero Rajado tuvo que echarle valor para entrar a la siguiente vista. Eran más de dos decenios de asistir juntos a juicios como simple pasatiempo, por no olvidar la profesión, por sentir el plasma galopando las venas y ese pálpito desbocado, vértigo a ras de suelo, cuando abría la sesión Su Señoría. Otros jubilados miraban obras.
Leonardo Estilete llegó a cuatro mil veintiuno, contando el de la fatiga repentina y tonta, antes del infarto. Desenlazado y triste pero tenaz, asumida la pérdida irreemplazable, Rajado atacaba el cuatro mil veintidós.
Cuando empezó, el corazón de Mero iba tan despacio ya que se paró mientras el Secretario enunciaba las acusaciones.
No habrá cuatro mil veintitrés.

 

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