Imagen de perfilEL PELIGROSO RINCÓN DE LA INCERTIDUMBRE

MAYTE CASTRO ALONSO 

Una de las muchas noches que vagabundeaba por los callejones etílicos de su solitaria existencia quiso la mala suerte que fuera testigo presencial de una película no autorizada. Cuando se dio cuenta estaba rodeado de policías. En comisaría le enseñaron fotos y reconoció al autor de aquel desagradable episodio. El abogado le dijo que todo iría bien. Pero cuando llegó a su casa dos tipos lo esperaban en la puerta. Comprendió que su testimonio supondría el irrefutable decomiso de sus planes de futuro. Si alguna vez los tuvo. Los agónicos meses que precedieron al juicio lo sumieron en una insoportable indecisión sobre lo que debía hacer o no hacer. Nunca llegó a testificar. Lo encontraron atrapado en el sueño eterno de un bote de barbitúricos. Quizás la justicia divina le diera por fin la ansiada respuesta.

 

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