Imagen de perfilCirco Murphy

María Sergia Martín González- towanda 

Tras la sobremesa, acudió a la jaula de los tigres. Tenía el propósito de hablar con el tragasables y definir sus verdaderos sentimientos. La funambulista, turbada ante aquella enamorada confesión, desvió su barra rozando ligeramente el brazo del lanzador de cuchillos. Entonces, un escalpelo desatinado impactó en el baúl del mago. Brincaron conejos, palomas y ratones. Coléricos, encerraron al ilusionista en la caja. Luego, saltaron sobre ella y desapareció. Los ratones hostigaron a los elefantes, que huyeron en estampida. Todos menos uno que, asustado, olvidó la coreografía desplomando su pesada pata sobre la domadora. Los niños rieron como nunca y las madres chillaban espantadas. Una leona hambrienta lanzó miradas sospechosas al gordo petrificado de la primera fila. Entretanto, los payasos preguntaban, entre carcajadas, si había algún médico en la carpa. Ante el aluvión de posibles demandas, el empresario del circo pidió por megafonía asesoramiento legal y urgente de algún abogado.

 

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