Imagen de perfilAl borde del naufragio

Rubén Gozalo Ledesma 

Tras la sobremesa, salgo del bufete y recojo a mamá en el centro de día. Este año mi propósito es pasar más tiempo con ella.
—Yo te conozco —dice.
—¿Ah, sí? —replico esperanzado.
—Eres el sospechoso de las noticias, ¿verdad?
—No.
—¡Ya sé! Trabajas en el circo —dice convencida.
No sé cómo definir su situación. Mamá no está bien. Su mente divaga y se pierde en las tinieblas. Le pongo el abrigo y damos un paseo. Por su boca solo salen incongruencias. Habla de un juicio importante y de una toga que debe planchar.
Tengo ganas de decirle que papá ya no está. Pero ¿de qué serviría?
Al pasar frente a la Facultad de Derecho se detiene y los ojos se le iluminan. Después, se acaricia el vientre con suavidad, y me mira ilusionada: será un gran abogado, dice mientras las lágrimas anegan en mis mejillas.

 

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