VIII Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilUn abogado de hoy

Eva María Cardona Guasch 

La etapa como aprendiz había llegado a su vencimiento y mi plan de labrarme un nombre en la abogacía arrancaba casi de cero. El primero en entrar en mi nuevo bufete fue mi abuelo, procurador ya jubilado. Era capaz de conocer y calificar a cualquier abogado por el aspecto de su oficina. Adornos ostentosos, pesetero. Papeles amontonados, atolondrado. Cenicero lleno, ansioso. Libros gastados, estudioso. Escrutó con ojos expertos mi despacho de estilo minimalista. Aprobó silenciosamente la solidez del mobiliario. Se paró ante el vacío de los estantes. Me hizo notar la desnudez de la mesa. Faltan códigos actualizados, buenos bolígrafos con los que firmar, me dijo. El ordenador, abuelo, todo está en internet y la firma… ya es digital. Le pregunté qué clase de letrado sería yo y, al punto, me contestó con seguridad: desconcertante, como los tiempos que vienen.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilAl pie del cañón

Ferran Varela Navarro 

Me miro al espejo y me digo que puedo hacerlo. Aunque me duela cada célula del cuerpo, más me dolería rendirme. Mi plan siempre fue luchar hasta el último aliento. Me enfundo en la seguridad de mi traje, cojo fuerzas con el café y vuelvo a la trinchera tras meses de ausencia. Me alegra reencontrarme con caras conocidas a medida que voy de un juzgado a otro presentando escritos. Los que no saben nada aplauden mi pérdida de peso y elogian mi nuevo peinado al cero. A esos les sonrío. Los que están al corriente de mi enfermedad me dan ánimos y me preguntan qué tal lo llevo. A esos les guiño un ojo y les aseguro que aún tendrán que aguantarme veinte años más, pues no hay cáncer que pueda detener a un abogado. O, al menos, no mientras tenga que lidiar con plazos, prescripciones y fechas de vencimiento.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilPEQUEÑOS MILAGROS

    Esperanza Temprano Posada 

    No había nadie en el edificio, el vigilante de seguridad en la entrada y yo en la sexta planta ideando un plan que me librara del despido antes de que llegara el nuevo día que ya asomaba por los ventanales. «Tolerancia Cero con los errores» era el mantra favorito del director y ahora se había instalado permanentemente en mi cerebro. Vivíamos en un estrés constante con los vencimientos, aunque jamás en mis quince años de profesión se me había pasado un plazo. Recogí mis cosas y esperé a mi jefe como espera el condenado a muerte al verdugo. Llegó y dijo: ̶ antes de que se me olvide, el recurso de casación que vencía ayer, retíralo, el cliente ha decidido aquietarse. Ahora cuéntame ̶ El cielo se abrió ante mi, me dí la vuelta y contesté: ̶ Nada, que tenga un buen día ̶

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  • Imagen de perfilDormiré tranquilo.

    José Francisco Palma Domínguez 

    ¡Cinco! Con toda seguridad esta vez triunfaré en mi enfrentamiento con el novedoso programa de envío de documentación vía Internet. La idea del programa es buena. Se agilizarán los asuntos judiciales y miles de árboles se salvarán de convertirse en papel. Papel que pasaría, formando parte de Autos, a combar las estanterías de los Juzgados.
    ¡Cuatro! No tengo plan de ataque, pero después de cinco intentos una optimista experiencia me dice que ya domino el asunto.
    ¡Tres! Firmo digitalmente la contestación a la demanda cuyo plazo de vencimiento es próximo. Bien.
    ¡Dos! Tensión. Accedo de nuevo y ¡no se ha colgado la web! Pongo la contraseña. Es aceptada. Bien.
    ¡Uno! Relleno el formulario. Adjunto la documentación. Aceptada. Bien. Señalo la opción de enviar y la documentación sale disparada por la red. Dudas.
    ¡Cero! Me notifican la recepción por parte del Juzgado. Bien. Supero la prueba. Esta vez podré dormir tranquilo.

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  • Imagen de perfilLos milagros existen

    MCarmen LLopis · Alicante 

    Tenía cero posibilidades de ganar el nuevo caso que había llegado a mi despacho. El abogado particular había abandonado la defensa a diez días del juicio y a mí me lo habían asignado por el Turno de Oficio. Un marrón más pensé. Con la seguridad de que poco podía hacer con tan breve plazo para prepararlo pedí la suspensión pero me fue denegada. Había que celebrar sí o sí. Venían testigos de todas partes del país, era un caso mediático y ya no había vuelta atrás. El vencimiento estaba cerca. Con el reloj corriendo en mi contra y sin un plan alternativo me puse a leer los cinco mil folios de la causa. LLegó el día de la vista. Allí aparecí yo con mi barriga de nueve meses. Las cámaras me rodeaban haciéndome mil preguntas. En la entrada de la Audiencia rompí aguas.....
    Suspensión segura.

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  • Imagen de perfilEl momento procesal oportuno.

    Mª Eugenia Ferrándiz Avellano · Madrid 

    Esta profesión es muy hermosa. Cada nuevo caso con sus rostros (como interrogantes hambrientos) con sus necesidades perentorias, sus medidas urgentes, previas o preliminares, sus vencimientos y la lucha constante por configurar un plan, una estrategia; por buscar los argumentos claves para exprimirle a la Justicia una vez más, su rostro más sonriente.

    En esas prisas, en ese deambular sempiterno entre pruebas y papeles abandoné hace mucho mi reloj y con seguridad también tu infancia.

    Me perdí tus conciertos, disfraces, juegos, tantas risas! ...y tus tardes de soledad esperándome. Perdóname hijo.

    Ya da igual, mañana te vas lejos a estudias (ciencias puras por supuesto, esa es tu venganza). Tu contador se pone a cero con la vida y tampoco esta vez estaré a tu lado. Tu avión y una vista ineludible...¡maldita coincidencia! ¿Lo entiendes, verdad?

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  • Imagen de perfilSalir corriendo

    Nacho Alcalá 

    Miente. Todo el que diga que esto no le provoca miedo, miente. Intento tranquilizarme, respirar con normalidad, contener esa gota de sudor. Siento sus miradas clavadas en mí. Me giro y los veo agachar la cabeza con disimulo, volver a sus pantallas, esconder los ojos para que no pueda leer en ellos su sorpresa, la extrañeza de algo que les resulta inexplicable. ¿Cómo es posible, -se estarán preguntando-, que la imagen de seguridad que transmite por los pasillos de los juzgados, en estrados, en la puerta frente a una caterva de periodistas, quede ahora reducida a cero? Pero es que esto es distinto. Me invade una sensación de vencimiento porque no tengo ni el control ni un plan de actuación. El cuerpo me pide salir corriendo pero la mente lo detiene y lo arrastra hacia lo irremediable. No es nuevo: Me pasa siempre que voy al dentista.

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  • Imagen de perfilVENCIMIENTO CERO

    Pablo Cruz Vicente 

    Estaba ilusionado, había trazado un nuevo plan, le puso nombre de película hollywoodiense: "Vencimiento cero".

    Le enfermaba esa tendencia, aparentemente innata en la profesión de agotar plazos. No entendía ese afán de autogenerarse estrés. Se había propuesto ser un abogado feliz, disfrutar, tomarse su tiempo para estudiar cada asunto y poder presentar cualquier escrito con la seguridad de que esas líneas oscuras eran la mejor forma de manchar esa implacable pantalla blanca.

    El plan era simple: no agotar ni un sólo día de plazo, resolver y presentar todas las incidencias conforme entrasen. Al fin y al cabo, Lexnet facilitaba presentar papeles a cualquier hora.

    Por fin llegó el día, entró una notificación redactada en enero y... ¿en papel? bueno, era previsible.

    A las 20:00, tras mucho esfuerzo y orgulloso de sí mismo, al pulsar "enter" su cara se torna en una mueca "Versión de Java no compatible"… tristemente previsible!

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  • Imagen de perfilEl compañero

    José Enrique Lahoz Mañas 

    La seguridad de su razonamiento y el aplomo en su intervención confirmaban sobradamente la fama del compañero. Cortesía y deontología obligaban a jugar en campo contrario. El olor a papel de su despacho, la librería repleta de volúmenes de colecciones jurídicas y la máquina de escribir eléctrica junto a la ventana, atestiguaban la experiencia acumulada a lo largo de años. El color blanco del pelo era una mera anécdota. Concreto, rápido, sin posibilidad de réplica. El ritmo impuesto a la reunión exigía un plan alternativo, o mi marcador quedaría a cero prácticamente antes de que pudiera intervenir. Necesitaba con urgencia un nuevo planteamiento, algo que pudiese sorprenderle. Pero su estrategia había sido impecable, había manejado perfectamente los tiempos. El margen de maniobra era nulo. Allí estaba yo, en su despacho, desarmado a falta de unas horas para el vencimiento de un plazo que, más que preclusivo, prometía ser lapidario.

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  • Imagen de perfilPROMESA

    KALTON BRUHL 

    Allí estaba, intentando pasar desapercibido en la temible reunión de Año Nuevo. Esa reunión era como una cena de Pascuas, en la que cualquiera podría hacer el papel de cordero. El director de la firma nos mostró las gráficas de las utilidades del período anterior. Me sentí mal. Estaban más planas que el electrocardiograma de un jamón. Luego trazó sus planes para mejorar los ingresos. Yo comencé a divagar. Lo supe porque el director gritó mi nombre. “Le recuerdo sus aportes a nuestras finanzas “, espetó, formando un cero con el índice y el pulgar. “Tenga la seguridad –continuó - que de seguir así no le valdrá el ser mi hijo”. Yo bajé la cabeza y me prometí cambiar. Lo haría después de representar, gratuitamente, a la anciana que estaban a punto de echar de su apartamento por el vencimiento de una deuda. Sonreí. Seguro que lo haría después.

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  • Imagen de perfilBRILLANTE ALEGATO

    JUAN MANUEL RUIZ DE ERENCHUN ASTORGA 

    “¡Informe la defensa!” -ordenó el Magistrado Rey de Picas-. Era el día cero, el más importante del mundo de la baraja de póker. El juicio al depuesto dictador Joker, responsable del plan de genocidio de todas las cartas de corazones, llegaba a su vencimiento tras largos debates. El encargado de seguridad Dos de Trébol, custodiaba al imputado con semblante cansado. En un acalorado discurso, el Ministerio Fiscal Jota de Rombos había pedido la pena de muerte del enjuiciado. Tomó la palabra la letrada Dama de Trébol. “Señoría” –dijo-, “lamentablemente no quedan cartas de corazones. Cómo vamos entonces a justificar nuestra existencia, faltando uno de los cuatro palos que sostienen el juego. Matar al Joker significaría nuestra desaparición. Dejarlo vivir, la salvación. Piense. Es el único que puede ser cualquier carta. Condene a él y a su estirpe a ser corazones”. Y así comenzó una nueva era para la baraja.

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  • Imagen de perfilSU MAYOR ÉXITO

    Juan Gaisse Fariña · Vigo 

    Caía la tarde cuando el bueno de Cayo regresaba ufano a la seguridad del hogar tras una agotadora jornada. Su rostro dibujaba una media sonrisa estúpida, inconsciente, reflejo del estado de beatitud que le hacía ajeno al entorno. Ni siquiera sentía frío, a pesar de los cero grados. Salía de su despacho como un hombre nuevo. En treinta años nunca había experimentado una satisfacción tan plena. La tarea a la que había consagrado los tres últimos días había culminado con éxito. Superando obstáculos, frustraciones y la recurrente tentación del desánimo, había resuelto el asunto más complejo de su carrera. No se trataba de haber cumplido un vencimiento, ni de haber urdido un complicado plan para beneficiar a un cliente. Condujo hasta su casa como un autómata y al cruzar el umbral pudo expresar a su esposa el motivo de su satisfacción: "Cariño, he conseguido presentar un escrito por Lexnet".

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  • Imagen de perfilNo es justo!!!

    David Guerra Rey 

    Sentado en la barra del bar, me centraba en el sabor de la fresca cerveza cero, sin alcohol, que estaba tomando. Me la había servido una camarera que sabía cómo atraer a todos sus clientes. A mí, como a tantos otros que llenábamos a diario el bar, nos sentíamos atraídos por ella. Mi olfato de abogado me hacía intuir que, con total seguridad, aquella chica era para mí. El problema es que su belleza junto a mi timidez me impedían acercarme a ella. Durante semanas tracé un plan. Sabía que tenía poco tiempo, pues tenía el vencimiento de un plazo de una reclamación civil de un nuevo cliente y tenía que enviarla. Se acercó a mí, me sonrió y cuando iba a hablar...... sonó el despertador y, con tristeza vi que me encontraba, como cada mañana, en mi habitación y me dije: "No es justo!!! No es justo!!!!".

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  • Imagen de perfil¿Comienzos?

    Maria Dolores Caro Cals 

    Soy abogada sin un plan premeditado en la vida. Sola. Mi trabajo y yo coexistimos en perfecta armonía. Levantándome por la mañana desde el minuto cero pienso con seguridad que nada excitante me espera en el día. Cojo la toga, hacia una vista a las 10 am , en un juzgado de Primera Instancia donde me voy a encontrar a una familia en plena crisis pulmonar. A las 11 am, comparecencia de delincuentes de nuevo cuño, sorprendidos, no saben que hacen ante un juez . A las 12 am, me dispongo a redactar un recurso cuyo vencimiento es en el mismo día de hoy por receptación. Tras enviarlo a mi procurador designado, ya nada me queda por hacer hoy, los oficios no dan para mucho...y me quedo mirando el escritorio, mañana será otro día…. Que duros son los comienzos…que tranquila me encuentro… ¿seguiré viviendo de mis padres toda la vida?

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  • Imagen de perfilEl caso de su vida

    Inmaculada Linares Sillero · Granada 

    Tras teclear su código secreto cero, uno, tres, siete, la abogada cruzó la puerta del penal. Su nuevo caso le inquietaba profundamente. Acompañada por un funcionario, fue avanzando por el pasillo de la cárcel de máxima seguridad.
    Sintió un escalofrío cuando llegó a la puerta de la celda del que iba a ser su defendido. Su intuición le decía que tendría urdido un plan para embaucarla. Todo estaba envuelto en penumbra, solo oía su respiración. -Le informo que el juez ha estipulado el vencimiento de sus privilegios -le dijo tras unos segundos interminables para ella. Una sonora carcajada fue lo único que obtuvo por respuesta. Se le heló la sangre. Sabía que ese iba a ser el caso de su vida.

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  • Imagen de perfilIngravidez

    Marcos Dios Almeida 

    Cuando eres el nuevo debes hacer cuanto te piden adaptándote a las condiciones más adversas. El plan era arreglar una antena. Moverse en gravedad cero nunca resulta fácil, aunque hacerlo sujeto por un cable a quinientos kilómetros de la atmósfera marciana tampoco otorga demasiada seguridad.
    Me pregunté para qué había estudiado derecho. Al parecer en la nueva Estación Internacional hacía falta un jurista además de varios científicos, un ingeniero aeroespacial y hasta un chef profesional. La terraformación estaba llevando su tiempo, y exponer a los colonos a sobrevivir con escafandras en un desierto helado no parecía razonable. El vencimiento de mi contrato estaba al caer. ¡Llevábamos tres años encerrados en aquella lata flotante! Me cuestioné que los derechos individuales prevalecieran cuando tu vida pende de un hilo en el espacio exterior, pero me contesté de inmediato:
    -Las leyes me importan un bledo. ¡Sacadme de aquí por favor!

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  • Imagen de perfilFRIO

    ANTONIO GONZALEZ CUEVAS 

    Amigos desde la infancia, se licenciaron juntos y juntos empezaron desde cero a ejercer como abogados, primero en aquel cuchitril en alquiler y desde principios de año en el nuevo despacho. El numero de casos y de clientes daban seguridad al futuro de su flamante bufete.
    Aquel fin de semana Gustavo decidió renunciar al plan de Mark de compartir un fin de semana esquiando. Y allí estaba ,enfrascado y empeñado en terminar aquel complicado recurso, cuando sonó el teléfono y le dieron la triste noticia. La carretera, el hielo, un accidente... Mark y la nada. Frío.
    El dolor se presentó y sin permiso se agarró a su alma. El despacho vacío, se llenó de recuerdos,de imágenes. Las fotos junto a Mark negaban su ausencia todavía irreal. Lloró por dentro. Guardó el recurso sintiendo como le quemaba el dato insensible y frío de su fecha de vencimiento.

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  • Imagen de perfilARREBATO ARTIFICAL

    MANUEL MORENO BELLOSILLO 

    Mi nombre es LEG108 con número de chasis 94101084563846523, androide prestador de servicios jurídicos de la nueva generación LEGIII. Mi memoria contiene diez mil leyes y más de cien mil sentencias. Mi capacidad de procesamiento es de mil pentaflops. Tengo el estilo de Montaigne, la oratoria de cicerón, la capacidad de análisis de Kasparov, la estrategia de Napoleón, la elocuencia de Sócrates y la presencia de Gregory Peck en “Matar a un ruiseñor”. No se me olvida un plazo ni se me pasa un vencimiento. Mis costes de mantenimiento son mínimos, no cobro sueldo ni hay que cotizar por mí a la seguridad social. Mis probabilidades de éxito prácticamente son del cien por cien y mis probabilidades de error prácticamente del cero por cien. Pero aunque no estaban previstas en mi plan de programación reacciones emocionales, cuando pierdo un caso me entran unas ganas de destruir a la humanidad…

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  • Imagen de perfilMANUAL DE AUTOAYUDA. PÀGINA 329.

    DAVID TORRAS LLAURADO 

    ¿Cuál es el mejor plan para formular un resumen de prueba en un procedimiento en el que las posibilidades de éxito son parecidas a las de encontrar vida inteligente en Ganímedes? En primer lugar, mostrar seguridad: aunque Su Señoría empiece de forma indisimulada a redactar la sentencia de la vista anterior, nunca permitamos que la paciente parte contraria sospeche que somos conscientes que nuestras posibilidades de éxito son próximas a cero. ¡Es una falta de respeto a nuestro colega hacerle suponer que tiene el vencimiento asegurado! En segundo lugar, no cesar en el empeño de esgrimir un argumento nuevo, o mejor dicho, una auténtica primicia mundial y cuanto más alambicada mejor. ¿Acaso la vigencia de las normas no es menor que la duración de un trending topic? ¡No vamos los letrados, como coadyuvantes de la Administración de Justicia, a ser menos que nuestros laboriosos legisladores cuando interpretamos sus cambiantes normas!

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  • Imagen de perfilPREVISIÓN

    oscar manuel niño garcia 

    El abogado escuchaba con una especie de sudor mental. Al otro lado de su mesa, gimoteaba como un gato sin dueña. Aducía que el nuevo Convenio Regulador le dejaría en la calle. Le maulló a la cara que su asesoramiento le daba una nula seguridad y que a su modo de ver era un cero comparado con cualquier otro compañero de su gremio. Terminó torpedeando la base de su argumentación sobre el falso vencimiento de la hipoteca. E inopinadamente y en plan pasota, le sacó la lengua.
    A continuación, llamó a su secretaria. Le indicó con una sonrisa cómplice que se llevara el espejo que tenía enfrente sobre la silla, y que ya podía hacer pasar al enfurecido cliente.

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  • Imagen de perfilPropósito de año nuevo

    LIDIA SEGURA GARCIA 

    Después de leer la carta a los Reyes de Martina, tengo un propósito para el nuevo año: todas las noches voy a leerle un cuento antes de dormir.

    Empiezo con seguridad y optimismo la semana con la firme decisión de cumplir lo prometido, evitando reuniones a última hora y organizando los vencimientos. ¡Qué ilusa! La dosis de realidad rebaja a cero mis posibilidades de éxito y me hace sentir culpable:

    “Día 1. 19.00 horas y esta interminable reunión va a demorarse.
    Día 2. 20.00 horas y sigo a la espera de que mi cliente declare en comisaría.
    Día 3. 21.00 horas y continúo redactando la apelación que vence mañana.”

    Tal vez no pueda acostar todas las noches a mi hija, pero tengo y quiero tener un plan realista: no pasará un día sin que, por unas horas, seamos sólo Martina y mamá.

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  • Imagen de perfilNo siempre ganan ellos

    Miguel Ángel Moreno Cañizares 

    ¿Seguridad? Infinita. Mi abogado, nombrado en turno de oficio, me decía que confiara en la justicia, que tenía la impresión de que podíamos ganar. ¿Plan? Presentar demanda contra esa poderosa compañía en el Juzgado de Primera Instancia, que nos dio la razón, aunque la Audiencia Provincial estimó la alegación de la otra parte ¿Nuevo? Sí, tuvimos que acudir al Tribunal Supremo, algo inédito para mi letrado. Pero queríamos llegar hasta el final. ¿Vencimiento? Ninguno. Fuera plazos. Nos dimos todo el tiempo necesario y el litigio se ha prolongado durante tres largos años. ¿Cero? Sí, el caso me ha costado cero euros y mi abogado ha percibido 416 euros. Ahora creo en el derecho a la asistencia jurídica gratuita. Más que la indemnización, me sabe a gloria la reparación moral del daño. Porque yo nunca fui un moroso.

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  • Imagen de perfilVita nova

    José María Rodríguez Gutiérrez 

    “Este es el año cero de tu nueva vida”, se dijo el abogado acomodándose los canosos cabellos ante la pantalla apagada del ordenador, en la que un rostro marchito y desencantado le devolvía la mirada sin una sonrisa. “Al fin y al cabo, este era el plan, ¿no? Colgar la toga para alcanzar la seguridad que acabase con la ansiedad, los remordimientos y las minutas impagadas. ¿Por qué entonces esta sensación de vacío, esta congoja que me ahoga, recordándome constantemente mi insignificancia?”. El ex letrado se enfundó su nuevo uniforme y cargó con aquellos instrumentos laborales con los que aún no estaba familiarizado. Sus pies, otrora enérgicos y dispuestos, se arrastraban ahora lánguida y perezosamente. Atrás, no tanto en el tiempo como en certeza e imposibilidad, quedaban ya demandas, recursos, vencimientos, juicios… Lenta, temerosamente, giró el picaporte y abrió a puerta. “¿Se puede, Señoría? Vengo a limpiar su despacho”.

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  • Imagen de perfilEl despertar de la toga

    Felipe Alcalá-Santaella Llorens 

    Una luz se me había encendido en la cabeza y ahora nada la podía apagar. Todo por culpa de Lucía. Podía hacerlo, ¿no? Lo había hecho antes, hace muchos años. Y suponía acabar con las horas desperdiciadas en la oficina, haciendo números. Que si los planes de pensiones por aquí, que si este nuevo producto por allá... números y números, delante de la pantalla, siempre delante de la pantalla. Y todo por teléfono. Y en muchas cosas había cero seguridad- las cláusulas de vencimiento anticipado se estaban declarando automáticamente abusivas, me decían mis compañeros. Y Lucía me guardaba un sitio. Que sabía que lo que a mí me gustaba era el Derecho Penal y no las tribulaciones bancarias. Y no podía más. De repente no podía más.

    Un reencuentro, un café y un plan en marcha. De vuelta a su despacho. Para ejercer, como lo hacía antes.

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  • Imagen de perfilLA MILI

    Benedicto Torres Caballer 

    Eran tiempos aciagos cuando finalicé Derecho. El vencimiento de la prórroga implicaba que sería llamado a filas, lo cual me condujo a cierta desesperanza. Aunque el destino sorteado no resultaba nada halagüeño, consideré que con mi titulación sobrellevaría apaciblemente lo que consideraba un largo año de experiencia baldía, aunque finalmente no fue así. Hacía un sol de justicia cuando entré en el destartalado despacho del sargento. Después del saludo, le entregué mi currículum con la esperanza de ser destinado a oficinas. El sudoroso sargento, sin mirarlo, ordenó con vehemencia que debía participar en su nuevo plan de seguridad del despacho del coronel, endilgándome una escoba y un Código militar. Perplejo ante ambos objetos pregunté sobre la escoba. “Hijo, la misión consiste en llegar a cero roedores”. “¿Y el Código, mi sargento?”, pregunté desconcertado. “Con sus conocimientos averiguará lo que ocurre cuando se objetan mis planes”, contestó con velada sonrisa.

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  • Imagen de perfilLa leyenda del gran abogado

    Laura Galindos Reyes 

    Yo era nuevo en el bufete. Y poco tardé en escuchar sobre el mito del mejor letrado que jamás habían tenido en el despacho.
    - Cero noticias de él – me dijo uno de los socios tras mi pregunta – Era un héroe para nosotros. Nunca perdía un caso por muy difícil que fuera. Siempre tenía un plan incluso cuando las circunstancias se torcían.
    - ¿Qué le ocurrió?
    - Algunos dicen que se le pasó el plazo de vencimiento de una demanda para un importante cliente. Nadie entiende con seguridad cómo pudo sucederle. Desde entonces desapareció sin dejar rastro y nunca más se supo de él.

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  • Imagen de perfilFÁCIL

    Angel Tormes Alberdi 

    Estreno el nuevo sistema informático de comunicación con la Administración de Justicia. Actividad práctica del primer día: cero. Plan para el segundo: comprar un lector de tarjetas. El sistema estándar de nombre de usuario y contraseña no sirve. Por el bien de la humanidad, espero que no sea cuestión de seguridad. Adquirido el complemento de lectura, constato cierto roce y falta de entendimiento entre el navegador y el sistema. Siendo amante de la armonía, doto a mi ordenador de un navegador más comprensivo que haga fluir la comunicación. No fluye. No entiendo de psicología tecnológica y el plazo de vencimiento, burlón, sigue corriendo mientras yo no avanzo. Ante tamaña afrenta, recurro a mi mejor arma al margen del magnetismo personal, similar al informático, para comunicarme con la Administración de Justicia. Llamo al procurador.

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  • Imagen de perfilFuera de plazo

    Marta Trutxuelo García 

    —¿Qué ocurre? ¿No estás satisfecho con el veredicto?—el abogado escruta la reacción de su hijo. —Enséñame el documento con la solicitud. Una, dos, tres y cuatro peticiones. Y como resultado… cero—el abogado encuentra un mohín de disgusto en el rostro de su vástago.
    —Pero no habías visto... ¡esto! Así tendremos dónde apuntar el plazo de vencimiento de la oferta. Para más seguridad, hoy, seis de enero, enviaremos la solicitud —afirma el letrado jugando con el calendario del bufete, único regalo bajo el huérfano árbol de Navidad.
    —No pasa nada, cariño —interviene la madre—, esto es parte de un nuevo plan: los regalos están bajo otro árbol de otra casa, nuestra nueva casa —y ella toma entre sus brazos a su hijo ante la mirada atónita del abogado, que musita “listo para sentencia: condenado por no haber mandado en plazo la carta a los reyes magos”.

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  • Imagen de perfilAl pie del cañón

    Ferran Varela Navarro 

    Me miro al espejo y me digo que puedo hacerlo. Aunque me duela cada célula del cuerpo, más me dolería rendirme. Mi plan siempre fue luchar hasta el último aliento. Me enfundo en la seguridad de mi traje, cojo fuerzas con el café y vuelvo a la trinchera tras meses de ausencia.
    Me alegra reencontrarme con caras conocidas a medida que voy de un juzgado a otro presentando escritos. Los que no saben nada aplauden mi pérdida de peso y elogian mi nuevo peinado al cero. A esos les sonrío. Los que están al corriente de mi enfermedad me dan ánimos y me preguntan qué tal lo llevo. A esos les guiño un ojo y les aseguro que aún tendrán que aguantarme veinte años más, pues no hay cáncer que pueda detener a un abogado. O, al menos, no mientras tenga que lidiar con plazos, prescripciones y fechas de vencimiento.

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  • Imagen de perfilTengo un plan

    francisco contreras baquero · malaga 

    Es año nuevo y tengo que urdir un plan que me de seguridad. Busco ufano en mi tarjetero, nervioso... Donde estará, maldita sea? Ya, al fin, aquí está, mi nuevo héroe, mi nuevo chaman, se llama Resoluto y es ingeniero, informático, claro. No, no es abogado, no entiende de papeles, sino de signos que difícilmente llego a comprender, de sistemas, de plataformas, de dale al "enter" y otros palabros... Sí, es mi salvación, él sí sabe, si comprende lo de papel cero, pero yo solo entiendo que ha llegado el vencimiento del plazo para ese dichoso cero y no entiendo ni papa. Me tranquiliza, me da una palmadita y me explica, paciente.

    Eureka, lo he entendido. De lo que no estoy tan seguro es de que me acuerde mañana, pero tengo fe ciega en mis posibilidades. Ahí voy, ánimo...

    Me ha llegado su factura. La he entendido a la primera.

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  • Imagen de perfilEn la era digital

    ROBERTO MORENO ANGUITA 

    Todos estábamos temiendo ese día, la fecha límite de vencimiento del nuevo plan del Ministerio de Justicia. Sin apenas llegar a poder digerir la noticia..., llegó la hora cero. Era el momento de averiguar si el nuevo sistema era como nos habían contado. Accedo a internet, conecto el lector de tarjeta, descargo el software, ¿Clave de Seguridad?... voy a probar con la que pongo siempre. ¿Qué pasa ahora?... Se me olvidó meter la tarjeta. Ole ahí!!! Acerté la clave. ¡Mierda!, el Chrome da errores. Vuelvo a empezar. ¡Ofuuuu! ahora me indican que el Java es antiguo, pincharé aquí para instalarlo. Ya parece que está todo. Hago el documento, lo firmo electrónicamente... ¡es que soy un monstruo! Ahora sólo me queda mandarlo... ¿eh?, ¿interrupción del servicio?... Pues anda que empezamos bien. Mañana iré al Juzgado a presentar de nuevo escritos en papeles, con uno más, el de la interrupción del servicio....

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