16 abril 2018

Somos la resistencia

Barbara RomanPor Bárbara Román
TWITTER @abogadopenal

Según la RAE, “resistencia”, del tardío resistenti, tiene tres acepciones principales:

1. Acción y efecto de resistir o resistirse.

2. Capacidad para resistir.

3. Conjunto de personas que, generalmente de forma clandestina, se oponen con distintos métodos a los invasores de un territorio o a una dictadura.

En todo este tiempo metida en el mundo de la tecnología, y con una pata en el campo del Derecho, de las cosas que más me han fascinado una ha sido la capacidad de resistirse a la tecnología que ha demostrado el colectivo legal. Cualquier profesional al que preguntes no tiene inconveniente en ser usuario de redes sociales, en probar nuevas apps por recomendación de amigos y conocidos, en buscar información en la red de nuevas formas, en comunicarse por alternativas a la habitual llamada telefónica pero háblale de esas mismas cuestiones en el terreno profesional y echa a correr.

¿Por qué esa resistencia numantina a reconocer una realidad que ya está presente en nuestros días? Si me dieran un euro por cada vez que he escuchado en las últimas semanas eso de “La tecnología X ha llegado para quedarse” podría comprarme un Iphone 7. Otra pregunta que me asalta, ¿cuándo dejaremos de llamarlo “Nuevas Tecnologías”? Si las utilizamos desde hace años. Miramos las analíticas de nuestros blogs para conocer el impacto de las publicaciones que hacemos. Comparamos precios y características en búsquedas de alojamientos o vuelos. Nos quejamos de las grandes empresas en sus redes sociales. Regalamos nuestra privacidad y nuestros patrones de conducta a cambio de que nos muestren publicidad adecuada a nuestros gustos y aficiones. Compañero letrados, ¿por qué no permitir que esos avances lleguen al terreno profesional? ¿Por qué esa manía de meter la cabeza en un agujero y pensar que la práctica del derecho no ha evolucionado, cuando el resto del universo lo ha hecho?

En un pequeño estudio de mercado, he ido anotando las diferentes reacciones de profesionales y juristas cada vez que salía el tema de formarse en tecnología legal o de abrir las puertas a la innovación profesional, y estos son los motivos principales para oponerse de plano a cualquier cambio en el mundo del derecho:

1) “Porque no me hace falta, me va bien como estoy”. Ya, te va bien ahora, porque probablemente aún no te hayas dado cuenta de que el sector legal reservado en exclusiva a los abogados va menguando con el tiempo, de que cada vez hay más abogados en el mercado, de que las fusiones y las especializaciones por parte de los profesionales están a la orden del día. Además, te va bien ahora pero el mundo cambia a una velocidad de vértigo, ¿cómo te ves dentro de 10 años? ¿y de 20? Si fuiste de los que empezó a trabajar con el inicio del milenio, piensan en como se ha modificado la profesión en los últimos 15 años. Seguro que nunca habías imaginado poder presentar los escritos al juzgado online, di la verdad. Sigue soñando, que el cielo es el límite.

2) “Porque no me gustan los ordenadores”. Ni tú a ellos, no te preocupes. Un ordenador no es más que un dispositivo, una herramienta que debes poner a tu servicio. Tienes que lograr que tu sistema operativo trabaje para ti, para tus clientes, para tu negocio, y dejar de tratarlo como a una máquina de escribir chula que te permite rectificar errores en los textos, o como a un archivo. Es un instrumento, lo ideal sería que aprendieras a tocarlo. Bien.

3) “Me da miedo cometer algún error”. Pero si en eso consiste la innovación. En equivocarse, abrir nuevos caminos y explorar hasta donde podemos llegar. Nos hemos olvidado de que todo se aprende. Hace diez (¿veinte, cuarenta?) años eres un estudiante de derecho que no tenía ni idea del mundo, y ahora los juicios los preparas recitando de memoria la normativa procesal. ¿De verdad quieres creer que no puedes aprender más? ¿Que será más difícil dominar una herramienta tecnológica que la ley contenciosa administrativa o la jurisprudencia del Supremo?

No me lo creo. Ni yo ni ninguno de los profesionales que escribimos en este portal. Por eso la resistencia no sois vosotros, compañeros inasequibles al desaliento armados con papel y pluma: somos nosotros, con nuestros 0 y 1. Si es cierto que la tecnología legal ha venido para quedarse, aprovéchate de ella a tu favor. Atrévete a digitalizar y automatizar tareas administrativas que te quitan casi el 40% del tiempo que puedes dedicar a tu trabajo. Benefíciate de los cambios que puedes introducir en tu forma de ejercer el derecho y consigue más tiempo para tu vida, para tu familia, para tus nuevos clientes. Multiplica los ingresos y recorta los gastos con herramientas sencillas que están al alcance de todos. La legaltech no es sólo herramientas mágicas que sustituyen a los abogados en sus funciones (que sí, habelas haylas) sino que están llegando instrumentos de trabajo realmente interesantes a los que puedes acceder fácilmente siendo un despacho pequeño. O invirtiendo esfuerzos y energía, tu tiempo, en aprender a usarlas, que al final parece que es lo que más nos cuesta a todos.

Uno de los mayores retos a los que se enfrenta la abogacía actual es su adaptación a las tecnologías, y desde el Consejo General de la Abogacía se dará el impulso necesario al colectivo para conseguirlo. Tecnología al servicio de los profesionales del derecho, no imagino un futuro distinto a este. No necesitaremos (de momento) cascos espaciales o las gafas ultrasónicas de Google para hacer nuestro trabajo, pero nunca viene mal una herramienta que busque la jurisprudencia que necesitas en 0,6 segundos, que comparta los documentos a tiempo real con el cliente para mantenerlo informado y al día, o que automatice las citas del despacho y te evite esas llamadas del teléfono el domingo por la mañana… que a nadie le amarga un dulce.

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Bárbara Román
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