19 marzo 2018

Superabogados

Jordi FernándezPor Jordi Fernández
TWITTER @jordifern

Uno de los principales inversores de España en compañías de Internet, Luis Martín Cabiedes,  aseguraba en una entrevista en El País Retina que para él “la innovación es absolutamente irrelevante. Está totalmente sobrevalorada. La innovación se copia y se compra”. Sin quitarle razón a sus afirmaciones, motivadas por la banalización a la que está sometida la palabra innovación en nuestros días, lo cierto es que sin introducir alteraciones y novedades en la manera en la que se presta el servicio, muchos abogados ─incluso los que están resguardados bajo el paraguas de un gran despacho─ están en peligro de extinción.

La innovación en la abogacía es hoy mayor que en cualquier otro momento de la historia del sector. No hay duda. Pero innovar en el mercado legal cuesta. Más que en cualquier otro sector. Pero, ¿por qué?

El profesor de la Michigan State University, Kenneth Grady, opina en el libro Remaking law firms, que el problema radica en la especialización. Según este “evangelizador” del futuro legal, en las últimas décadas los abogados se han convertido en expertos focalizados en sus nichos de práctica, rechazando el conocimiento de otros ámbitos. Y eso impide la fecundación cruzada (cross-fertilization) de ideas, la piedra angular a partir de la cual crean los innovadores. Todo innovador ─no hace falta apellidarse Musk, Jobs o Gates─, son “T-shaped”, individuos que tienen un conocimiento profundo en como mínimo en un área (el “experto” o tramo vertical de la T) y conocimiento extendido a muchas otras áreas (el “generalista” o la barra horizontal de la T).

En el sector hay hoy un exceso de especialización y faltan abogados “T-shaped”. La culpa hay que buscarla en los clientes, que querían especialistas, y en la hora facturable, que ha obligado a ser más eficientes y a formar a abogados que presten su conocimiento en el menor tiempo posible. Es más, los abogados generalistas son percibidos como de bajo valor (tarifas de facturación bajas). Para ganar más hay que ser especialista. Y el especialista es un anti-innovador.

La especialización en exceso ayuda a entender otro de los factores que explica por qué innovar en el sector es una tarea difícil: los abogados no piensan out of the box. El sector es reacio a incorporar metodologías de otras industrias. Al renunciar a la visión generalista, los abogados han renunciado a la capacidad de ver a través de otros sectores. La abogacía entiende la innovación desde dentro y esa confianza interna es un freno para hacer cosas distintas a las que se hacían en el pasado.

El prestigioso consultor Ron Friedmann en un artículo publicado en la revista Law Practice apunta una tercera razón que revela la falta de innovación en el sector: innovar implica aceptar el feedback del cliente. Para recoger ideas nuevas es necesario hablar con los clientes. Es más, para probar una nueva idea, hay que utilizarles y eso puede incomodar a más de un abogado. Hablar con clientes sobre algo no relacionado con el asesoramiento técnico no resulta habitual y a ojos del abogado puede inducir a poner en duda su experiencia.

Esa inseguridad tiene su origen en otra de las razones que frenan la innovación en el sector: la tradicional aversión al riesgo. A los abogados no les gusta el riesgo. Es una virtud, pero un sedante para el cambio. No resulta extraño pues que antes de tomar decisiones estratégicas siempre se comparen con la competencia. Necesitan asegurarse qué otros despachos lo han hecho antes.

Otra de las trabas a la innovación está en el mismo ADN del sector: los despachos de abogados son firmas profesionales que se rigen por sistemas de partnership que fomentan los intereses particulares de cada socio en detrimento del bien común. Así lo explica el analista canadiense Jordan Furlong en su artículo Law firm innovation: from idea to implementation. La cultura de la sociatura no ayuda a buscar soluciones comunes y eso lastra el hecho de disponer de una única visión estratégica. Además, ¿Para qué molestarse en innovar cuando se sigue ganando dinero?

Una última razón por la cuál innovar en la abogacía es arduo tiene que ver también con el carácter independiente del abogado expuesto en el párrafo anterior. El cambio requiere liderazgo y gestión. Con lo cual, el socio se encuentra que tiene que gestionar no solo a sus clientes y sus asociados sino que además tiene que impulsar cambios, transformaciones y mejoras globales. Y el superabogado debe hacerlo además sin miedo a fracasar.

Cómo conseguir abogados innovadores (los superabogados)

Muchos expertos consideran que la innovación es una cuestión de actitud, pero esa conducta hay que trabajarla. Es fundamental invertir tiempo y dinero, pero además contar con un entorno óptimo que permita:

  • Incorporar y formar a más abogados “T-shaped”. Entre los abogados del futuro encontraremos a más expertos-generalistas.
  • Pensar out of the box. Pensar diferente o de manera no convencional hace que aumente el nivel de creación.
  • Aceptar el feedback del cliente. Saber qué necesita el cliente permitirá rediseñar con más facilidad los servicios legales que se prestan y permitirán transformar el despacho de una estructura centrada en el abogado a otra centrada en el cliente y alineada con sus objetivos.
  • Superar el miedo al riesgo. Hay que establecer una cultura en la que no se esté de forma permanente mirando lo que hace el de al lado y en la que se acepte el fracaso, ya que hay que ser consciente de que muchos proyectos no van a cuajar.
  • Preocuparse por el bien común. Un colectivo unido en objetivos tiene muchas más posibilidades de éxito en cualquier ámbito que una suma de individualidades.
  • Impulsar el liderazgo. Es importante implicar a los líderes de la firma. La innovación puede surgir desde cualquier lugar de la estructura pero tiene que haber una voluntad real desde la dirección que permita y fomente la actitud de cambio.

El futuro pasa por transformar a las actuales fábricas de servicios técnicos en las que se han convertido los despachos de abogados en verdaderos proveedores de soluciones para problemas complejos.

Sea como fuere y en gran parte impulsado por los avances tecnológicos que se están produciendo en los últimos años todo parece indicar que el momento de cambio es ahora.

Kenneth Grady suele repetir que “el sector legal no es como un queso. Dejarlo curar, dejar que pase el tiempo, no mejorará la industria. Necesitamos actuar. Necesitamos más que rebeldes, necesitamos radicales”. Aunque siempre se puede seguir el consejo de Cabiedes: esperar, copiar y comprar la innovación.

Tú decides qué camino escoger.

Jordi Fernández
Director de Innovación y Desarrollo de Cliente de Gómez-Acebo & Pombo
TWITTER: @jordifern

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