08 marzo 2018

Mujeres presas: Un razón más para apoyar la Huelga del 8 de Marzo

El Estado español es el país de la Unión Europea con mayor tasa de mujeres en prisión. Aunque el número de presas supone únicamente el 7,42% del total de la población reclusa, esto es un porcentaje mayor en dos puntos que la media europea.

Esto no quiere decir que aquí las mujeres cometan más delitos que en el resto de países europeos, sino que la dureza del Código Penal, sobre todo en materia de delitos contra la salud pública (principal motivo de condena para la mayoría de las penadas) y la falta de medidas alternativas a la cárcel, provoca que miles de mujeres acaben en prisión.

Y es que existen singularidades en el tipo de condenas y delitos asociados a las mujeres presas. La mayoría de las mujeres en prisión cumplen condena por delitos contra la salud pública. Le siguen los delitos contra el patrimonio y de orden socioeconómico, también como muestra de la constante feminización de la pobreza.

Las cárceles están pensadas para hombres. Sólo hay tres cárceles de mujeres en el Estado español, el resto son módulos que se crean dentro de cárceles masculinas.

Es por ello que la prisión ha perpetuado históricamente una serie de factores de discriminación de las mujeres en relación con los hombres relativos a: mayor precariedad de espacios, peores condiciones de habitabilidad, ausencia de atención a la salud sexual y reproductiva, falta de clasificación penitenciaria en prisión, abuso de la medicación, dificultad en el acceso a talleres productivos, oferta de actividades perpetuando el rol de género, menos destinos que los ofertados a los hombres y menos plazas para formación.

La propia página web de Instituciones Penitenciarias señala que “en las prisiones de nuestro país gestionadas por y para hombres, la mujer encarcelada ha ocupado siempre una posición muy secundaria debido a su menor entidad numérica y su falta de conflictividad”.

Asociaciones como C.A.M.P.A  (Colectivo de Apoyo a Mujeres Presas en Aragón) trabajan la cuestión penitenciaria desde la perspectiva de género, lo cual permite vislumbrar las discriminaciones que tienen lugar en prisión. Y es que existe una estrecha relación entre el heteropatriarcado y la idea de castigo.

Este colectivo señala que la visión que se tiene de las mujeres presas es que no sólo quebrantan la ley, sino también las normas de género. Por ello “es necesario realizar un trabajo específico con ellas para acompañarlas en un toma de conciencia de su propia situación personal y social, de manera que se les facilite intervenir en ella, paliando los efectos opresivos que se dan en su desarrollo personal, autonomía y autoestima a causa de éstos factores discriminatorios”.

La discriminación que sufre la mujer en prisión se ve agravada si además es inmigrante o de etnia gitana. Lo que se traduce en una triple interrelación de desigualdades de clase, raza y género, que en el caso de las mujeres conviene en una serie de desventajas y características discriminatorias específicas.

En definitiva, el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, también hay que recordar a las mujeres privadas de libertad las cuales, en su mayoría, se encuentran en prisión por una situación de pobreza y de exclusión social. Mujeres que en su vida diaria en prisión sufren también la discriminación por razón de género que se vive en el resto de la sociedad.

El 8 de marzo, la huelga de mujeres, también va por ellas.

C.A.M.P.A (Colectivo de Apoyo a las Mujeres Presas en Aragón)

Paula Hormigón Solas, abogada

 

 

 

 

 

 

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