24 noviembre 2017

Derecho al honor y antropocentrismo

Daniel Dorado. Presidente de la Sección de Derecho Animal del Colegio de Abogados de Madrid, profesor asociado de la Universidad Carlos III de Madrid, miembro de la fundación Ética Animal.

El pasado 6 de noviembre de 2017 el Juzgado de Primera Instancia 1 de Sepúlveda dictaba sentencia en la que estimaba la demanda interpuesta por la viuda y los padres del torero fallecido Víctor Barrio contra Datxu Peris. En la misma, contra la que cabe recurso, se declaraba lo siguiente:

  • Que el contenido publicado en Facebook por Datxu Peris “constituye una intromisión ilegítima del derecho al honor” de Víctor Barrio.
  • Que la demandada debe retirar de su página en Facebook “todo aquel mensaje que constituya una intromisión ilegítima al honor” de Víctor Barrio.
  • Que debe “publicar a su costa la Sentencia en los mismos medios en los que divulgó el mensaje”.
  • Que debe abonar 7.000 euros a los familiares de Víctor Barrio “en concepto de daños morales y perjuicios”, así como el pago de las costas.

Los hechos se remontan al 9 julio de 2016. El torero Víctor Barrio moría en una corrida a consecuencia de una cornada del toro “Lorenzo”, que se defendía frente a los ataques sufridos. Un día después Datxu Peris publicaba en su página de Facebook un texto en valenciano, siendo esta la traducción:

Podemos tratar de ver el aspecto positivo de las noticias para no sufrir tanto… Ya ha dejado de matar.

 El negativo, entre otros, claramente, es que a lo largo de su carrera ha matado mucho. Muchos de mi equipo, que como digo siempre, es el de los oprimidos, los que siempre pierden porque tienen a todos los opresores en contra, porque tienen el partido amañado. Ahora los opresores han tenido una baja, una víctima más, un peón de su sistema, y me pregunto, como muchos, cuantas bajas más de este equipo harán falta para que los gobiernos centrales, generalistas, diputaciones y ayuntamientos dejen de subvencionar estas prácticas con olor a sadismo.

 No puedo sentirlo por el asesino que ha muerto más que por todos los cadáveres que ha dejado a su paso mientras vivió. No solo de toros adultos a lo largo de su carrera (según las estadísticas de su página oficial, ha acabado con 258 vidas desde 2008) sino también de novillos a lo largo de su aprendizaje en escuelas taurinas, en las cuales podemos encontrar niños que acaban normalizando situaciones como esta: ‘un alumno asestó hasta 14 estocadas al animal antes de que cayera al suelo, donde fue apuntillado y aún vivo y boqueando, tratando de tomar los últimos alientos de vida, fue arrastrado al matadero’”.

La muerte de Víctor Barrio suscitó comentarios similares por parte de otros activistas, indignados ante el hecho de que sea legal una práctica que provoca el sufrimiento y la muerte de toros, caballos y otros animales. Sin embargo, solamente las manifestaciones de Datxu Peris tuvieron repercusión mediática, siendo el más que posible motivo que es concejal en el municipio valenciano de Catarroja. La mayoría de medios tergiversó y manipuló sus palabras, afirmando que se había alegrado de esta muerte, o que había frivolizado con este hecho, cuando una lectura atenta muestra que nada de ello se puede deducir de sus afirmaciones. Especialmente lamentable fue la entrevista realizada en el programa de radio Herrera en COPE, en la cual el periodista intentó desacreditar la posición de Datxu Peris contraria a la tauromaquia con estas palabras: “¿A matar solamente toros, o a matar más cosas [sic]? ¿O a matar los pollos que te comes?”. Cuando ella respondió que es vegana, Carlos Herrera respondió: “Ahora, para que todos seamos como tú, que todos nos comamos el pepino crudo…” (un comentario con claras connotaciones sexuales).

Varios familiares de Víctor Barrio decidieron interponer una demanda de protección de derecho al honor, intimidad y propia imagen contra Datxu Peris, que fue estimada de manera íntegra. El siguiente es un extracto de la sentencia:

Y es que Dña. Datxu Peris manifestó lo positivo de la muerte del torero y es que ha dejado de matar. No se alcanza a comprender lo que existe de positivo en el fallecimiento de un ser humano. No es cuestión de juzgar posiciones legítimas de sensibilidad sobre la tauromaquia, la caza o cualquier otra actividad que cause daño a un animal pero no se puede equiparar ni dar igual valor a la vida del ser humano que a la de un animal. Sencillamente porque lo que aquí nos ocupa y debemos aplicar, el derecho, no lo equipara.

 Se expresa además en términos de asesino. Asesinar se define como matar a alguien con alevosía, ensañamiento o por una recompensa. La presencia del término ‘alguien’ remite indudablemente a una persona pues este pronombre sólo se puede referir a seres humanos. Nuestro Código Penal castiga como reo de asesinato al que ‘matare a otro’ entendiendo que este otro es un ser humano. Cuando la demandada califica de asesino a un torero, persona en ejercicio de una profesión como actividad lícita y regulada, no hace sino emplear erróneamente y de forma peyorativa la calificación de asesino provocando con ello una intromisión en el honor del fallecido.

 Esta incorrecta asimilación entre derechos de la persona y derechos de los animales parece fundamentar las opiniones vertidas en la publicación […]”

Podemos preguntarnos: ¿los animales de una especie diferente a la humana son “alguien”? Desde luego, no parecen ser “algo”, como un libro, una mesa u otro objeto. Es más, comparten con los seres humanos una característica  como es la capacidad de sufrir y disfrutar. Es precisamente este el motivo por el cual deberíamos tener en consideración sus intereses, y no el hecho de que pertenezcan a cierta especie o determinado ecosistema. Este es el fondo del asunto, y la razón por la que Datxu Peris es condenada. Ella defendió tener en consideración igualitaria los intereses de animales de especies diferentes, y, al hacerlo, está rompiendo el tabú antropocentrista vigente en nuestra sociedad.

Nuestra relación con los animales resulta extraña. Al mismo tiempo que se habla de “derechos para los animales”, los animales sufren y son matados en perreras, plazas de toros, granjas, mataderos y otros lugares, todo ello de forma legal. Pero también parece extraña nuestra relación con los defensores de los animales. Estos activistas son felicitados cuando tratan cuestiones como el endurecimiento de las penas en caso de maltrato animal, o denuncian prácticas ilegales, como las peleas de perros. Los medios de comunicación los entrevistan en sus programas, donde son tratados de manera exquisita.

Ahora bien, cuando estos activistas ponen el foco claramente en el prejuicio antropocentrista, la reacción es muy diferente. Hacerlo tiene un precio. En el caso de Datxu Peris, 7.000 euros, además de ser víctima de una campaña de manipulación mediática en su contra llevada a cabo por la práctica totalidad de medios de comunicación.

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