25 septiembre 2017

Bienestar animal y ganadería, una preocupación y una conciencia creciente

Salomé Zanoguera Molinero (abogado y miembro de la Comisión de Derechos de los Animales del Colegio de Abogados de Baleares)

La intensificación de la producción animal desde la última mitad del siglo pasado en adelante, se ha convertido en una cuestión ética y social importante, pues ha traído como consecuencia el cambio en los métodos de producción, concentrando la producción en un número menor de explotaciones, al tiempo que se han adoptado sistemas de producción con un mayor grado de confinamiento, lo que resulta antagónico a la tradicional granja familiar y parece estar en contradicción con los ideales del esmero en el cuidado de los animales.

Antes, los animales de granja se criaban con métodos tradicionales, en los que se utilizaba mano de obra para llevar a cabo tareas cotidianas como la de alimentarlos y retirar el estiércol, que entrañaban que los animales estuviesen al aire libre, al menos una parte del tiempo, pero con el aumento de la población y la intensificación de la producción surgieron nuevos sistemas de confinamiento, donde por lo general se cría y mantiene a los animales en recintos bajo techo y se utilizan distintos accesorios y sistemas automatizados, en lugar de la mano de obra, para la realización de muchas tareas rutinarias, con la consecuencia de que ya no hay necesidad de que los animales tengan que estar al aire libre en ningún momento, llevando a determinados sectores de la población a la percepción de que se mete a cantidades ingentes de animales en jaulas y establos inadecuados con el fin de obtener un beneficio económico mayor y más rápido, al tiempo que los animales sufren una angustia extrema.

Cada día son más las voces que retratan la intensificación de la producción animal como un proceso en el que las empresas han sustituido a las granjas familiares, la búsqueda de beneficios ha sustituido a los valores relacionados con el cuidado de los animales y los métodos industriales del mundo empresarial han sustituido a los métodos de explotación agrícola tradicionales, lo que ha tenido consecuencias espantosas sobre el bienestar animal.

El bienestar animal es un tema que preocupa cada vez más a los consumidores, que además de demandar alimentos sanos, también exigen que sean obtenidos mediante prácticas que aseguren una adecuada protección animal, puesto que la matanza puede provocar dolor, angustia, miedo u otras formas de sufrimiento a los animales, incluso en las mejores condiciones técnicas disponibles. Por ello, a fin de reducir al mínimo el dolor y la angustia es necesario el establecimiento de unos criterios y requisitos específicos.

A nivel internacional, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), a través del capítulo del Código Sanitario para los Animales Terrestres dedicado al bienestar animal, recoge una serie de directrices sobre el sacrificio de animales y sobre la matanza. Estas medidas de referencia internacionales incluyen recomendaciones relativas al manejo, la sujeción, el aturdimiento y el sangrado de los animales en granjas y en mataderos. 2

A nivel Europeo, disponemos del Reglamento (CE) nº 1099/2009, del Consejo, de 24 de septiembre de 2009, relativo a la protección de los animales en el momento de la matanza, que es de aplicación desde el 1 de enero de 2013. Al igual que el resto de normativa en materia de bienestar animal, tiene por objeto garantizar que se evite cualquier dolor o sufrimiento innecesario, basándose siempre en la última información científica disponible.

El Reglamento se desarrolló a nivel nacional mediante el Real Decreto 37/2014, de 24 de enero, por el que se regulan aspectos relativos a la protección de los animales en el momento de la matanza, por el cual se establecen disposiciones específicas de aplicación en España, en relación con la formación del personal, la matanza de emergencia fuera del matadero y para consumo doméstico privado y la comercialización de productos de equipamiento de sujeción y aturdimiento, entre otros asuntos.

Además, en España se publicó la Ley 32/2007, de 7 de noviembre, para el cuidado de los animales, en su explotación, transporte, experimentación y sacrificio, con el objeto de establecer las normas básicas para el cuidado de los animales y un régimen común de infracciones y sanciones para garantizar su cumplimiento.

No obstante, el cambio en la actitud de la sociedad hacia los animales, que ha ido evolucionando hasta considerarlos como seres sensibles con capacidad de sentir y con intereses propios, ha llevado a que aumente su preocupación por el bienestar animal.

A estos efectos, en febrero del presente año, el Congreso de los Diputados aprobó por unanimidad una propuesta no de ley por la que insta al Gobierno a promover las reformas legales necesarias para crear una categoría especial en el Código Civil donde se defina a los animales como “seres vivos dotados de sensibilidad”. Dicha reivindicación la sostienen millones de personas y para ello se recogieron más de 240.000 firmas.

Lo anterior ha determinado que un sector cada vez mayor de la población considere que todas las medidas existentes son insuficientes y aboguen por una protección animal más amplia y un sacrificio animal cero, decantándose por un sistema alimenticio vegano/vegetariano.

Un vegetariano es una persona que no come carne (incluyendo aves) o peces y mariscos, o productos que los contengan. Los patrones alimentarios de los vegetarianos pueden variar considerablemente:

El patrón alimentario de los ovo-lacto-vegetarianos se basa en granos, verduras, frutas, legumbres, semillas, frutos secos, productos lácteos, y huevos. Los lacto-vegetarianos excluyen huevos, carne, peces y aves. El patrón alimentario de los veganos o totalmente vegetarianos, excluye huevos, lácteos, y cualquier producto animal.

Cabe recordar que por norma general las personas vegetarianas no lo son por motivos estrictamente de salud, como si sucede con otras opciones dietéticas; pesan sobre todo argumentos de tipo ético/religioso/filosófico/conciencia social.

El informe de posicionamiento de la ADA (Asociación Americana de Dietética) ha sido determinante al afirmar que las dietas vegetarianas adecuadamente planificadas, incluidas las dietas totalmente vegetarianas o veganas, son saludables, nutricionalmente adecuadas, y pueden proporcionar beneficios para la salud en la prevención y en el tratamiento de ciertas enfermedades. Las dietas vegetarianas bien planificadas son apropiadas para todas las etapas del ciclo vital, incluido el embarazo, la lactancia, la infancia, la niñez y la adolescencia, así como para los atletas. También la AEDN (Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas) se hace eco del informe en su web y lo ratifica.

La especie humana es omnívora, pero también es adaptativa. Según la cultura, el clima y los condicionantes medioambientales, cada grupo humano se acomoda según su hábitat a un menú sustancialmente distinto. Se cree que hace muchos, muchos años, había grupos de homínidos eminentemente vegetarianos y que antes de ser nómadas, algunos de nuestros antepasados se alimentaban principalmente de plantas.

No obstante, los prejuicios contra la dieta vegetariana están a la orden del día en la sociedad en que vivimos, donde existe la creencia de que si no hay carne en nuestro plato, nuestra alimentación no estará completa, cuando la realidad es que prescindir de los productos de origen animal es una posibilidad que nos da nuestra biología, tan solo tenemos que tener la voluntad y la información necesaria para hacerlo y hacerlo de una manera saludable, lo que nos lleva a concluir que dejar los animales fuera del plato es posible.

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