02 agosto 2017

Avances y prohibiciones sin revisar: el caso de los hospitales de Ibiza y los autobuses de Barcelona

d56cc97a-6019-406c-8db3-814db85d1a59Elena Custodio Agudo. Abogada. Secretaria de la Comisión de Derecho Animal del Colegio de Abogados de Granollers

Diariamente se producen novedades en torno al derecho de los animales, siendo el ámbito local, por su proximidad con la ciudadanía, aquel en que más cambios encontramos que nos afecten a nuestra vida cotidiana.

Hemos creído conveniente, en esta ocasión, abordar dos situaciones concretas y contrapuestas. En primer lugar, la prohibición de la Entidad Metropolitana del Transporte (de Barcelona y alrededores) del acceso de nuestros perros a los autobuses urbanos que gestiona. Aunque no se trata de una medida nueva creo que debemos analizarla y revisarla, si hace falta.

En segundo lugar, se analizará la medida de los centros hospitalarios de Ibiza de permitir la entrada y permanencia de los perros de las personas hospitalizadas.

Como decía, a raíz de una experiencia personal que pude presenciar y en la que el conductor de un autobús de Barcelona se negó a arrancar si una persona -que había pagado su billete- y su perro de tamaño mini que llevaba en brazos no bajaban del bus, creí que era interesante ver la base legal de la conducta del autobusero.

Se permite viajar en autobús a los perros de asistencia, del personal de seguridad y aquellos que vayan en trasportín y no causen molestias a los demás viajeros. En resumen, difícilmente un perro de más de 10 kg va a poder subir a un autobús, y los más pequeños siempre enjaulados. La base de tales medidas la tenemos en el Reglamento de viajeros de los servicios de transporte público de superficie del ámbito de la Entidad Metropolitana del Transporte, en su artículo 5.h).

Rodalies-CercaniasDe hecho, no se ha encontrado ninguna norma superior de las que bebe este reglamento que incorpore esta prohibición. Entonces, esta prohibición es discrecional de la capacidad normativa de la Administración local. Veamos ahora si tal prohibición tiene algún sentido práctico y razonable.

Estocolmo, Londres o Berlín permiten el acceso de perros a los autobuses (variando poco las condiciones en que lo hacen), de modo que podemos pensar que los autobuses españoles no tienen que ser diferentes. Algunas medidas prácticas que aplican estas ciudades son: pedir que viajen en la parte trasera del bus, paguen un billete reducido los de tamaño considerable, lleven correa corta e incluso bozal.

Pero incluso podemos ir más cerca. La Entidad Metropolitana del Transporte de Palma (Baleares) ha sido la primera, seguida por Fuengirola, en permitir el acceso a perros sin trasportín, aunque con medidas lógicas. Entonces, si Palma y Fuengirola pueden, para el resto es un tema de voluntad política.

Parece evidente que debería ser quien lo lleve el responsable de su comportamiento y de su cuidado, igual que en la vía pública. Igual que parece razonable que el conductor utilice la misma autoridad con comportamientos incívicos de un perro y su portador que la que utiliza cuando son personas las que causan molestias por comportamientos incívicos.

En resumen, como no hay hechos prácticos que impidan el uso de autobuses por parte de perros y sus acompañantes, parece razonable que la normativa se aligere y se flexibilice de acuerdo con las actuales tendencias y demandas. Igualmente, no hay sustento para que las normas aplicables presuman que un perro y/o su acompañante vayan a causar molestias por el mero hecho de ser un perro.

Seguramente, muchas personas, al poder viajar en autobús urbano con su perro, no se verían obligadas a coger su coche particular para viajes dentro de la misma ciudad, consiguiendo un doble objetivo: normalizar la presencia de perros en los autobuses y desincentivar el uso de vehículos privados por parte de sus acompañantes.

JJ-el-perro-de-terapia-que-ayuda-en-el-hospicio-de-ancianos-6Por otro lado, e incluso como colofón a lo que acabamos de ver, se ha sabido hace poco que un hospital de Ibiza va a permitir la entrada de los perros de las personas ingresadas. Ya no era nuevo que hospitales, como el de niños de Sant Joan de Déu de Barcelona, los utilizara de modo terapéutico para ayudar a los más pequeños o incluso con la misma finalidad en algunas prisiones.

Ahora, el Hospital Can Misses de Ibiza ha iniciado su programa Dogspital, que consiste en permitir el acceso, y para beneficio mutuo, de los perros cuyos responsables se encuentran hospitalizados (ingresos de larga duración). Aunque no se trata de una norma de un poder del Estado, sí se trata de un permiso de un centro sanitario para con los perros de sus pacientes.

Es interesante conocer que el Hospital Can Misses ha estado trabajando un buen tiempo para implantar esta posibilidad, que tiene un precedente en un hospital australiano, y que no han reparado en gastos, personal y procedimientos para obtener un resultado tan beneficioso.

Como es lógico en un equipamiento tan sensible como un hospital, éste ha instaurado una serie de procedimientos y requisitos: informe médico favorable, vacunas y salud del perro al día, una primera visita con un entrenador canino y una sala especial para estas visitas, con agua, comida y “chuches”. Sólo los pacientes con más dificultades podrán recibir a sus perros en las habitaciones.

Esta iniciativa, además de ser positiva para todos los implicados, es un ejemplo de proactividad de las instituciones para normalizar y promover la presencia de perros en sitios que, por poco frecuentes hasta ahora, no tienen porque ser lugares vedados. Las prohibiciones no razonadas o sin fundamento práctico, además de denotar una escasa sensibilidad por los animales de nuestros poderes públicos, demuestra falta de confianza de estos en su ciudadanía. Y seguro que la ciudadanía que disfruta de sus perros respondería de manera ejemplar y cívica al acceso a nuevos ámbitos de nuestra vida cotidiana.

Comparte: