05 mayo 2017

Un movimiento que no defiende a sus activistas está condenado a fracasar

15267745_1608584142490796_3056329407612513991_n-488x275Daniel Dorado, presidente de la Sección de Derecho Animal del Colegio de Abogados de Madrid y del Centro Legal para la Defensa de los Animales (@doradodan)

A finales de abril de este año, varios activistas que se manifestaban de manera pacífica en contra del uso de animales en los circos fueron agredidos por trabajadores de este. Los agredidos tuvieron que recibir asistencia médica, y han manifestado su intención de denunciar los hechos.

No es la primera vez que ocurren hechos de este tipo. En 2008 un trabajador del Circo Americano fue condenado a 45 días de multa, así como a abonar una indemnización de 600 euros a un activista de la organización Igualdad Animal, por las lesiones sufridas por este. En 2016 tres trabajadores del Circo Berlín fueron condenados a diversas penas de multa, y a abonar en conjunto una indemnización de 2.645 euros por agredir a varios activistas de la misma organización. Asimismo, un hombre ha sido condenado en dos ocasiones a once días de localización permanente, veinte días de multa, y 1.115 euros de indemnización por golpear y dañar el equipo fotográfico de manera reiterada de dos activistas de la organización AnimaNaturalis que se encontraban documentando un espectáculo de correbous. Y una mujer fue condenada a dos años de cárcel, y a abonar una indemnización de 8.520 euros por golpear con un palo a una manifestante contra el Toro de la Vega, a la que fracturó el brazo izquierdo.

En otros muchos casos a lo largo de los últimos años, diversos defensores de los animales han sido víctimas de agresiones sin que se haya podido conseguir una sentencia condenatoria, bien por la imposibilidad de identificar al agresor o bien ante la dificultad de conseguir pruebas. Y, por supuesto, es necesario recordar a José Luis Pardo Hidalgo, que falleció en febrero de este año en Lloret de Mar a causa de un infarto mientras defendía a los gatos que se encontraban en un parque frente a los ataques causados por un hombre.

Hechos como este reflejan la gran situación de inseguridad que sufren quienes defienden los animales por el mero hecho de realizar su labor, los cuales se exponen a sufrir agresiones sencillamente por informar sobre la situación de los animales, o por querer sacar esta a la luz.

Los abogados que buscamos un cambio en nuestra relación con los animales no podemos quedarnos impasibles ante hechos como este. Hay diversas acciones que podemos llevar a cabo, como las siguientes:

• Elaborar guías jurídicas informativas adaptadas al movimiento por la defensa de los animales, para que los activistas conozcan cuáles son sus derechos, y qué pueden hacer si los mismos se ven conculcados. Por supuesto, también podemos informarlos de una manera más personalizada.
• Ejercer la defensa de los intereses de los activistas agredidos en procesos judiciales.
• En los casos más graves, podríamos personarnos como acusación popular mediante alguna asociación.

No obstante lo anterior, sería un error considerar que la situación de los animales es consecuencia de unas pocas personas que golpean y maltratan. Por supuesto, este tipo de prácticas son denunciables. Pero, en realidad, la situación de los animales es consecuencia del especismo, un prejuicio que lleva a tener en menor consideración los intereses de determinados individuos por el mero de no pertenecer a la especie humana. Los golpes que sufren los animales en los circos son realizados por trabajadores de los mismos, pero estos no existirían si el público rechazara dichos espectáculos. De la misma manera, la inacción de las instituciones ante la situación de los animales salvajes en catástrofes naturales y otros casos solamente es posible debido a que la sociedad no suele considerar dichas intervenciones como algo importante.

Los abogados podemos unirnos al cambio en la situación de los animales, si bien nuestro papel no es especialmente relevante. O, dicho de otra manera, no es más relevante que el papel que puede ocupar alguien que se dedica al periodismo, a la pintura, a la contabilidad, a la fontanería, a la mensajería, a la limpieza, o que se encuentra en situación de desempleo. De hecho, no considero que entre abogados suela haber un especial interés en la defensa de los animales, si bien de manera reciente esto parece estar cambiando, pero en línea con un mayor interés generalizado en esta cuestión. Las comisiones, grupos y secciones especializados en legislación animal pueden favorecer este cambio, en la medida en que den relevancia a la situación de los animales y al cambio en nuestra relación con estos.

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