
Blog de Comunicación y Marketing Jurídicos
23 marzo 2017
Por Cristina Ruiz
Eh, ¡abogado!!… En tu vida personal, ¿juegas a algún juego de azar? ¿Juegas a algún juego competitivo?… ¿Cómo juegas?
¿Te has detenido a pensar si practicas algún juego en tu profesión?… No me refiero al partido de baloncesto en las fiestas colegiales, o al torneo de pádel organizado por el Colegio…
Dime… ¿A qué juegas cuando negocias con tu cliente? ¿A qué juegas cuando negocias con un compañero? ¿A qué juegas cuando negocias con el Fiscal?…
¿Cómo juegas cuando estás llegando a un acuerdo y es llamado por litisconsorcio pasivo necesario una parte más? ¿Cómo juegas en un acuerdo con otro u otros compañeros, en un deslinde que puede afectar gravemente a los intereses de tu cliente?… ¿Cómo juegas?…
… Estás enfrentado a uno o a varios ‘contrincantes… has estudiado tu posición, has estudiado la posible posición de los demás… Conoces sus intereses… Conoces los tuyos… ¿Qué debes hacer si ‘aparentemente’ tu posición no es la más ventajosa? ¿Qué hacer para que tu cliente quede contento? ¿Cómo hacer para encontrar un equilibro satisfactorio para todos?…
Sí, los abogados jugamos… somos grandes jugadores. Tal vez no seamos conscientes de ello, pero sí, categóricamente, todos jugamos.
Sí, he referido en artículos anteriores que los dos ejes fundamentales sobre los que gravita nuestra profesión, que son tomar decisiones y resolver problemas. Y así es, y hay momentos realmente duros, especialmente aquellos en los que estamos negociando y debemos tomar decisiones que en su totalidad no revierten en el interés presupuesto para nuestro cliente, pero no por ello no estamos siendo íntegros en nuestra profesión ni deshonestos con nuestro cliente.
Pues bien, como premisa, cuando nos enfrentamos a una negociación debemos ser conscientes de que algo vamos a perder, pero también tenemos que ser conscientes de que en una buena, en una exitosa negociación, dicha pérdida debe a ser compensada. Será un win-to-win.
Sin embargo, nuestro cerebro no quiere contemplar la opción en la que ‘todos ganamos’, sino sólo la de ganar y nunca la de perder. ¿Cómo hacer para que nuestro cerebro realice una valoración positiva de nuestra actuación en la negociación en un win-to-win? Es fácil, practicando la Negociación Inteligente.
Un inciso. El otro día me dijeron que era ‘pragmática’. La verdad es que no me lo había planteado antes… y no creo que lo sea. Aun conociendo de qué va el pragmatismo, busqué en Google una conceptualización más exacta: “Actitud y pensamiento que valora sobre todo la utilidad y el valor práctico de las cosas: su pragmatismo minusvalora los sentimientos.” No, decididamente no soy pragmática. Aunque sí que me gusta ser resolutiva y buscar el valor práctico de las situaciones, pero los sentimientos pretendidamente controlados y convenientemente gestionados están presentes constantemente en mi manera de entender la vida, y la profesión, con todo lo que para ambas conlleva.
Y ahora vengo a hilar el inciso con aquello de la Negociación Inteligente. Los tiempos de las negociones imperturbables y de hielo, de las cuerdas rotas, ya han caducado. Ahora son los tiempos de las negociaciones analíticas, empáticas y creativas, en las que el win-to-win significa poner sobre la mesa ‘algo’ no contemplado o previsto en un principio que será la compensación-ganancia, por la pérdida prevista, que llevará a nuestro cerebro a la percepción consciente de la satisfacción (PCS). En definitiva, todos contentos.
Pues bien,
La negociación inteligente, tenemos que entenderla como un medio, y no como un fin en sí misma, permitiendo la huida del comportamiento limitado, facilitando la conectividad, propiciando la tendencia a la flexibilidad, a la adaptación a los cambios, y lo que es más destacable aún, la capacidad para generar dichos cambios. Para esto último, el modo estratégico que ha de imperar para llegar finalmente al éxito de la negociación, éste vendrá dado por la compensación entre pérdidas y ganancias, produciéndose la deseada percepción consciente de la satisfacción (PCS).
De lo hasta ahora expuesto podemos deducir con claridad que en la Negociación Inteligente intervienen dos criterios clave: el emocional y el deliberatorio. En la gestión adecuada y equilibrada de ambos está la clave. Necesitamos, por tanto, encontrar alguna técnica equilibrante para una toma de decisiones con seguridad y coherencia.
La “Teoría de Juegos” nos lleva a un concepto de solución para las negociaciones en la que desarrollaremos una estrategia lógica, en función de la interacción con la otra u otras partes negociadoras. Se trata de conocer la estrategia que maximiza nuestras ganancias (compensatoria de pérdidas), estableciendo la posible estrategia que maximiza las ganancias de los otros, y presuponiendo que aquellos probablemente también conocerán la nuestra. De esta manera no es posible crear una ilusoria propuesta da cambio ideal-individual, sino grupal.
En definitiva, la Teoría de Juegos -del matemático y premio Nobel John Nash–, nos lleva a un concepto de solución de equilibrio que pasa por el conflicto de intereses entre lo individual y lo grupal (los sentados a la negociación).
La clave es ser consciente, cuando voy a tomar decisiones, del impacto de éstas sobre los otros.
El más conocido juego de la Teoría de Juegos es “El dilema del prisionero”, que además a los abogados nos viene que ni al pelo para entender de una manera realmente gráfica esta teoría y su aplicación en cualquier negociación que se pueda dar en el ámbito profesional.
Juan Rodríguez y Melgar López han resultado encausados por el Ministerio Fiscal en calidad de coautores en una acción delictiva. Somos dos los abogados defensores, uno para cada uno de dichos inculpados. Ahora bien, el Fiscal necesitaría la confesión inculpatoria de uno de ellos sobre el otro, o bien la autoinculpación, ante una actividad probatoria a todas luces insuficiente. Ante tal tesitura el Fiscal, nos propone a las respectivas defensas una negociación basada bien en imputaciones conformes o bien en absoluciones.
… Jajaja… Está claro, nos quedamos con la de absolución. Pero no es tan sencillo.
La propuesta que nos plantea a nosotros, como abogados defensores de Juan, es la siguiente:
DILEMA |
Melgar · CONFIESA |
Melgar · NO confiesa |
Juan · CONFIESA
|
Juan · Melgar
CONDENA 4 años
|
Juan · SIN CARGOS
Melgar · CONDENA 6 años |
Juan · NO confiesa
|
Juan · CONDENA 6 años
Melgar · SIN CARGOS
|
Juan · Melgar
CONDENA 2 años |
El dilema está en que, de manera individual, el mejor acuerdo sería que nuestro cliente confesase y así obtener la absolución, pero si resulta que el otro imputado también confiesa, la condena es más gravosa que si no confiesa ninguno. El resultado final de cada uno dependerá de las acciones del otro.
A – ¿Qué le aconsejamos a nuestro cliente, que confiese o que no confiese? ¿Cuál sería la mejor estrategia para obtener el mejor beneficio?
(Piensa y llega a un planteamiento para tu cliente…)
Lo que es obvio es que el otro abogado también querrá lo más beneficioso para su cliente, sin importarle, al menos a priori, la condena del mío en los términos que sea.
Está en la misma posición que nosotros, por lo tanto, no tenemos la clave para ganar.
Para tomar una decisión lo más acertada posible, tenemos que barajar otros elementos como son:
Fijaos, estamos hablando de lo que comentaba en los párrafos precedentes: inteligencia emocional –gestión de las emociones-, de lógica y razonamiento, de creatividad para establecer posibles nuevos conceptos,
Con la Teoría de Juegos tratamos de saber quién será capaz de maximizar el retorno, el mayor beneficio posible, es lo que se llama Pensamiento Estratégico: qué es lo que haremos en función de la posible estrategia del otro. Peeeero…
He de decidir si aceptar o no algún tipo de conformidad y en qué términos, y he de hacerlo antes de la celebración del juicio. Por lo tanto tengo que estudiar cuáles serán todas las posibles vías de actuación del contrario.
B – ¿Qué le aconsejamos a nuestro cliente, que confiese o que no confiese? ¿Cuál sería la mejor estrategia para obtener el mejor beneficio?
(Piensa nuevamente… Dónde llega ahora el planteamiento para tu cliente…)
Ahora sobre la mesa está todo lo que ofrece el juego. Lo que obtengamos para mejora de nuestro cliente aparentemente se convertirá en pérdida para el otro acusado, sin embargo esto no es así enteramente, y aquí es donde la Teoría de Juegos vuelve a tomar relevancia buscando una situación de equilibro. Podemos cooperar buscando una situación en la que todos nos sintamos contentos, donde podamos establecer una estrategia que beneficie a todos, en vez de establecer una estrategia individual.
C – ¿Qué le aconsejamos a nuestro cliente, que confiese o que no confiese? ¿Cuál sería la mejor estrategia para obtener el mejor beneficio?
(Piensa una vez más… Dónde llega ahora el planteamiento para tu cliente…)
No hay una respuesta única al dilema. Tal vez ahora, después de esta última reflexión, y con todos los antecedentes expuestos, se llegue a un compromiso adquirido por ambas partes, probablemente los dos confiesen y queden imputados con la pena media. La Teoría de Juegos denomina a esto como la estrategia dominante.
Parece obvio, una vez que hemos llegado al resultado. También es obvia la capacidad de crítica constructiva o destructiva una vez que hemos cerrado el acuerdo… ‘Podría haber hecho esto o lo otro’, pero claro ‘a toro pasado’, pero la Teoría de Juegos trata de diseñar mecanismos donde los participante no puedan aprovecharse de las reglas de juego.
La Teoría de Juegos no es un recetario para saber qué hacer en cada ocasión, sino que es una práctica encaminada a establecer unos modelos básicos de actuación para aprender a interactuar con una estrategia y optimizar la toma de decisiones.
En conclusión:
Los términos finales de la negociación dependerá de la habilidad que tengamos, los unos y los otros, para jugar.
Lo realmente importante de esta Teoría de Juegos, como abogados, es que nos ayuda a pensar sistemáticamente sobre las interacciones estratégicas, que en el día a día se dan en la práctica de la profesión.
Cristina Ruiz
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