01 julio 2016

Un fiscal y el non bis in idem

Fracture (2007) logra en una perfecta simbiosis que confluyan en una película la pasión suspensiva que presupone siempre un thriller, con la no menos apasionada relación que el espectador suele concertar con películas de ámbito judicial. La clave de ambas apuestas es sin duda el suspense que en las dos películas posee además una profunda  carga emocional que el  maestro Hitchcock exploraba y explotaba de manera magistral a través de sutiles mecanismos de identificación imagen – suspense narrativo – emoción –espectador .

FractureHay en Fracture dos elementos originales, o al menos no muy habituales en este tipo de películas. El primero de ellos es el protagonista: es un fiscal, Willy Beachum (Ryan Gossling), que está a punto de cambiar fiscalía por un brillante futuro en un gran despacho de abogados. Por lo general en las películas judiciales el aguerrido fiscal suele ser el duro antagonista del abogado defensor, ese elegante caballero artúrico que, esgrimiendo la poderosa espada del derecho de defensa, se alza con el centro de la escena dramática. En Presunto inocente, discreta adaptación por Alan J. Pakula de la brillante novela de Scott Turow, el protagonista es un fiscal, que encarna Harrison Ford, pero es  el sospechoso de un crimen de ribetes sexuales antes que un fiscal ejerciente.  El segundo elemento novedoso es que la trama de la película está salpicada de ítems con significados jurídicos profundos. El sospechoso, Ted Crawford –un inteligente ingeniero aeronáutico, maquiavélicamente encarnado por Anthony Hopkins-, juega al ratón y al gato con los entresijos de la ley. Confiesa paladinamente que ha asesinado a su esposa Jennifer (Embeth Davidtz) y lo hace policialmente ante la presencia de Rob Nunnally (Billy Burke )… que era el amante de su mujer y el motivo por la que la ha asesinado. Obviamente hay posible contaminación de ese elemento probatorio, aunque posteriormente Crawford niega haberlo hecho y confesado y su nulidad se convierte en un escollo para la posible condena de  aquel.

Pero hay más y ese más es el nudo gordiano de una trama que convierte al guión de Fracture en un intrincado y laberíntico itinerario procesal cuyo símbolo es la maquinaria de deslizamiento de bolas que fabricada por Crawford preside el salón de su casa y que, muy en clave de novela policíaca tradicional, se postula como la solución  del asunto. Una conspiración para asesinar simbolizada en un mecanismo de acción inevitable e imposible detener. La conspiración para asesinar ideada por Crawford pasa por ser enjuiciado en un proceso, en el que para desesperación de todos y en especial  para el joven fiscal Beachum, obsesionado tanto por la idea de castigar al culpable como para vencerle en el desafío intelectual que le propone Crawford, que asume además su defensa, un tipo sin estudios gobernando un proceso cuya trama, todos lo comprenden poco a poco, ha diseñado el propio Crawford como si se tratase del guionista de una película. La obsesión por hacer justicia le plantea a Beachum y al desesperado policía Nunnally la posibilidad de saltarse la ley y utilizar pruebas falsas, lo que finalmente rechazará el fiscal pese a que la prueba  esencial, la pistola con la que disparó Crawford a su esposa, se revelará como inconsistente. El jurado absuelve a un jubiloso Crawford. Su mujer yace en coma en la cama de un hospital, testigo mudo de un asesino prepotente y celoso. Todo, pues, ha terminado.

¿O no? Porque a partir de ese momento y con la espada de Damocles del non bis in ídem, nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo hecho delictivo suspendida sobre  el avance vertiginoso de la trama, una carrera contrarreloj entre las habilidades del fiscal que jamás entrega la cuchara de la resignación y el asesino que debe completar la tarea. Y dejemos aquí para quien no haya visto la película cualquier comentario sobre lo que va a  ocurrir.

Fracture es una brillante muestra de cómo el cine puede utilizar elementos constitucionales,  penales y procesales para entreverarlos en una trama de pasiones muy humanas. La imagen y la Justicia, las palabras y las leyes.

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