08 marzo 2016

8 de marzo: por una sociedad sin techos para las mujeres

Han pasado 94 años desde que María Ascensión Chirivella se convirtió en la primera mujer licenciada en Derecho en nuestro país que pudo ejercer como abogada. El 12 de enero de 1922, el Colegio de Abogados de Valencia aceptaba su petición formal de ser admitida «para ejercer la profesión», tres años antes de que Victoria Kent hiciese lo mismo en el Colegio de Abogados de Madrid.

Desde entonces, la incorporación de las mujeres a la Abogacía ha sido constante. Si en 2001 constituían el 33% de los abogados españoles, esta cifra llegaba al 40% en 2010, y al 44% en 2015. Entre los letrados ejercientes con menos de cinco años de antigüedad, el número de mujeres abogadas ya es mayoría: el 52% del total.

¿Pero qué pasa en los cargos de representación institucional? En el Consejo General de la Abogacía Española, además de la Presidencia que tengo el inmenso honor de ocupar desde hace un mes, y al que ha llegado una mujer por primera vez en sus 74 años de vida, el 15% de los Consejeros son mujeres. Un poco menos, el 13% del total son las socias de los principales despachos de abogados.

Hoy, hay más mujeres universitarias que hombres y un 62% de los titulados lo son también. ¿Por qué si los indicadores objetivos de preparación son muy buenos las mujeres no alcanzan la misma representación ni promoción profesional?

Está claro que hemos llegado, con dificultades y renuncias personales en algunos casos, pero hemos llegado. Ahora bien, las mujeres debemos ocupar puestos de responsabilidad, en las mismas condiciones que los hombres, para poder influir en la sociedad y cambiar la mirada sobre nosotras mismas y sobre el mundo, que hoy es mayoritariamente masculina.

La igualdad entre mujeres y hombres es un principio jurídico universal. En nuestro país se dio un gran paso con la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, que preveía un marco general para la adopción de las llamadas ‘acciones positivas’ en favor de la paridad de género en las instituciones públicas, la administración y las empresas y que supuso un avance importante.

Quizá sea el momento de analizar las medidas de conciliación desarrolladas tanto en empresas privadas como en la administración pública, que, en algunos casos, no hacen sino cargar a la mujer con la responsabilidad añadida de los cuidados, bien de hijos o de padres, dificultando así su formación y por lo tanto su progresión profesional.

Es evidente que las mujeres se concentran en los puestos con menor retribución, prestigio, estabilidad y proyección profesional, lo que conforma una sociedad desigual y por lo tanto, injusta.

El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Es un día que nació para darle visibilidad a la lucha de las mujeres por reivindicar sus derechos laborales en igualdad de condiciones que los hombres. Es algo que no debemos perder de vista jamás. Los derechos nunca se conquistan del todo, ni son para siempre. Es necesario defenderlos cada día en todos los ámbitos de nuestra vida.

Si aspiramos a una sociedad efectivamente justa y democrática, no debe haber techos para las mujeres. Seguiremos luchando porque desaparezcan, porque, como decía Concepción Arenal, que tuvo que vestirse de hombre para asistir a la Facultad de Derecho, las cosas son imposibles mientras lo parecen.

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