03 marzo 2016

La deontología en el día a día del despacho

Rosa Manrubia Por Rosa Manrubia 
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La deontología es la imagen de la Abogacía. Es un máxima en nuestra profesión. Sin embargo, el día a día del despacho a veces hace que olvidemos esa observancia debida que no podemos dejar de vista nunca.

Nuestra profesión es especialmente absorbente. Ello nos hace llevar un ritmo de trabajo y una vorágine diaria que no nos permite pararnos a pensar y reflexionar sobre la a
ctitud que estamos teniendo ante determinado asunto, ante determinado cliente o ante determinado compañero. Y erramos en nuestro proceder.

Releer el Código Deontológico es fundamental. Pero más allá, hemos de estar al tanto de las novedades jurisprudenciales que en materia deontológica puedan afectarnos de forma directa.

Es muy habitual que por falta de tiempo no atendamos con la debida diligencia a un cliente; que nos contestemos un mail de un compañero inmediatamente por haberlo leído en nuestros dispositivos móviles y no haber anotado la tarea como pendiente; que no le demos la importancia debida a la aportación de una comunicación sujeta a secreto profesional por un exceso de celo hacia el cliente; que no nos excusemos con la debida educación con el compañero al que no podemos atender; que el pleito se encarezca o complique y no informemos debidamente de esos riesgos en la hoja de encargo.
¿Cuántos de nosotros, al inicio del ejercicio profesional, hemos incurrido (por la vorágine y exigencia diaria, por falta de tiempo, por una circunstancia personal que nos afecte) en algún error deontológico que hemos detectado y hemos podido subsanar?

Es importante la formación integral en las nuevas disciplinas que están surgiendo en el ámbito del ejercicio profesional de la Abogacía. Sin embargo no debemos olvidar que, antes de leer un manual de publicidad y marketing, de gestión de despachos o de modelos de negocio, debemos releer el Código Deontológico y contrastar los procesos y nuevas estrategias que podemos integrar sin contravenir nuestra norma “madre”.

Asimismo, es conveniente repasar en algunos asuntos a modo de muestra, los posibles errores en los que se puede haber podido llegar a incurrir por parte del contrario o por nuestra parte para evitarlos en el futuro.

Por último, recomiendo intentar ser disciplinado, ordenado y preciso en nuestro ejercicio profesional diario. Cuanto más tengamos controlados los asuntos, la clase de clientes con los que trabajamos y los compañeros contrarios a los que nos enfrentamos, menos problemas tendremos que afrontar en materia deontológica (a pesar de las desagradables sorpresas que a veces nos depara el ejercicio con algunos compañeros o clientes).

No puedo dejar de recomendaros las siguientes lecturas:

 

Rosa Manrubia
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