01 marzo 2016

Avanzando en el camino de la igualdad

Mujeres juezasEl viernes 26 de febrero asistí a la inauguración de la I Jornada de la recién constituida Asociación de Mujeres Juezas de España que preside la magistrada Gloria Poyatos.

La situación en el mundo de la Justicia no es ajena a la de otros ámbitos profesionales: la presencia de las mujeres en la base es mayoritaria, pero a medida que se asciende en los puestos de responsabilidad, desaparecen. Como dice el lema de esas jornadas “No hay justicia sin igualdad” y, como dijo allí muy bien la magistrada del Supremo Clara Martínez de Carega, “la humanidad es como un ave, tienen dos alas: hombres y mujeres. Mientras esas alas no estén equilibradas, no podrá volar”.

Aún hay mucho que recorrer en el camino de la igualdad. La justicia es un pilar fundamental de nuestro país y queda malograda si no existe una presencia visible de las mujeres en todos los ámbitos.

Por eso son tan necesarias asociaciones como la de Mujeres Juezas y por eso les transmití personalmente, y lo hago de nuevo, todo mi apoyo y mi voluntad de trabajar juntas no solo para conseguir la igualdad en el mundo jurídico, sino en los derechos de las mujeres en general.

Tenemos que caminar juntas para que la igualdad sea real en todo. Por ejemplo, en los salarios, donde existe un desfase medio de casi 6.000 euros respecto a los hombres. O para que desaparezcan los abusos en el trabajo o de carácter sexual que, como se ha denunciado, a veces van juntos y  conforman un delito más grave a unas víctimas especialmente vulnerables. Tenemos que avanzar en la conciliación en igualdad para que las mujeres que quieren progresar en su carrera profesional no sigan pagando un sobreprecio a veces demasiado elevado.

Aunque puedan parecer dos ámbitos lejanos e inconexos, el alpinismo y el escenario que una mujer encuentra hoy para desarrollar una carrera profesional en la esfera de la Justicia discurren por vías paralelas: el esfuerzo sobrehumano -físico y mental-, y una enorme capacidad de superación. Un camino tortuoso y lleno de recodos. Circunstancias ambientales que obstaculizan el ascenso. La relevancia del coraje y una fuerza de voluntad inquebrantables. Una imprescindible y sólida formación. El valor de los pasos pequeños pero decididos y, sobre todo, el apoyo de otros compañeros y compañeras que nos da fortaleza y confianza.

Estamos juntas en este ascenso hasta llegar al lugar que nos corresponde. Tras mi nombramiento, mis compañeras decanas y consejeras de la Abogacía me regalaron un reloj con una inscripción que dice “No hay techos”. Algún día será verdad que no los tengamos, ni siquiera de cristal. Hasta que lleguemos, seguiremos luchando unidas por una sociedad igualitaria y, por lo tanto, justa.

 

Comparte: