21 diciembre 2015

Reflexiones en torno a la Cumbre de París

Ha pasado una semana larga desde que se adoptó el acuerdo de París en la COP 21 por 195 países y parece que este acuerdo ha caído en el olvido.

Paradójicamente hay noticias ambientales que nos chocan, como la ola de incendios invernales en Asturias y Cantabria, que no deja de ser un hecho sorprendente.

Por otro lado, no parece alarmarnos demasiado lo que está ocurriendo en Pekín con la contaminación atmosférica, o las restricciones al tráfico que se plantean en la ciudad de Madrid.  Hoy también los medios de comunicación refieren problemas ambientales de contaminación atmosférica en las ciudades asturianas de Avilés y Gijón.

Parece que el derecho al medio ambiente, el derecho a respirar, no nos preocupa.  Tal vez la razón sea, como señalaba el sociólogo y filósofo Bruno Latour en el periódico “Le Monde” hace unos días: “la urgencia ecológica moviliza poco porque las causas de lo que nos llega son lejanas e invisibles”.  A lo mejor ese planteamiento ha sido asumido por los partidos políticos en las elecciones celebradas ayer, porque no parece que ninguno de ellos haya planteado contundentemente la solución a este grave problema.

Desde este blog queremos resaltar la importancia de la Cumbre de París y nada mejor que recoger las distintas opiniones de aquellas entidades, personas físicas y jurídicas, que han asistido a esa Cumbre y que nos van a dar su opinión sobre lo que ellos consideran de la misma. Hoy este blog lo abre Víctor Viñuales, Director de Ecodes (Fundación Ecología y Desarrollo), quien nos da su parecer al respecto.

José Manuel Marraco Espinós

Abogado

Actuar todos con esperanza

Sobre el acuerdo alcanzado en la pasada  COP21 de París hay opiniones encontradas. Hay personas y entidades que han dicho que ha sido un desastre, que es  muy  malo. Y hay entidades y personas, entre las que me incluyo, que hacen una valoración mas positiva de la Cumbre del Clima de París.

En mi opinión todo el mundo tiene razón. Depende de con qué se compare el acuerdo. Si lo analizamos en relación con lo que la gravedad del diagnóstico requiere, es un mal acuerdo porque no es claramente vinculante, no transforma las contribuciones nacionales de los gobiernos en obligatorias, esos compromisos voluntarios de los países nos llevan a un escenario de mas de tres grados de aumento de la temperatura, no hay un compromiso financiero a la altura de la magnitud del problema, no hay mecanismo sancionador, el sector de la aviación civil y del transporte marítimo están excluidos… En suma, con esa mirada es cierto es un mal acuerdo.

Sin embargo, si lo analizamos en relación con la situación de partida, un Protocolo de Kyoto que cubría una pequeña parte de las emisiones mundiales, frente a un acuerdo de los 195 países del planeta que están de acuerdo en crear una gobernanza global del clima y en trabajar juntos con el objetivo de 2 grados e incluso 1,5… hay un gran cambio.

Y en mi opinión, mas allá del texto legal, toda la movilización de inversores, municipios, regiones, empresas, ONGs, medios de comunicación y ciudadanía que se produjo alrededor del acuerdo de París, y la misma unanimidad en el acuerdo, han creado una nueva situación en el que nada va a ser igual. La atmósfera mundial que se ha creado implica que la empresa, por ejemplo, que no actúe por el clima, la empresa egoísta que no trabaje a favor del clima será señalada. Los gobiernos que no se muevan serán señalados. Las ONGs que no hagan nada serán señaladas… Más allá de lo que dicen las palabras formales del acuerdo, lo cierto es que toda la comunidad internacional, por primera vez con esta dimensión, se ha puesto de acuerdo en la tarea: acelerar el tránsito hacia una economía baja en carbono.

Sin embargo los gobiernos solos no van a sacarnos del atolladero. El desafío les supera. Por eso lo que nos toca, a los pesimistas y a los optimistas, es actuar a favor del clima, cada cual desde la responsabilidad que le corresponde. Lo que cambiará el clima no serán nuestros sentimientos, serán nuestras acciones. Pero éstas, como sabe la psicología social y repetía André Malraux, están muy influidas por la esperanza. Por tanto, ¡cultivémosla y actuemos!

Víctor Viñuales

Director de ECODES 

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