05 octubre 2015

No son cifras, son personas

Por José Antonio Bastos, Presidente de MSF-España.

Muchas de las personas que rescatamos huyen de la guerra, la opresión y la tortura; otras, de la pobreza, la persecución y las violaciones de los derechos humanos. Todas ellas quieren una vida mejor y más segura. Pero sus rutas de salida cada vez son más escasas, ya que los países que les reciben están desbordados. Turquía ya acoge a 2 millones de personas; en Líbano uno de cada cuatro habitantes es un refugiado sirio; en Iraq, la cifra se acerca a los 250.000, que se unen a los propios desplazados internos con los que cuenta un país que está sumido en el caos y en la violencia y que genera a su vez cientos de miles de refugiados que también están llegando a Europa; en Jordania, el PMA se ha visto obligado a reducir a la mitad las raciones de alimentos para los refugiados, ya que ni ellos ni el ACNUR logran cubrir ni siquiera el 50% de las peticiones de fondos que han realizado a la comunidad internacional para esta crisis.

Y no lo olvidemos: ambas son agencias de Naciones Unidas que se financian mayoritariamente con las aportaciones de los países miembros.  Sin embargo, Europa está cerrando sus fronteras. Las categorías “migrante”, “refugiado” o “solicitante de asilo” no describen de manera adecuada o justa la realidad que empuja a estas personas a embarcarse en un largo y peligroso viaje. Cada persona tiene una historia diferente por la que se ha visto obligada a arriesgar su vida para llegar a Europa, pero si una persona necesita cuidado médico, comida, agua o cobijo, debe recibir esa asistencia sin importar su estatus legal.Incluso algunas de las últimas medidas han empeorado la situación: las vallas, el cierre de fronteras y la recogida forzosa de huellas dactilares solo provocan que la gente busque rutas clandestinas y cada vez más peligrosas y hace que los traficantes de personas se froten las manos ante las nuevas oportunidades de negocio.

Además, se siguen perdiendo vidas en el mar, donde MSF está llevando a cabo un trabajo de rescate y salvamento de personas que no le correspondería hacer, pero que nadie más hace. No olvidemos que la UE canceló a finales de 2014 la financiación de la operación de rescate Mare Nostrum, que a lo largo del año pasado sacó del agua a casi 200.000 personas, y que muchos de nuestros Ministros lo celebraron diciendo que era la mejor decisión que se podía tomar, ya que Mare Nostrum estaba constituyendo un “peligroso efecto llamada”. Este año, en apenas 9 meses y sin operación de rescate, el número de llegadas se ha duplicado. ¿Es verdaderamente un efecto llamada o quizás deberíamos empezar a llamarlo “efecto huída” (de la guerra, de la violencia, de las persecuciones o del hambre)?

En cualquier caso, parece claro que la Unión Europea no tiene reparos en que sea el Mediterráneo quien haga la criba y que aquí lleguen cuantas menos personas sea posible. En Médicos Sin Fronteras pensamos que ya es hora de poner fin a estas políticas de freno. Nuestros políticos han convertido una afluencia previsible y manejable de personas (ninguno de los conflictos o situaciones de las que huyen son nuevos) en una bochornosa situación y en un mayor. Están poniendo en peligro el derecho a solicitar asilo. El enfoque actual de “no-recepción” y cierre de fronteras solo está causando muerte, daños y caos.Europa tiene ante sí un número creciente de personas que buscan asistencia y protección. Son solo una pequeña parte de los millones de personas que huyen  de un sufrimiento intolerable. No importan los obstáculos, van a seguir viniendo. No tienen otra opción. Las políticas actuales son insostenibles a la hora de gestionar esta situación.

La única manera de que Europa pueda evitar que esta crisis empeore en su territorio es intentar acabar con el negocio de los contrabandistas, pero no mediante operaciones armadas, sino proporcionando una alternativa segura, legal y gratuita de entrada a quienes tratan de buscar refugio aquí. Por eso les pedimos que proporcionen una ruta segura a todas estas personas que se encuentran en una situación desesperada. Por eso, el cruce tanto de fronteras marítimas como terrestres debe ser autorizado a los solicitantes de asilo que llegan a la UE o que ya están en ella. Se deben poner en marcha con urgencia todas las formas de acceso legales que permitan a los refugiados llegar a Europa, y hay que encontrar soluciones eficientes para reubicar a los solicitantes de asilo de un Estado miembro de la UE a otro. Se debe ofrecer acceso a unos procedimientos de asilo coherentes, así como asistencia en los puntos de entrada, por toda Europa y a lo largo de las rutas migratorias. A la llegada de los refugiados, hay que proporcionar un registro rápido y una protección temporal. Y, por último, deben crearse vías de migración legales y ofrecerse condiciones de acogida dignas para todos.El debate no puede ceñirse a las cuotas de las que estos días se está hablando: la UE, en un alarde de “generosidad” y tras mucho regatear, acepta ahora reubicar a 160.000 personas de aquí hasta final de 2016. De enero a agosto de este año, la cifra de personas que han llegado a través del Mediterráneo ya supera los 400.000, lo cual da una muestra clara de lo corta que se queda la oferta de la Unión Europea ya antes de empezar. Y no lo olvidemos: aquí no estamos hablando de una muestra de buena voluntad por parte de los Estados miembro, sino de asumir los compromisos legales a las que están obligados.

Permitidme que concluya citando a mi ex compañero James Orbinski, cuya reflexión refleja muy bien la esencia misma de nuestro trabajo y nuestros principios: “El humanitarismo es algo más que la eficiencia médica o la competencia técnica. En nuestra decisión de estar con los que sufren, la compasión no lleva a la piedad, sino a la solidaridad. La solidaridad implica exigir un respeto básico por la vida humana y reconocer la dignidad y la autonomía de los demás, y reivindicar el derecho de los otros a tomar decisiones sobre su propio destino. El humanitarismo se trata de la lucha por crear un espacio en el que seamos plenamente humanos”.

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