03 julio 2015

La UIBA celebra su consejo de delegados en Santo Domingo

Por Miguel Cid Cebrián, abogado del Colegio de Abogados de Madrid y miembro del Secretariado Permanente de la Unión Iberoamericana de Colegios y Agrupaciones de Abogados (UIBA)

Viajar a Iberoamérica y más concretamente a Santo Domingo, es siempre ocasión de reencuentro con nuestro pasado más relevante. Por ello, asistir a una reunión congresual de la Unión Iberoamericana de Colegios y Agrupaciones de Abogados UIBA, permite sin duda rememorar ese glorioso pasado y la no menos indeleble huella dejada allí por nuestros antepasados españoles.

Fotografia Consejo UIBA Santo Domingo 2015Dicha reunión tuvo lugar en Santo Domingo los días 20 a 23 de mayo últimos y en la que se congregaron los miembros integrantes del Consejo de Delegados de la UIBA, en un programa realmente denso y sin duda atractivo en el que se analizó temas tan actuales como la violencia de género, el tránsito de fronteras y la apátrida, así como la competencia leal entre abogados y el arbitraje iberoamericano.

Pero sin duda la sesión más relevante de dicho Consejo fue la relativa al informe de los Colegios y Asociaciones de Abogados sobre el estado de la justicia y la abogacía en cada uno de los países iberoamericanos. En ella sin triunfalismos de ningún tipo se puso en evidencia el creciente compromiso de la Abogacía con la defensa del Estado de Derecho y la calidad de las instituciones democráticas, así como en aquellos países donde las libertades y garantías están comprometidas (ej. Venezuela), los colegios de abogados defienden su libertad e independencia siendo, por ello, bastiones para la preservación de las garantías democráticas, mediante declaraciones y acciones judiciales de interés público para preservar tanto la libertad e independencia de la profesión como el propio Estado de Derecho.

Las intervenciones de algunos delegados fueron realmente vibrantes y emotivas por las situaciones que se dan en sus países, como sucedió con los representantes de Puerto Rico, Costa Rica y naturalmente Venezuela, que despertaron una vez más la solidaridad de todos los presentes en las graves situaciones que nos describieron. Aquí quedó patente la importancia de la UIBA como foro de debate y punto de encuentro de la abogacía iberoamericana para afrontar los graves problemas de sus respectivos países que no son sólo los de la abogacía sino también y muy significadamente los de sus conciudadanos.

Aquellas voces recordaron una vez más las de aquellos dominicos que pusieron en pie, en aquellas tierras recién descubiertas de La Española, el derecho de Portada programagentes que fue decisivo en la creación de una conciencia humanitaria en el mundo, y no sólo en el hispánico.

Antonio de Montesinos, Bartolomé de las Casas y Pedro de Córdoba y muchos más, llegados del Convento salmantino de San Esteban, clamaron por la condición humana de los indígenas y su trato como personas. Algo que hoy nos parece elemental pero que, entonces, era una tarea cuasi revolucionaria y subversiva que encontró no pocos y furibundos rechazos.

No en balde, fueron los precursores de la Escuela de Salamanca de Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Martín Azpilcueta y Francisco Suárez, entre muchos otros. Y lo que es más importante, contribuyeron decisivamente a las ideas y reivindicaciones que fueron la génesis de las revoluciones francesa y americana que permitieron liberar al hombre de tantas cadenas.

Aquel histórico sermón de Montesinos de 21 de Diciembre de 1.511, donde pregunta indignado: “Decid con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios”, aún resuena en muchos oídos y nos recuerda su vigencia en tantas y tantos países y pueblos todavía sometidos a situaciones que bordean la esclavitud. Baste observar y echar una mirada a lo que sucede en diversas partes del mundo.

Sin embargo, uno no puede sentir sino legítimo orgullo al comprobar, una vez más, que fueron dominicos salmantinos quienes, a pesar de definirse como “la voz que clama en el desierto”, quienes son no sólo admirados y reconocidos por visitantes y estudiosos del mundo entero, sino también creadores de una nueva conciencia de humanitarismo, libertad e igualdad que sigue sirviendo de ejemplo en una lucha en la que la abogacía iberoamericana sigue dando ejemplo.

Montesinos se preguntaba algo que sigue vigente, ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos?. Efectivamente, va siendo hora de despertar si queremos superar tantas situaciones insoportables. Por ello, tan decisivo e importante pasado de aquellos precursores debería ayudarnos también a superar las miserias en las que día a día seguimos enfangados como ejemplarmente viene haciendo la UIBA a través de sus congresos.

Destacar también que el presidente de la UIBA, Luis Martí Mingarro, que dirige con firme pulso la organización, dio una lección ejemplar de sacrificio al acudir en silla de ruedas debido a sus limitaciones físicas a las sesiones del Consejo y no sólo eso, realizando intervenciones magistrales en las que resaltó una vez más los compromisos y la tenaz lucha de la abogacía por mantener su independencia, a veces, como nuestros dominicos, clamando también en el desierto, pero con la convicción de ser consecuente con los mandatos que la inspiran y que son el fundamento y el soporte imprescindible de su actuación.

Sin duda la UIBA, a veces poco valorada e incluso poco reconocida, sigue adelante desde su fundación en 1976 expandiendo la eficaz labor de la abogacía iberoamericana por los 22 países que la conforman dando un valioso ejemplo de compromiso inequívoco con los valores de la libertad, la dignidad y la justicia de nuestros pueblos, y todo ello desde nuestro país donde fue creada, como un referente obligado de cooperación internacional.

La UIBA sigue su senda, y como así se acordó en Santo Domingo celebrará su XXII Congreso en la ciudad de México, en el que sin duda se seguirán abordando los problemas de la abogacía iberoamericana, que son también los del Estado de Derecho de sus países, dando una lección de coherencia y permanente e inequívoco compromiso en su defensa.

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