24 junio 2015

¡¡Nos vemos en el Congreso de Valencia!!

Me piden unas líneas para integrar un ejemplar de esta publicación de carácter monográfico sobre ese gran evento de la Abogacía internacional que será el próximo Congreso de nuestra UNION INTERNACIONAL DE ABOGADOS (U.I.A.), Organización Mundial de Abogados que tuve el honor de presidir allá por los años 1999-2000 y a la que tan unido me siento.

Congreso en Valencia que, a buen seguro, nos servirá –un año más—para reafirmar una de nuestras características propias como es la Universalidad.

Quienes me conocen, me han oído proclamar –y defender—que UIA no está solo en París donde tiene su Centro Administrativo; la UIA está donde están sus miembros y en este evento ya próximo, estará en Valencia (España) donde esperamos recibir a un ingente número de Abogados, de Colegios, Barras  Asociaciones y Órdenes de más de 60 países de los cuatro continentes del Orbe.

Todos sabemos y sufrimos las consecuencias de la globalización numérica. Pues bien, beneficiémonos como hombres de Letras que somos, de la cita de los números.

En Valencia, esperamos reunir más de 1.000 delegados y acompañantes, con representación institucional de unos tres millones de Abogados de todo el mundo. Permítanme, el humilde orgullo de proclamarlo.

Y esperamos reunirnos, como venimos haciendo desde nuestra creación en 1927, bajo los principios que nos identifican del pluriculturalismo y del plurilingüismo.

Venimos y vendrán aquí no solo buscando la belleza de esta hermosa ciudad y de su entorno próximo, sino también para disfrutar de la mezcolanza de culturas jurídicas que forman la nuestra propia (la anglosajona, la francófona, la hispana, la árabe, la oriental, la judía, la africana) para, con ello, tratar de poner en común y perfeccionar nuestras normas de convivencia que es, en suma, la finalidad última del Derecho.

No es novedad alguna que la Abogacía del mundo entero está sometida a presiones importantes que la afectan de modo inquietante. Presiones que los poderes fácticos del mundo ejercen sobre nuestras instituciones representativas e, individualmente, sobre cada uno de nosotros en el ejercicio de nuestra profesión cuando “accionamos y pedimos por otros”.

Desde la Ronda Uruguay y la posterior evolución de la ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE COMERCIO (OMC/WTO), existen tendencias poderosas, de base exclusivamente económica, que, ajenas a toda concepción humanista del Abogado y al fin social que a los Colegios y Ordenes ha correspondido desde tiempos inmemoriales, nos catalogan como comerciantes y pretenden que actuemos regidos por lo que hoy se denominan “reglas de mercado”.

Hemos de manifestar y defender, en foros privilegiados de Congresos como el próximo de Valencia que los Abogados somos parte integrante de la Administración de Justicia de cada país y servimos a los ciudadanos planteando sus problemas y sus reivindicaciones según las normas del Estado de Derecho ante los Juzgados y Tribunales. Nuestro interés es que prevalezca la fuerza del Derecho y no el Derecho de la fuerza.

Hemos de estar atentos a estas modas, temporales y pasajeras, que, hasta que la historia las reduzca a sus justos límites, producen daños y males a las sociedades y pueblos de ésta o aquélla parte del mundo. Para combatirlas con nuestras mejores armas: La palabra, el diálogo, la perseverancia y el raciocinio.

Hagámoslo sin someternos a otros dictados que a nuestra independencia de criterio y a los principios éticos y deontológicos que nos son propios, a la vigencia de las normas y a la defensa de los intereses que nos son confiados.

Las dos instituciones que tienen la libertad como esencia misma de su existencia son la Abogacía y la Prensa. Sin libertad en cualquiera de ellas, el Estado de Derecho tiende a su fin por mor de la presión de éste o de aquél poder.

Y si esa esencia de libertad, va acompañada de la nota del pluriligüismo, como es nuestro caso, entonces cobra su verdadera dimensión.

La UIA no acepta ninguna tiranía lingüística, contraria a los principios de igualdad y solidaridad que debe imperar entre los Abogados del Mundo. Nuestras tres lenguas de trabajo y las seis lenguas oficiales, nos blindan frente a la preponderancia de unos grupos nacionales o lingüísticos sobre otros.

A mi juicio, hay otro movimiento que se está produciendo en una parte del mundo y que creo debe preocuparnos como profesionales del Derecho cuan es la tendencia de los Gobiernos resultantes de las Agrupaciones Regionales y Continentales, que tratan de limitar los derechos de sus Ciudadanos, en bien de lo que denominan “el interés público”.

Me refiero a las tendencias legislativas que, de nuevo al amparo del mal llamado principio de globalización, existen en el ámbito de la Unión Europea, relativas a la posible supresión o, en el mejor de los casos, limitación  del SECRETO PROFESIONAL.

Me refiero, en concreto a Normativas de países diversos de nuestro entorno que vienen ampliando la obligación de denunciar a los Abogados y a otras profesiones, no ya en los casos de narcotráfico y crimen organizado, sino también en los casos en que la “estabilidad financiera de un país o de la UNION así lo requiera”

Esta posible limitación cualitativa y cuantitativa del SECRETO PROFESIONAL es alarmante al suponer una limitación de dicha figura que no puede ni debe ser considerada como prerrogativa del Abogado, sino como un derecho del ciudadano definido en los arts. 6 y 8 de la Convención Europea de Derechos Humanos y recogido, como tal, en múltiples sentencias del Tribunal de Estrasburgo.

El equilibrio entre “los intereses públicos y los derechos consolidados de los ciudadanos no puede ni debe romperse, en contra de estos últimos, por circunstancias económicas temporales”.

 

También hemos de manifestar y alzar nuestra voz de alarma por el lamentable fenómeno que se produce de identificación del Abogado con los intereses de su defendido, cuando estos son contrarios a los grupos de poder, a los gobiernos o, incluso, a núcleos armados.

Naciones tan distantes como Malasia y Argelia, o más cercanas como Perú y Colombia, nos muestran casos concretos de Abogados que a causa del ejercicio de la defensa de ciudadanos se han visto sometidos a presiones, violencia física o, incluso, han sido encarcelados o asesinados.

En estos casos lamentables, el Abogado tan solo puede ejercer heroicamente su labor, a sabiendas de que sufrirá las consecuencias. Es una consecuencia del mantenimiento de los principios de defensa y libertad a que antes me he referido.

Y es en estas situaciones cuando los Colegios, Órdenes y Asociaciones Internacionales de Abogados, debemos manifestar nuestra postura, beligerante si es preciso, en la denuncia de tales casos. Y plantearlos ante cualquier instancia y jurisdicción, sabedores de que el poder, cuando no está amparado por el derecho, es cobarde, sea quien fuere quien lo detente.        

Los Principios de Justicia universalmente aceptados no son una utopía sujeta a la interpretación, a veces caprichosa e interesada de cada uno de nosotros.

Al contrario, estos principios están recogidos en Convenciones Internacionales de ámbito universal o, incluso continental, y consolidados por resoluciones jurisprudenciales de Tribunales Supranacionales como la Corte de Costa Rica, el Tribunal de Estrasburgo o el propio Tribunal de La Haya.

Esperemos vernos y debatir en Valencia, en el próximo Congreso de U.I.A. para continuar con nuestro camino buscando no la utopía de un mundo justo, sino la meta alcanzable de un mundo menos injusto.

                Luis Delgado de Molina 

                PRESIDENTE DE HONOR DE U.I.A.

Junio 2015

 

 

 

 

 

 

Comparte: