07 mayo 2015

La relación entre Ciencia y Derecho centra el debate en el segundo bloque de la ponencia central

La relación entre Ciencia y Derecho fue el tema de la segunda parte de la Ponencia Central, titulada “Derecho y Ciencia: Seguridad Jurídica e Incertidumbre científica”. Para ello, se contó con la colaboración de expertos en la materia científica que explicaron y debatieron sobre esta relación, a priori lejana, pero que quedó demostrado que existe.

El primero en tomar la palabra fue Pedro García Barreno, doctor en Medicina, que habló sobre “La necesidad de un enfoque multidisciplinar”. En este sentido, señaló que “estamos inmersos día y noche en un mundo de ciencia, y tecnología. Nos tenemos que adaptar” sin más remedio. Y en este nuevo mundo, existe “la complejidad, y porque existe la complejidad, existe el caos, y gracias a eso, hay innovación”. El ponente realizó un repaso por la relación histórica entre la ciencia y las humanidades, y apostó por un nuevo enfoque en la formación, de manera que se forme a nuestros jóvenes “en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas”, no de la forma tradicional, sino para que las personas sean capaces de entender que “si quiero tener ideas innovadoras, tengo que pensar con qué puedo relacionar un concepto”.

José Esteve Pardo, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Barcelona habló sobre la “Nueva correlación entre Ciencia y Derecho”, y aseguró que “todos los desarrollos científicos y tecnológicos requieren una serie de posibilidades que es necesario regular”. “El sistema jurídico que tenemos tiene como materia prima la actuación humana. Donde no hay capacidad de decisión humana el Derecho no llega”. En este sentido llamó la atención sobre que “amplios e importantísimos sectores hasta hace poco al margen de la regulación jurídica están entrando de lleno en ella, como la alimentación”. A su juicio, “los frentes de decisión para el Derecho que plantea esta expansión de las tecnologías son fundamentalmente tres: la decisión sobre lo que se admite o no; la gestión y el control de estas tecnologías que previamente hemos admitido; y responsabilidad derivada de la aplicación de estas tecnologías”.

Falta de regulación

Rodolfo Miranda, catedrático de Física de la Materia Condensada de la Universidad Autónoma de Madrid y director del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Nanociencia, habló sobre las “Nuevas formas de nanociencia” y su aplicación a la biología. La nanotecnología tiene actualmente “muchas aplicaciones directas, y su tamaño supone que tienen propiedades radicalmente distintas”. Aunque ya existen productos cotidianos que aplican esta tecnología, como las cabezas lectoras de dispositivos electrónicos, lo más novedoso y que necesita de más regulación son sus aplicaciones médicas, ya que la  nanotecnología permite detectar enfermedades y personalizar tratamientos mediante la administración de fármacos en el lugar adecuado. “El problema obvio”, señaló “es que hace falta regular estos nanomateriales, determinar qué cosas son o no patentables”, ya que “un medicamento que ya existe puede no ser efectivo, pero si cambia la formulación y se coloca en una nanopartícula sí puede serlo. Por eso es urgente crear un centro de certificación de nanomateriales para que el salto al uso práctico de estos descubrimientos no se encuentren con barreras legales que lo impidan”.

Rosario Perona, investigadora del CSIC, habló sobre “Células madre, regeneración de tejidos, reconstrucción de partes del cuerpo, reconstrucción del sistema nervioso”. Las células madre “pueden tener distintas aplicaciones” que “tienen que ser reguladas de alguna manera”. Es el caso de las “células del cordón umbilical, donde el debate ya existe, porque aunque son del embrión, quedan en la madre y de ahí es de donde se extrae. ¿A quien pertenecen estas células?, ¿se pueden utilizar en bancos privados o públicos? Hay que resolver pronto estos problemas jurídicos”. También es necesario regular las aplicaciones de células madre en terapias médicas, “es muy amplio el rango de enfermedades en las que se pueden utilizar y en el futuro el problema va a ser más complejo”, alertó. Asimismo, Perona también recordó las aplicaciones en recuperación de órganos o partes de órganos, o la impresión en 3 dimensiones, que tampoco están suficientemente reguladas.

Finalmente, Cristóbal Belda-Iniesta, director corporativo Merck Serono y director del I+D+i Grupo HM Hospitales, habló sobre la “Equidad de acceso a las nuevas medicinas innovadoras”. Según señaló, “el objetivo final de toda investigación es la aplicación de los medicamentos a los pacientes, aumentar su calidad de vida y supervivencia”. En este sentido, señaló que “la equidad para los juristas es una herramienta, y para nosotros los científicos es una cuestión de igualdad”. Además, indicó que antes de poder administrar un medicamento a la población, “cuando hacemos un estudio de investigación sobre seres humanos tenemos un resultado probabilístico, trabajamos sobre un tamaño muestral, pero cuando tenemos un paciente con una enfermedad no sabemos si lo que ha ocurrido en el grupo es lo que le va a pasar al paciente individual”. Es decir, que “trasportamos datos de poblaciones a un individuo”, y esto es un factor a tener en cuenta antes de aplicarlos.

Tras la exposición de cada uno de los ponentes, se abrió un debate donde se leyeron algunas preguntas enviadas a los participantes, y finalmente Antonio Garrigues Walker, que había sido el encargado de inaugurar la ponencia central el miércoles, también la cerró con la finalización de este bloque.

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