13 marzo 2015

Contra la legalización de los llamados rechazos en frontera

El Consejo General de la Abogacía Española quiere sumarse al cúmulo de voces que están expresando su rechazo al contenido de las enmiendas que el Grupo Popular en el Congreso y Senado ha introducido en la Ley de Seguridad Ciudadana para convertir en legal lo que no es posible: “las devoluciones en caliente”.

La enmienda, por mucho que se haya parcheado su redacción actual, pretende legalizar que por la “vía de hecho” se impida el ejercicio de los siguientes derechos humanos:

– El control judicial que con acceso a un juez independiente pueda, con efectividad, tiempo, medios, autoridad y Derecho, revisar su caso, es decir, el derecho a la tutela judicial efectiva que nuestra Constitución garantiza a todo ser humano.

– La asistencia de un abogado independiente que pueda llevar su caso ante el juez, como medio imprescindible y único idóneo para ello.

– Sin un procedimiento en el que se garanticen y articulen esos derechos, así como los de individualización y la necesaria motivación.

– El derecho a pedir asilo, al cual se le ha puesto el parche de unas oficinas internas a las que paradójicamente resulta imposible acceder.

– Y todo eso admitiendo – como no podía ser de otra manera, por mucho que el ministro del Interior se empeñe en defender lo contrario– que todo eso se hace ya en nuestro territorio soberano.

– Sin molestarse siquiera en calificarlo de medida o de sanción, como exige la normativa europea.

Ante la actual situación sólo podemos sumarnos al llamamiento a la sensatez y a evitar un desastre para el prestigio de España en el mundo; para la autoestima de una opinión pública ya muy tocada, cuando todo el resto del arco parlamentario presente un recurso de inconstitucionalidad; cuando los jueces se nieguen a cerrar las causas abiertas por delitos que no van a dejar de serlo; o para la estabilidad legal cuando haya que modificar por una nueva mayoría una ley que nunca debió llegar a aprobarse. Pero sobre todo será un desastre para todas las personas que durante el tiempo que esta situación se mantenga intenten desesperadas, pero con motivos legítimos, cruzar esa raya en el suelo que marca la diferencia entre el hambre y la prosperidad, tantas veces entre la vida y la muerte.

 

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