03 diciembre 2014

España no tiene corrupción sistémica sino múltiples escándalos, según Transparencia Internacional

LizcanoTransparencia Internacional presenta el Índice de Percepción de la Corrupoción y afirma que es un problema en todas las Economías, y hace necesario que los principales centros financieros de la Unión Europea y EE.UU. actúen de forma coordinada con las Economías de rápido crecimiento para impedir que los corruptos alcancen sus objetivos.

El Índice de Percepción de la Corrupción se elabora a partir de las opiniones de expertos sobre la corrupción en el sector público. Se puede obtener un buen resultado cuando existen mecanismos de Gobierno abierto a través de los cuales los ciudadanos pueden exigir que sus líderes rindan cuentas, mientras que una mala puntuación evidencia un contexto donde prevalece el soborno, los actos de corrupción quedan impunes, y las instituciones públicas no dan respuesta a las necesidades de los ciudadanos.

En esta vigésima edición del Índice de Percepción de la Corrupción, más de dos tercios de los 175 países incluidos en el mismo han obtenido una puntuación inferior a 50, en una escala de 0 (percepción de altos niveles de corrupción) a 100 (percepción de bajos niveles de corrupción). Dinamarca y Nueva Zelanda se sitúan en las dos primeras posiciones de 2014, con una puntuación de 92 y 91 respectivamente, mientras que Corea del Norte y Somalia comparten el último lugar, con sólo 8 puntos.

Por otra parte, la puntuación de varios países ha tenido un aumento o descenso de al menos cuatro puntos. Los descensos más marcados son los de Turquía (-5), así como Angola, China,

Malawi y Ruanda (todos ellos -4), ello a pesar de haber tenido en algunos casos un crecimiento económico promedio de más del 4 por ciento en los últimos cuatro años. Las mejoras más notables son las de Costa de Marfil, Egipto, San Vicente y las Granadinas (+5), Afganistán, Jordania, Mali y Suazilandia (+4).

“El Índice de Percepción de la Corrupción 2014 pone de manifiesto que, cuando líderes y altos funcionarios abusan de su poder para usar fondos públicos en beneficio propio, el crecimiento económico se ve minado y los esfuerzos por frenar la corrupción quedan frustrados”, según José Ugaz, presidente de Transparency International, quien señala, además, que “los países en las posiciones inferiores deben adoptar medidas drásticas contra la corrupción y a favor de su población. Los países en las mejores posiciones del índice deberían asegurarse de no exportar prácticas corruptas a países en desarrollo”.

España ha venido a consolidar en el IPC 2014 la puntuación que recibió en 2013, dado que este año obtiene una puntuación similar (60) a la de 2013 (59). El año pasado nuestro país descendió 10 puestos en este Índice (hasta el puesto 40 del ranking global), este año está en el puesto 37 entre los 175 países analizados, subiendo 3. En realidad, estas pequeñas subidas y bajadas no expresan un cambio real, sólo pequeñas variaciones debido a los efectos de los decimales en el conjunto. En todo caso, puede ser bienvenida la consolidación y pequeña subida, pues viene a demostrar que en su conjunto España no tiene corrupción sistémica, como ocurre en un gran número de países, sino múltiples escándalos de corrupción política en los niveles superiores de los partidos y en los gobiernos locales y autonómicos.

Estas puntuaciones de 2013 y 2014 suponen la continuación en el cambio de ciclo que se inició a partir de la crisis económica, que hizo que España pasase de puntuaciones de 7,1 a puntuaciones inferiores poco a poco (en torno al 6). Situarse en torno al 6 es algo que ya se puede comprobar en los niveles mostrados por España en los años anteriores, ya que venía

mostrando unas puntuaciones relativamente estables: En 2009 obtuvo una puntuación de 6´1 sobre 10, en 2010 también 6´1 sobre 10, en 2011: 6´2 sobre 10, y en 2012: 65 sobre 100; sin embargo, es cierto que en estas dos últimas ediciones ha alcanzado las puntuaciones más bajas en los últimos quince años.

Las razones de este descenso en los dos últimos años son complejas; por una parte, los sistemas de control se han mostrado más eficaces y han venido aflorando muy numerosos casos de corrupción; por otra parte, las denuncias de los medios de comunicación y el relevante eco social y atención prestada a los casos ahora aflorados han influido intensamente en la percepción ciudadana, generando un estado general de indignación; también es cierto que la crisis económica ha incrementado el nivel de exigencia social, y aunque la justicia viene cumpliendo su función con cierta eficacia y nivel de resultados, a pesar de su lentitud, se ha generado desde fines de 2009 un muy alto nivel de alarma social; finalmente, aunque el enfriamiento de la economía, especialmente en el sector urbanístico, permite pensar que los casos de corrupción se han reducido en ese ámbito, la lentitud de las sanciones penales, la baja intensidad de las penas en casos de corrupción relevante, la expansión de los escándalos a las instituciones clave del Estado, y la sensación de impunidad explican bien la percepción social negativa que se mantiene en este Índice.

La puntuación de China ha bajado de 40 en 2013 a 36 en 2014, a pesar de que el gobierno de ese país ha puesto en marcha una campaña para erradicar la corrupción entre funcionarios públicos. El gobierno ha reconocido la necesidad de investigar a funcionarios que esconden en el extranjero activos obtenidos de manera ilegítima. En enero de este año, diversos documentos confidenciales que salieron a la luz pública han revelado la existencia de 22.000 clientes de paraísos fiscales provenientes de China y Hong Kong, incluidos numerosos líderes del país.

La puntuación coincide con el desempeño deficiente de empresas chinas en el informe elaborado recientemente por Transparencia Internacional sobre prácticas informativas, que indica que las ocho empresas chinas relevadas habían obtenido una puntuación inferior a 3 sobre 10.

También se observan graves problemas de corrupción y lavado de dinero en los demás países BRIC. Este año ha trascendido que una de las principales compañías petroleras habría utilizado sociedades secretas para sobornar a políticos en Brasil (que obtuvo una puntuación de 43), que personas de India (38) utilizan cuentas bancarias en Mauricio (54) y que ciudadanos rusos (27) hacen lo mismo en Chipre (63).

Transparencia Internacional insta a los países que ocupan las primeras posiciones del índice – y donde hay limitados niveles de corrupción del sector público- a renunciar a prácticas que fomentan la corrupción en otros lugares, redoblando sus esfuerzos por prevenir el lavado de dinero e impedir que sociedades opacas oculten sus actividades corruptas.

Dinamarca, que ostenta el mejor resultado del índice, demuestra una profunda consolidación del estado de derecho, apoyo a la sociedad civil y normas claras que regulan la actuación de quienes ocupan funciones públicas, y ha adoptado a su vez una medida ejemplar en noviembre, al anunciar que prevé crear un registro público con información sobre propietarios y titulares finales de todas las sociedades constituidas en ese país. Esta medida, similar a aquellas anunciadas por el Reino Unido y Ucrania, significará mayores escollos para los corruptos que pretendan ocultarse detrás de sociedades constituidas en nombre de terceros.

Transparencia Internacional impulsa actualmente una campaña para desenmascarar a los corruptos, que exhorta a la Unión Europea, Estados Unidos y países del G20 a seguir el ejemplo de Dinamarca y crear registros públicos que permitan saber con certeza quiénes verdaderamente controlan cada sociedad o son sus titulares finales.

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