24 octubre 2014

Helena Maleno: “Los inmigrantes son mercancía en medio del juego político”

“Estamos creando un clima de odio en la valla”. Lo dice Helena Maleno, investigadora especialista en migraciones y trata de seres humanos, que presta especial atención a mujeres y menores. Es activista de la fundación Caminando Fronteras y, también, ha trabajado como consultora independiente con fundaciones internacionales como Women´s Link Worldwide o Save the Children. Vive en Tánger, lo que le permite una completa visión del problema de las vallas de Ceuta y Melilla, que visita con frecuencia.

¿Qué le parece la nueva medida del Gobierno que pretende legalizar las “devoluciones en caliente”?

Legalizar las “devoluciones en caliente” supone confirmar que en el estado español hay zonas exentas de garantías democráticas, además de olvidar los compromisos que nuestro país tiene con las convenciones internacionales que afectan al respeto de los Derechos Humanos. Es una locura que las personas que acceden a una zona de nuestro territorio estén supeditadas a las decisiones de un cuerpo militar, en este caso la Guardia Civil. La legalización ya estaba preparándose con la política de comunicación del último año llevada a cabo por el PP. Mostrar y normalizar las llamadas devoluciones en caliente ante la opinión pública, y poner el foco en una situación de guerra y de conflicto en la frontera sur, tenía como objetivo conseguir mediante refrenda legal que las vulneraciones de Derechos Humanos sean impunes en Ceuta y Melilla.

¿Cómo está, en este momento, la situación en la frontera?

Es muy complicada. Por un lado, la imputación al jefe de la Guardia Civil por las devoluciones en caliente no ha servido para nada. Ellos siguen hablando de que son rechazos pero hace pocos días he podido ver como treinta personas llegaron incluso a la carretera y las fuerzas españolas los devolvieron al otro lado sobre la marcha. Las autoridades españolas han pasado de un discurso de “problema” a un discurso de guerra. Se da una situación extraña. La malla antitrepa es muy difícil de saltar. Hemos visto cómo las personas que lo intentan hacen ganchos con madera y se ponen un pincho en los zapatos. Los medios de comunicación lo recogieron y dijeron que se trataba de armas para atacar a la Guardia Civil. Es falso. Se está tratando de crear un clima de conflicto que no existe. Saltar la valla es una falta, no un delito. Jugar con la violencia y con ciertos términos hace que la sociedad piense que estamos en una guerra.

¿Y en Marruecos?

También hay una situación de violencia institucional bastante grande, además de la que ya de por sí existe en países que no tienen un sistema de protección para personas de extrema vulnerabilidad. Esto viene a raíz de las políticas europeas. Cuando a Marruecos no le conviene algo, deja de controlar durante 48 horas la costa, por ejemplo. Ha sucedido hace poco. Los inmigrantes son mercancía en medio del juego político.

¿Cuál es la situación de los subsaharianos en Marruecos?

Es muy complicada. Antes, se hacían devoluciones colectivas y desplazamientos forzosos. Cogían a las personas y las metían en vuelos comerciales a países elegidos al azar, dado que muchos vienen sin documentación. Conocimos un caso de una persona que apareció en Marruecos sin nada, ni siquiera zapatos. Las autoridades marroquíes lo deportaron a Liberia, que no aceptó su entrada al país y lo devolvió a Marruecos. Poco después lo mandaron a Nigeria, quién también se negó a aceptarlo.

¿Hay racismo en Marruecos por parte de la sociedad?

Hay un problema de racismo y xenofobia importante. En muchos barrios se han creado grupos racistas que han empezado a operar esta primavera con la connivencia de las autoridades marroquíes. Están organizados. Hay cabecillas que tienen dinero y compran armas que luego dan a pequeños delincuentes que son el brazo ejecutor. Esto también moviliza al resto de la población. Hay que tener en cuenta que este sentimiento racista viene de la época de la esclavitud.

Al otro lado de la valla, en España, ¿cuál es la situación de los CETIs?

Están totalmente desbordados. Se puede ver a los niños sucios, abandonados y sin escolarizar. Se da una situación muy complicada. Muchos de los niños y mujeres provienen de redes de trata y se sabe que están conviviendo en el CETI con sus verdugos.

El asunto de los menores es especialmente delicado. ¿Se les protege adecuadamente?

No. De hecho, muchos dicen que son mayores de edad cuando llegan. Ser un menor inmigrante en un CETI es peligroso. Conocimos una historia de dos niños que estaban en el CETI y salieron sin papeles. Las autoridades los echaron al otro lado de la valla. El director del centro, al ver que no llegaron a dormir, les dio de baja esa misma noche.

¿Se respetan los Derechos Humanos en Ceuta y Melilla?

Prima la seguridad del Estado frente los derechos fundamentales y los Derechos Humanos. Estamos trabajando para restablecer y garantizar esos derechos en la frontera sur. El asunto del Carajal es de los más doloroso. Allí se ha llegado a vulnerar el derecho a la vida. Estamos hablando de seres humanos y son los tribunales los que tienen que obligar a que se respeten esos derechos.

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