24 marzo 2014

La eterna presencia del presidente de la Transición

Toda la Abogacía nos sumamos al luto por la pérdida de un hombre de Estado, de diálogo y de consenso, del acuerdo y de la concordia entre todos los españoles, principales virtudes de Adolfo Suárez, primer presidente de la democracia española y persona que pilotó con diplomacia y determinación el viaje de la dictadura a un Estado democrático.

El mejor homenaje que todos podemos hacer a Adolfo Suárez es que seamos capaces entre todos de alcanzar pactos para fortalecer el Estado de Derecho, imprescindible para que la Justicia sea una realidad.

Recuerdo que al año siguiente de acceder a la presidencia del Consejo General de la Abogacía Española, tuve el honor de hacer entrega al expresidente Suárez de la Gran Cruz al Mérito en el Ejercicio de la Abogacía -concedida junto a Joaquín Ruiz-Giménez y a Juan Caldés, quien fue tesorero de la Abogacía- en los actos de celebración de la Conferencia Anual de la Abogacía de 2002. Me vienen a la memoria las palabras de Adolfo Suárez durante este evento, que tienen plena vigencia en la actualidad: “Se ha dicho que quien ignora la historia está condenado a repetirla, pero no olvidemos que el conocimiento de los errores pasados no inmuniza contra su repetición”.

Considero un gran honor contar con la colaboración de su hijo Adolfo Suárez Illana como miembro destacado de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Abogacía.

 

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