20 junio 2013

Carlos Carnicer entrega la Gran Cruz al Mérito a título póstumo a la letrada Rosa Cobo

La Abogacía Española ha entregado este jueves, en el Colegio de Abogados de Granada, la Gran Cruz al Mérito en el Servicio de la Abogacía a título póstumo a la letrada Rosa Cobo, que murió asesinada a manos de un antiguo cliente, el policía local Miguel F.O., que se suicidó a finales del mes de mayo en su celda de la cárcel de Albocásser (Castellón), donde estaba en prisión preventiva a la espera de la celebración de juicio.

El acto ha estado presidido por el presidente del Consejo General de la Abogacía Española, Carlos Carnicer Díez, y el decano del Colegio de Abogados de Granada, Eduardo Torres.

Posteriormente, Carlos Carnicer y la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados se han trasladado a Motril para entregar la Medalla al Mérito en el Servicio a la Abogacía al letrado Miguel Rojas Martín-Moré.

EL ACUSADO CULPA A LA ABOGADA

Justo antes de que se quitara la vida el acusado del crimen, el Juzgado de Instrucción número 3 de Granada había decretado la apertura de juicio oral contra el policía, acusado de seguir a Cobo hasta su domicilio, agredirla e introducirla en el maletero de su vehículo, al que prendió fuego abandonándolo en el Camino de las Vacas, en Granada capital en septiembre del año pasado, informa Europa Press.

El asunto recayó en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Granada que estaba pendiente de señalar la fecha de juicio, que sería con jurado popular. La Fiscalía pedía para el inculpado una condena de 22 años por un delito de asesinato, por el que además se enfrentaba al pago de una indemnización a cada una de las hijas de la abogada, de 20 y 15 años, en 180.000 euros, así como un total de 4.800 euros por los daños causados en su vehículo.

Según consta en el escrito de acusación provisional del Ministerio Público, entre los meses de julio y septiembre de 2010 el imputado, de 37 años, mantuvo una relación de carácter “exclusivamente profesional” con la letrada, quien le había representado en la fase previa de un procedimiento de separación matrimonial.

Su intervención, según el fiscal, se limitó a la negociación del convenio regulador que debía aprobarse judicialmente, y que habría de establecer el régimen de visitas y el pago de la pensión alimenticia respecto a la hija. Para ello, Rosa Cobo mantuvo diversas comunicaciones con las letradas de Almería que representaban a la mujer del acusado.

A pesar del “escaso tiempo” de relación profesional, el procesado “culpó” a Rosa Cobo de “todas las consecuencias derivadas” de la separación de su mujer, entre ellas el régimen de visitas establecidos tiempo después y sin intervención´de la letrada granadina en sentencia del Juzgado de Guardia, pago de pensión de alimentos respecto a la hija común del matrimonio, así como las consecuencias penales de diversas denuncias presentadas contra el imputado por su exmujer y familiares directos de ésta.

Del mismo modo, el acusado procedió a presentar una denuncia en Comisaría de Policía el 6 de octubre de 2011 y una queja ante el Colegio de Abogados en 2010 contra Rosa Cobo, que fueron archivadas por no ser los hechos constitutivos de infracción penal o disciplinaria de ningún tipo.

UNA “VENGANZA PERSONAL”

Sin embargo, el archivo de estos procedimientos contra la abogada creó en el acusado una idea de “venganza personal”, y desde antes del 20 de septiembre de 2012 comenzó a “urdir un plan para acabar con su vida”.

Tras averiguar el domicilio y plaza de garaje ocupada por Cobo, en la calle Cádiar, número 4, además de su horario y costumbres, adquirió un spray de pintura de color negro que colocó en el maletero de su vehículo junto con una porra de goma o tonfa, y guantes y efectos para llevar a cabo su plan.

De este modo, sobre las 20,00 horas del 20 de septiembre de 2012 se dirigió hacia su edificio, y procedió a inutilizar mediante el spray la cédula fotoeléctrica que regula la apertura del portón exterior del garaje del inmueble, penetrando en su interior para esperar la entrada del vehículo conducido por la letrada, cuya matrícula había previamente averiguado.

Antes de su llegada, escribió un mensaje con su teléfono móvil a una mujer con la que había mantenido una relación de afectividad, de la que se había despedido esa misma tarde, en el que decía “Estoy esperando, no sé si irme o no, si me quedo te volveré a llamar”, según consta en el escrito de acusación, adelantado este viernes por el diario ‘Granada Hoy’.

Cuando Rosa Cobo aparcaba su coche sobre las 22,43 horas de aquel día, apareció entre la oscuridad Miguel F.O, que llevaba en la mano derecha la defensa de goma. La mujer trató de abandonar el lugar, pero el acusado evitó que huyera agarrándola del brazo durante un forcejeo que acabó con una agresión.

Ante el “estado de pánico” de la letrada, optó por propinarle hasta 12 golpes con la porra en la cabeza. La víctima llegó a caer al suelo a consecuencia de esta agresión, y aun manteniéndose consciente, fue introducida por el que había sido su cliente en el maletero de si coche a pesar de su “tenaz resistencia”. Por ello, la volvió a golpear con la porra y a su vez con la puerta del maletero en varias ocasiones.

Entonces, el acusado trasladó el vehículo hasta el Camino de las Vacas, a un descampado a escasa distancia del domicilio de la víctima, quien, al no haber perdido la conciencia, trataba de salir y solicitar ayuda, pese a lo cual, el hombre, para asegurar su “clara y originaria” intención de causarle la muerte, procedió a obturar la cerradura del portón trasero del coche y, provisto de gasolina, le prendió fuego.

Además, cerró las puertas del coche con llave, para asegurar, bien por acción del fuego o bien por el humo, la muerte de Rosa Cobo, que precisamente falleció por asfixia. Con posterioridad a estos hecho, a partir de las 23,13 horas, el acusado mandó varios mensajes a su hermano y a otros amigos pidiéndoles que le perdonaran por lo que había hecho.

El imputado no padecía ninguna enfermedad mental, ni trastorno de la personalidad y, en el momento de lo ocurrido según el fiscal, conservaba sus capacidades volitivas e intelectivas, pudiendo conocer la trascendencia y significado de su conducta.

 

Comparte: