07 mayo 2013

La prevención y la detección, ¿el principio del fin?

Cada vez que los medios de comunicación informan sobre una nueva víctima de violencia contra la mujer, muchas personas creemos que hemos vuelto a fallar, que algo se nos escapa, y no somos capaces de atajar tamaña lacra de nuestra sociedad, pues es evidente que la intervención del derecho penal no es suficiente para ello.

A pesar de que, lamentablemente, demasiado a menudo aparecen nuevos casos de violencia contra la mujer, y, como suele decirse, como “daño colateral”, contra los menores, que viven esa violencia en su propio hogar, y por parte de las personas que se suponen debe de protegerlo,  no podemos caer en la desesperanza.

Siempre queda esa rayito de luz que nos da suficiente energía para seguir trabajando contra esas situaciones. Muchas personas, hombres y mujeres, lo hacen día a día, desde diferentes ámbitos, y puedo decir que desde la administración local de nuestra ciudad, se está incentivando esa lucha, y me gustaría creer que se está haciendo igual en todas los ciudades y pueblos de España.  Si no es así, animo a todos a probar a involucrar a los Ayuntamientos de sus localidades de forma más activa.

Al grupo de trabajo de nuestra ciudad, integrado por médicos de familia, médicos de urgencias, fuerzas de seguridad, asistentes/as  sociales, fiscalía, colegio de abogados, técnicas/os del servicio de asistencia integral a las víctimas, técnicas/os del ámbito de la educación, y la colaboración puntual de otras personas, siempre le ha preocupado, entre muchos otros, dos aspectos que se consideran cruciales, la prevención y la detección.

La prevención se está afrontando desde la educación de los más pequeños, y en cada etapa escolar. Una serie de profesionales acude a los centros escolares y de niveles educativos superiores, y a través de charlas, trabajos, talleres, etc., intentan concienciar a nuestros niños/as y jóvenes, que la violencia, en cualquier ámbito no es admisible.

No podemos olvidar que, y las pruebas así lo indican, menores que han vivido en ambiente de violencia hacia la mujer, o la han sufrido personalmente, suelen repetir ese rol, y acaban siendo maltratadores o maltratadas/os. Solo desde la cultura y la educación puede empezar a atacarse la raíz del problema, aun a sabiendas de que los resultados, probablemente, tarden años en ser visibles, pero no por ello podemos dejar de hacerlo.

El otro aspecto es la detección de la violencia en aquellos casos en que la mujer, por el motivo que sea, no denuncia, ni cuenta su problema a nadie.

No deja de ser un reto importante poder actuar cuando no hay una comunicación, directa o indirecta, de la existencia de un caso de violencia; pues se está haciendo. Se está empezando a aplicar, por parte de, sobretodo, médicos y servicios sociales, una técnica, consistente en pasar un cuestionario de preguntas, en principio intrascendentes, que contienen unas preguntas clave que indican la posible existencia de una situación de violencia.

Las preguntas se revisan para “afinar” cada vez más, y al tratarse de preguntas “inocuas”, no existe resistencia a contestarlas, y ello permite que los profesionales puedan informar a las mujeres de las diferentes posibilidades que tienen a su alcance. Obviamente no se les dirige hacia la denuncia, pues si la mujer es consciente de que su situación ha salido a la luz, muy probablemente perdamos la posibilidad de ayudarla, pero sí se le da una información general de todos los servicios que se le ofrecen, entre ellos, los de atención a la mujer.

Estoy segura de que muchísimas otras localidades está trabajando en la misma línea, pero, para los casos en que pueda no ser así, he creído oportuno lanzar ese par de ideas, y espero recibir muchas más de todas/os vosotras/os, para poder proponerlas a mi grupo de trabajo y ponerlas en práctica lo antes posible.

Carmen Sala Picón, abogada y vocal de la Subcomisión de Violencia sobre la Mujer del Consejo General de la Abogacía Española

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